Iván Restrepo
Amenaza de extinción en el norte

Monstruo de Gila no es el nombre de la última película de terror producida en Hollywood. Es, en cambio, un lagarto que mide de 22 a 35 centímetros y al que también se le conoce como escorpión. Su coloración va de naranja a negro con bandas en la cola. Aunque su mordedura es dolorosa, raramente es fatal para el ser humano. Habita en el norte de Sinaloa y en varias áreas del desierto de Sonora y oficialmente es una especie amenazada. También en este último estado se localizan ocho especies de peces consideradas endémicas, es decir, únicas en el planeta, y que están perdiendo su hábitat debido a la extracción de agua, a la modificación de sus corrientes por la construcción de presas y canales de riego. Igualmente, por el daño que les causan los plaguicidas, los fertilizantes químicos, los desechos provenientes de la industria minera y la introducción de especies exóticas. Es el caso del charalito aleta larga, los matalotes yaqui, cahíta, opata y de bavispe; los de gila y el fuerte; la sardina adornada, el bagre y la trucha del Yaqui. Mención aparte merece la totoaba, a punto de desaparecer por la pesca intensiva e ilegal, y por la destrucción y modificación de su hábitat en la parte alta del Golfo de California.

Según leyenda de los seris, los cirios fueron gigantes que escapaban del ``levantamiento'' del agua del mar. Sólo se salvaría aquél que no volteara hacia atrás. Los que lo hicieron se convirtieron en esta hermosa planta cuyo tronco tiene la apariencia de largas velas que llegan a medir entre cinco y diez metros de altura. No falta quien diga que semejan zanahorias invertidas. La primera floración del cirio ocurre cuando apenas tiene más de 50 años y desprende una agradable fragancia. Es una planta endémica que se puede admirar en varias zonas de Sonora, en la parte central de Baja California y en la isla Angel de la Guarda, en el Golfo de Cortés.

Las cactáceas son originarias del continente americano. Se estima que existen mil 500 especies diferentes; de ellas el 70 por ciento se localiza en nuestro país. En Sonora se encuentran 113, de las cuales 21 son endémicas. Por su forma, tamaño y floración, los cactus son muy codiciados y utilizados en medicina, como alimento y en rituales mágico-religiosos. Pero los cactus en Sonora son cada vez menos por los desmontes, la expansión de las actividades agrícolas y ganaderas, el sobrepastoreo, los agroquímicos y, en años recientes, por el creciente saqueo para uso ornamental, tanto que muchas especies se encuentran seriamente amenazadas.

Por decenas de miles de años ha vivido adaptada a las condiciones extremas de temperatura que tiene el desierto. Se caracteriza por una concha alta de color café que mide entre 17 y 37 centímetros; su cabeza es relativamente pequeña; se alimenta de plantas y es una especie que llega a vivir entre 30 y 100 años. Pero la tortuga del desierto (o de monte), se encuentra amenazada en Sonora por motivos alimenticios, comerciales y recreativos, y por la destrucción de su hábitat. Con frecuencia se le captura para tenerla como mascota. Pronto muere.

Aunque por lo general se cree que Sonora es desierto y grandes áreas de riego, dispone de otros ecosistemas como la selva baja caducifolia, la pradera, la montaña y el Golfo de California. En todos ellos, se encuentran numerosas especies animales y vegetales de enorme importancia y que en no pocas ocasiones están amenazadas o en peligro de extinción. Como el puma o león de montaña, o esos recipientes de vida que son los humedales costeros.

De esta riqueza y los problemas que existen para conservarla se informa en Entorno, revista del Instituto del Medio Ambiente y el Desarrollo Sustentable de Sonora, que de esta manera busca dar a conocer los trabajos que realiza. Fruto de la fusión de dos centros estatales creados a principios de esta década: el de Investigaciones y Desarrollo de los Recursos Naturales y el Ecológico, la nueva institución, conocida también por Imades, está llamada a cumplir una notable tarea, habida cuenta los desajustes ambientales que distinguen a Sonora. Al respecto, sería muy interesante conocer en próximas entregas el estado que guarda la salud humana y la contaminación por plaguicidas en el Valle del Yaqui y las áreas costeras, o por maquiladoras y otras fuentes de emisión en Nogales y áreas adyacentes.