La Jornada 22 de diciembre de 1998

Ligar al espectador con su obra, búsqueda de Eloy Tarcisio

Merry Mac Masters Ť Ser un artista ``abierto'' y generar un arte también ``abierto'', a fin de que el espectador tenga un punto para ligarse a la obra y relacionarse con ella, es lo que ha intentado hacer a lo largo de 25 años Eloy Tarcisio (DF, 1955). Esta situación lo ha llevado a identificarse con diferentes géneros. En ocasiones, incluso, resulta difícil ubicarlo, especialmente como pintor, que lo es, en comparación con otras manifestaciones como la instalación y el performance.

El egresado de la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda anota: ``Lo que pasa es que desde que yo era estudiante incursioné en todos los géneros. En conversaciones con Gabriel Macotela y otros amigos diferenciábamos mucho la idea de la pintura, porque los maestros tradicionales te llevaban a pintar prácticamente un mismo cuadro, de una misma manera, con una misma imagen y, la verdad, eso era algo en lo que yo no creía. Para mí la complejidad del hombre era mayor que eso y frente a la necesidad de expresarme hablaba de muchísimas más cosas que no eran satisfechas con un solo medio o forma. Ese análisis que yo hacía del arte como ciencia, como comunicación, como una integración funcional de la sociedad, implicaba que no podía dejar mi obra guardada debajo de la cama. Tenía que sacarla y enfrentarla a un público. Los temas por mí abordados y su contexto, me dieron la necesidad de expresarme con diferentes medios, entonces, la mayoría de mis exposiciones han tenido los mismos elementos''.

El placer de expresarse con el cuerpo

Sus primeras obras en La Esmeralda tenían ya ese sentido de ``modificación'' durante el transcurso del periodo de exhibición, a la vez que requerían de la participación del público muchas veces para ``terminarlas''. Entrevistado, Eloy Tarcisio recuerda que a finales de los años setenta realizó una obra en Aguascalientes relacionada con la sociedad hidrocálida, en donde convocó al pueblo a trabajar en un pintura colectiva gigante, que después fue cortada en tiras de cinco metros y colgadas alrededor del Museo Posada. Posteriormente, esas mismas tiras se volvieron a cortar, ahora en metros cuadrados y fueron puestas en la calle. No obstante, el artista reitera: ``soy un pintor por naturaleza, me encanta el dibujo y es un gran placer el poder expresarme con las manos, los ojos, el cuerpo''.

Galardonado en 1983 con el Premio Nacional de Adquisición en la sección de dibujo del Salón Nacional de Arte, del INBA, actualmente expone bajo el título de Conflicto de tiempo: en las horas y los días de la obra de Eloy Tarcisio, en el Museo José Luis Cuevas.

Se trata de una muestra ``antológica'' compuesta por 31 piezas ``clave'' en determinados momentos de su desarrollo como artista. Anota que sus primeros dibujos están relacionados ``casualmente'' con una pintura al óleo de Cuevas, hecha en 1961, de la Magdalena con los brazos en cruz. ``La vi en 1973, me impresionó mucho e hice una serie de versiones con el tema de la mujer, una constante en mi obra, que hablan desde un punto de vista existencialista de la condición humana contemporánea'', dice. Después, dicho dibujo lo llevó a la abstracción y posteriormente al conceptualismo.

Más adelante su idea de los materiales se vio afectada en cuanto a su valor comunicacional al darse cuenta que el espectador suele no ver más allá de la imagen, sin percatarse de lo que hay atrás, es decir, el lenguaje de la pintura. Ese hecho ``decepcionante'' lo llevó al análisis comunicacional de los materiales. En consecuencia, Eloy Tarcisio empezó a quitar la figura, así como ``limpiar'' su paleta, es decir, pintar con pigmento y aceite (la base del óleo). El entender la esencia de esos materiales lo llevó a practicar con otros. Así fue como a finales de los años setenta empleó pétalos de margarita.

