De la droga
aprendí lo que no debo hacer, y no por rollo
moral
ƑAhora? Una
chela, un tequila: Saúl Hernández
Arturo García
Hernández/II y última n La vida en el abismo: "Caifanes estaba en su mejor momento y a
mí me estaba llevando la chingada". Era el trajín sin
descanso. Era las disputas internas del grupo. Eran la más
absoluta soledad después de tocar ante 50 mil personas. Era el
vacío. Era la angustia. Era el dolor. Era la
melancolía. Era la falta de alma. Entonces, Saúl
Hernández buscó refugio en las drogas.
Y empezó el
decenso, gradual, inexorable: "Empiezas por descubrir que puedes
alterar tu estado por medio de alucinógenos, alcohol, droga. Y
empiezas a meterte en un mundo social. Y también empiezas a
descubrir lo que Carlos Castaneda llamaba las otras realidades. Y de
repente la pachequez se burocratiza: porque la tienes que
hacer, porque te vas a un reventón. Y lo que en un
momento pudo llegar a ser un descubrimiento, un reconocimiento, te
convierte en esclavo de algo que ni conoces. Y lo que fue muy
chingón deja de serlo. Y de repente tu cuerpo te lo pide y el
mundo que se te va de las manos, como un globo de gas al que le cortas
el hilo.
"Pude haber muerto. Lo
que me ayudó mucho, y no es autocebollazo, fue una
canción que había compuesto muchos años antes,
La habitación de tu mente. La escribí cuando
empecé a cuestionarme precisamente la pérdida de esos
espacios internos donde te puedes sentir bien, donde eres tú,
donde no hay pedo, donde está tu intimidad, tu calor propio: la
habitación de tu mente. En esos momentos extraños
agarraba la guitarra y me ponía a tocarla y encontraba en
mí mismo un amigo, confesor, un aliado. Justo en momentos en
que había alguien a quien le importaban más otras cosas
y te decían: 'šDespierta! šCúrate! Tienes que
grabar discos, hay una gira por terminar'. Y por dentro estás
en otro mundo, en otro viaje".
Saúl supo que
había llegado al fondo la vez que, durante una gira en
Colombia, no tuvo conciencia de sí durante tres días. Al
volver se vio en un espejo y encontró "un esqueleto podrido y
deforme: no era yo. Ese día tiré todo el elemento al
excusado".
--ƑViste
Transpoiting?
--Sí, pero yo no
me aventé a buscarla... Decidí mandarlo todo a la
chingada. Lo hice solo, no fui a clínicas ni a nada. Aparte, no
quería que mi familia se enterara, era un rollo de amor y de:
maestro, mi jefe se va a morir si se entera. Empecé a ir a
correr a los Viveros de Coyoacán. Me acuerdo... no podía
correr ni cinco centímetros. A los cinco centímetros me
daba taquicardia. Era un monstruo inservible, mi cuerpo no funcionaba
y
por ende mi cabeza
tampoco. Empecé a tomar la terapia del enfrentamiento. Al
día siguiente ya corrí 10 centímetros, y al
día siguiente ya corrí 10 metros. A los seis meses ya
corría cinco kilómetros. Tardé un año en
desintoxicarme. Pero no me arrepiento. Al contrario, lo digo con
satisfacción porque también aprendí muchas
cosas.
--ƑY ahora
qué te metes?
--Una chela, un
tequila. Y sigo siendo el mismo, sigo estando loco, sigo en mis
viajes y tengo más control de mí
mismo. Aprendí qué es lo que no debo hacer y no por
rollo moral. No tiene nada qué ver. A fin de cuentas la
moral es una justificación ante los hechos naturales. Yo no lo
digo a nadie qué se meta o qué no se meta. Lo
único que puedo argumentar es que el que se quiera meter drogas
va bajo su propio riesgo y tiene que ser lo suficientemente fuerte,
consciente y responsable. Porque sí te puede llevar la
chingada. Eso es un hecho.
Todo el trance supuso
para Saúl Hernández silencio, un retiro temporal,
reflexión, hasta que renació en Jaguares.
