Antonio Gershenson
El IFE y el 2000

De una u otra manera, las fuerzas políticas se están preparando para el año 2000. Se prevé una competencia electoral reñida y parece ser claro para muchos que el proceso no se definirá sólo en el día de la elección, sino que el resultado se irá configurando a lo largo de todo un proceso.

Hay, sin embargo, de formas a formas. El retiro del PRI del Instituto Federal Electoral es un punto polémico. Ese partido ya no es lo que era en cuanto a fuerza electoral, ya no tiene mayoría en la Cámara de Diputados y ha perdido elecciones en varias entidades, pero sigue teniendo la mayoría relativa de los votos y, en varias elecciones recientes, ha mostrado una cierta recuperación. De estos casos, unos han sido impugnados pero otros no. Se podría decir al PRI lo que ese partido dijo durante años a la oposición: que, si no estuvo de acuerdo con una resolución del IFE, había caminos para ventilar el caso por la vía legal, mientras que el retiro, que puede interpretarse como boicot al citado Instituto, tensa la situación política del país.

Sin embargo, no tenemos sólo ese hecho. Tal vez lo más preocupante sea que el citado retiro se inscriba en un cuadro de presiones contra el IFE. En especial, son notorios la amenaza de recorte presupuestal y una campaña pública de desprestigio.

El actual IFE es resultado de un proceso de cambios. Después de estos cambios, el IFE es un organismo no gubernamental y no partidario, aunque individualmente sus miembros puedan o no tener mayores simpatías por un partido que por otro. Las elecciones federales celebradas en 1997 bajo el actual régimen electoral tuvieron una enorme participación ciudadana y, como proceso nacional, no fueron impugnadas por ninguno de los partidos que contendieron. La legislación electoral es perfectible, pero la existencia de este IFE es un logro que no se debe de perder por ningún motivo.

En un momento en el que hay, dentro del amplio espectro político del país, fuerzas que quieren que el PRI conserve el poder ``a como dé lugar'', esta campaña contra el IFE encierra el riesgo de que se intente volver a formas predemocráticas en cuanto a las elecciones. De ahí la importancia de que se frene esta campaña. Y de ahí, también, la importancia de que las fuerzas políticas en general trabajen en la construcción de acuerdos, en la configuración de puntos de consenso, para abrir el paso a un perfeccionamiento del sistema político en México, pero también para la superación de la actual política económica.