En el primer Festival de Oposición del Partido Comunista Mexicano, en 1980, hizo una instalación de 100 metros cuadrados de nopales. En el 81 participó en el Primer Encuentro de Arte Joven en Aguascalientes con otra instalación, también ligada a Cuevas, un paisaje mexicano llamado Vista del sitio de Huepana, Michoacán, consistente en siete tiras de madera con nopales. Su idea era hablar de lo mexicano pero con un concepto diferente. No como la Escuela Mexicana ni como las pinturas de Diego Rivera o de Siqueiros o los dibujos y pinturas de Frida Kahlo, sino con una estructura más actual, pero teniendo un valor de identidad.

Pensar en la identidad del arte

-¿El nopal es un elemento que se identifica mucho con tu obra?

-También he hecho algunas piezas con corazones naturales. Creo que las piezas con que más me identifican los conocedores de arte son principalmente las de materiales orgánicos, así como las figurativas a mediados de los años ochenta que tenían que ver con cierta relación que encuentro en el hombre contemporáneo con la filosofía de los antiguos mexicanos. Creo que los habitantes de la ciudad de México, nacidos y no nacidos aquí, de alguna manera somos parte de una historia profunda y que muy adentro de nosotros tenemos inconcientemente valores culturales de ese pasado prehispánico profundo y fuerte. Entonces, mi obra se empieza a cargar de esos significados y comienzo a utilizar elementos de los códices con una interpretación muy personal. Además, empleó el rojo como color preponderante en mi obra para identificar el valor del pasado en el presente. Pensar en el pasado y llevar el contenido al presente es un poco lo que hacía Marguerite Yourcenar en sus novelas, de pronto dejar ver algunos dioses griegos o romanos, en el Metro de París o en las calles de las ciudades contemporáneas. En mi obra pretendo dejar sentir en el espectador aquello que adentro de uno está como dormido, guardado.

En un texto que José Luis Cuevas escribió con motivo de la exposición, consigna que ``las obras de Eloy, surgidas en muchas ocasiones de su profundo conocimiento del arte popular mexicano, dieron la pauta para que en los años ochenta se diera un movimiento neomexicanista que fue recibido con entusiasmo efímero por la crítica neoyorquina...''

El entrevistado se remonta a 1978 y la colectiva Nuevas tendencias hecha en el Museo de Arte Moderno: ``Eramos artistas cuyo producto podría pasar por el de cualquier sociedad. A partir de entonces algunos, entre ellos yo, empezamos a pensar en la identidad de la obra. Por mi parte, pensé mucho en la filosofía de los antiguos mexicanos, principalmente de los aztecas y empecé a encontrar elementos que están presentes en nuestra cultura aun ahora, como los nopales, las tunas, los magueyes.

``Luego, Octavio Paz en El labertinto de la soledad habla del mexicano y sus cualidades que siguen siendo las mismas. El mexicano es un ser que ha tolerado el sufrimiento, la vejación, la pobreza, el hambre, también a los poderosos; que de alguna manera se convierte en una especie de desierto. O sea, el nopal es una planta que resiste las inclemencias del tiempo, tanto el sol como el frío, y lo único que tiene para defenderse del medio ambiente son las espinas.

``Entonces, la piel curtida del nopal se convierte en la piel curtida del hombre, del mexicano. He allí la asociación y la relación que encuentro con los materiales que utilizo. Luego, mi relación con el pueblo de mi padre, su origen campesino, me acerca aún más a estos materiales.''

Su trabajo ha llevado a Eloy Tarcisio a pensar en el artista como un ser social, funcional, y como participante del nuevo concepto de universalidad que es la globalización. Así que actualmente trabaja en una nueva intención con la obra en donde, dentro de su estructura compleja, tiene que integrarse a una nueva visión del público. En este aspecto, apunta, ``siempre he pensado que hay necesidad de un público nuevo para la obra nueva, hay necesidad de artistas nuevos con una visión nueva desde un punto de vista científico, y siempre he pensado que debe haber espacios para ese desarrollo, igual que público para este tipo de obra''. Paralelamente, el ex director de Ex Teresa estudia la fundación de una organización que se encargue de trabajar en su obra y que de alguna manera sea ``la continuación de mis expectativas de un espacio cultural para las artes del nuevo milenio''.

(La muestra Conflicto de tiempo: en las horas y los días de la obra de Eloy Tarcisio se exhibirá hasta el 19 de enero en el Museo José Luis Cuevas, Academia 13, Centro Histórico.)