--ƑTuviste miedo
del olvido del público?
--No. Fui consciente de
que todo puede pasar y de que no eres dueño ni de tu vida, que
todo pasa por algo y hay que aceptarlo tal como es. Lo que no
quería y no quiero era dejar de cantar y de componer y de
seguir aquí. El rock and roll es mi vida. Y si el
público me olvidaba, habría dos o tres personas igual de
necias que yo que me hubieran seguido por ahí, en los
barecillos. No hay olvido porque siento que hay algo muy fuerte
ahí, porque nunca hicimos las cosas para vender o para
volvernos famosos, sino por crecer como músicos, como
compositores, como instrumentistas, como cantantes. Porque el rock en
México necesita todavía una evolución y porque yo
en lo personal creo en una causa que es la reivindicación de la
juventud y su propia cultura. Porque la juventud no es, como se dice,
el futuro, es el presente. Entonces quizá la causa de la que te
hablo genera esa identidad, esa alianza indestructible.
--Desde tu punto de
vista, Ƒqué han significado primero Caifanes y ahora
Jaguares?
--Caifanes fue lo
insólito. Fue un parteaguas. No digo que seamos los mejores ni
los peores. Somos parte de una historia del rock en México, nos
tocó la circunstancia de enfrentamiento total en todos los
sentidos. Nos tocó abrir foros, salir en televisión como
somos, vender discos dentro de un mercado ya
muy establecido. Fue
una cuestión de circunstancias. Pero lo que más gusto me
dio es que nos enfrentamos al culto al fracaso, nos enfrentamos a ese
rollo victimista y rompimos con nuestros propios guetos.
--Aunque te presentabas
con Verónica Castro, con Raúl Velasco o con la figura
más espantosa del comercialismo, a la banda no le importa que
lo hagas-- interviene Fabrizio León.
--No, porque sigues
siendo tú mismo. Lo importante no es la forma, sino que no
pierdas tu esencia. Podíamos estar con Raúl Velasco,
pero al día siguiente estábamos en Ecatepec. Y
qué bueno que existan esos espacios, porque luego uno se
automargina, y tienes miedo de romper los guetos.
--Después de tu
presentación con Verónica Castro hubo críticas al
hecho de que en ese foro privilegiado por sus alcances no hayas hecho
mención al EZLN y a Chiapas, cuando que en todos tus conciertos
los mencionas.
--Sí se
habló un poco de la problemática de Chiapas. Que no lo
hiciera como la gente quería, es otra cosa. No voy a caer en el
juego de que ahora por ser líder de opinión, entre
comillas, voy a tomar una actitud protagónica. Para nada,
maestro. Yo me mantengo como soy y diré lo que quiera decir en
el momento que quiera y con quien quiera. Además, en la
televisión no puedes hablar porque te metes en un tema y en dos
segundos le cortan y pasan comerciales, y cuando quieres retomar el
tema vienen más comerciales. Entonces quedas con las ideas a la
mitad. Parece que no dijiste nada. Y el tema no es tan sencillo como
para decir: chinguen a su madre.
Sobre este punto,
Saúl Hernández --abierto simpatizante del EZLN-- critica
el uso que "algunos" han hecho de la problemática chiapaneca,
"para ser aceptados socialmente. Nosotros no hemos participado en
estos festivales en favor de este tipo de situaciones porque no siento
que sea honesto. O sea, los grupos reciben mucha publicidad y dicen
que hay que ayudar a Chiapas y no pasa nada. Pero sí hay mucho
protagonismo. Chiapas lleva años de conflicto y nadie
había hecho nada, y las zonas indígenas del norte del
país también llevan años de conflicto y hasta
ahora nadie ha hecho nada".
--ƑA quiénes
te refieres?
--Yo aviento el saco y
aviento las cartas. Quien se lo quiera poner o quien quiera jugar, ya
depende de él.
Esta noche, Saúl
Hernández con Jaguares culmina en el Palacio de los Deportes la
primera etapa en su arduo camino de retorno. Enhorabuena.