Complicidad de policías en los hechos, detalla el Libro blanco
Roberto Garduño y Juan Manuel Venegas Ť El Libro blanco sobre Acteal hace evidente la coparticipación y complicidad de los policías de Seguridad Pública de Chiapas con los grupos paramilitares de priístas y cardenistas que asesinaron a 45 mujeres, niños y hombres el 22 de diciembre de 1997.
La tesis del procurador Jorge Madrazo Cuéllar acerca de que la matanza fue producto de conflictos intercomunitarios se complementa con la participación de un grupo más: la policía, que influyó de manera determinante al apoyar y encubrir las muertes de los integrantes del grupo Las Abejas:
``Es absolutamente injustificable que elementos de la Seguridad Pública se hayan involucrado en la actuación, e incluso en el equipamiento de estas comisiones de seguridad y vigilancia (grupos paramilitares), que más que cuerpos de defensa de la propia comunidad acabaron manteniendo una coordinación única bajo el mando de los caciques de Los Chorros.
``Por ello es reprobable que ante la escalada de robos y agresiones cometidos por este grupo contra Las Abejas, la autoridad haya permanecido indiferente. Esta indiferencia coadyuvó a que se diera la agresión en Acteal, no sólo por la omisión en el cumplimiento de funciones, sino por la indolente complicidad para no detener la masacre el mismo día de los hechos''.
El documento muestra que la policía participó en la creación, adiestramiento y equipamiento de los paramilitares: Agustín Ruiz Pérez --uno de los organizadores del crimen junto con Antonio Vázquez Secum-- invitó a comer el 21 de diciembre a un grupo de agentes de Seguridad Pública comisionados en el mismo lugar, con la finalidad de que les prestaran sus uniformes.
Esta petición fue aceptada por el comandante de dicho grupo, Bersaín Martínez Mendoza. En la escuela de la localidad, 12 agentes de Seguridad Pública se quitaron sus uniformes y los repartieron entre algunos de los individuos que sólo esperaban la mañana del día siguiente para atacar a los pobladores del paraje de Acteal.
Otra muestra de colaboración entre la policía de Seguridad Pública y los priístas se observó en noviembre del año pasado, cuando en la comunidad de Miguel Utrilla, Los Chorros, el grupo de Antonio López Santís solicitó permiso a los agentes para que los habitantes pudieran portar armas, ``ya que en el lugar donde acudían a cortar café y leña no había presencia de elementos de seguridad y había adeptos de los zapatistas y de Las Abejas''.
Presencia del EZLN, según testigo protegido de la PGR
En el capítulo tercero del Libro blanco la PGR presenta la declaración de un testigo cuyo nombre omite: se trata de un joven de 19 años de edad, vecino de la comunidad de Yaxjemel, en Chenalhó, quien habría tomado las fotografías que la Procuraduría publica en su documento y en las que se observa a un grupo de hombres realizando ejercicios en una brecha. Se aprecia el manejo de armas y de artes marciales. Las fotos están bien encuadradas y enfocadas.
Ese testigo menciona que en 1995 sus padres y él fueron invitados a unirse a los zapatistas, pero no fue hasta mayo de 1997 que decidieron aceptar la invitación, para lo cual se fueron a vivir al poblado de Poconichim, ``donde viven puros simpatizantes del grupo zapatista'', habría dicho.
Según el joven, el estilo de vida de los zapatistas no le gustó ``porque son muy violentos; es decir, todas las actividades que se hacen deben ser en conjunto, como las siembras, la construcción de casas o cualquier trabajo, de tal manera que a quien no participa en esas labores o no acata esa disposición se le castiga atándolo a un árbol''. También señala en su declaración que los jóvenes de la comunidad referida se alejaban de ésta para recibir lo que llamó entrenamiento, y que una vez le pidieron a él que les tomara unas fotografías ``con el uniforme paramilitar y armamento''.
El testigo protegido asegura que las personas que aparecen en las fotografías del Libro blanco recibieron adiestramiento del EZLN, que compraron los cuernos de chivo con los que aparecen mediante un intermediario en San Cristóbal de las Casas, y que la finalidad de ese grupo es ``defender a las comunidades de Yaxjemel, Takiukum y Poconichim de posibles agresiones que pudiera sufrir por agresiones (sic) de la policía de Seguridad Pública''.
La PGR dice que la idiosincrasia indígena y su actitud de intolerancia al resolver conflictos fueron algunos de los factores que condujeron a la matanza de Acteal; además, insiste en que hubo una persistente ausencia del estado de derecho:
``La organización política de Chenalhó está conformada por una doble jerarquía: la constitucional y la tradicional, donde los usos y costumbres tienen mayor vigencia. En esta lógica, son los líderes naturales o caciques los que ocupan los cargos dirigentes gracias al prestigio acumulado de sus familias en la historia de los pueblos. En este contexto, se debe tener presente que las familias con mayor capacidad económica y prestigio en la zona son los viejos ejidatarios y comuneros de Los Chorros y San Pedro, los cuales históricamente habían convivido para mantener al municipio de Chenalhó bajo su mando''.