Una semana de diciembre como esta, pero de hace cuatro años, sucedió la devaluación de la moneda, cuando la administración del presidente Zedillo todavía no cumplía su primer mes de vida. Los gobiernos anterior y actual se han culpado recíprocamente de lo que el ex presidente Salinas bautizó como el error de diciembre. Sin embargo, ambos provienen del mismo partido político y, por lo demás, el equipo de funcionarios de uno y otro es básicamente el mismo. Más allá de las culpas, los hechos dicen que los cuatro años que siguieron al error, hasta llegar a la fecha actual, la economía -la nuestra, la de nuestras familias y empresas- ha caminado en círculos, con la desventaja de que cada vez que completa una vuelta las cosas se complican un poco más. Peor aún: parece ser que los sufrimientos de la población en estos últimos cuatro años han sido en vano. Estamos a unos días de comenzar un nuevo año con la desoladora novedad de que los rescates bancario y carretero se mantienen sin pagarse y la próxima década habrá más y nuevos impuestos, más aumentos a la gasolina y las tortillas, y toda una serie de calamidades. El gobierno necesita dinero para cubrir las deudas del Fobapan -el engendro cuya vida animó el PAN para darle continuidad disfrazada al Fobaproa. No le sorprenda a usted que en las próximas horas PRI y PAN anuncien que se pusieron de acuerdo para imponer doble impuesto al servicio telefónico, aunque -tampoco le sorprenda- vayan a tratar de disimularlo de la mejor manera. En eso estuvieron ocupados el fin de semana.
Punto (sin) final
Podría argumentarse que el gobierno no solamente se ha preocupado por los banqueros, sino también por empresas y familias, y podría citarse el Punto final, el nuevo programa que aliviará la carga de las deudas hipotecarias y de pequeños empresarios. No todos están convencidos. Por ejemplo, analistas de la firma neoyorquina Bear, Stearns, Inc., dicen que, esencialmente, Punto Final es un programa político cuyo beneficio más importante será traer alguna tranquilidad (political peace, la llama textualmente), después del duro golpe que significó para la población que PAN, PRI y gobierno acordaran absorber las deudas de los rescates. Los analistas de Bear, Stearns, Inc., opinan que el programa es ``políticamente importante pero fundamentalmente insignificante''. En el peor de los escenarios -añaden- a los bancos les costará cuando mucho 140 millones de dólares después de impuestos. En contrapartida, el rescate de las instituciones financieras costará a los contribuyentes 60 mil millones de dólares, más lo que se acumule de intereses cada mes. Un arreglo un tanto disparejo.
Supercontrato
Llegan noticias a la Bolsa de Valores de que Autrey, la compañía de productos farmacéuticos propiedad de la familia Autrey, firmó un contrato con Pemex por mil millones de pesos para suministrar medicamentos en los próximos dos años a la paraestatal. El contrato ayudará a equilibrar las ventas, afectadas por la caída del poder de compra de los consumidores.
Jugos
Finalmente, Jugos del Valle (Roberto Albarrán) cerró el trato para quedarse con su competidor Grupo Básico. Pagará 138 millones de pesos por la empresa que tiene una importante presencia en Durango, San Luis Potosí y Nuevo León. Carlos Alberto Guajardo, actual director de Básico, continuará en su puesto. De este modo Jugos del Valle amplia su mercado a una importante zona del país.