Raúl Benítez Manaut*
Militares: justicia y política
Lo relacionado con los militares en México siempre ha sido un tabú guardado con celo. A últimas fechas, militares descontentos con la disciplina y los sistemas de justicia castrense han comenzado a hacer públicas sus demandas. Sin lugar a dudas el caso más notable es el del general Gallardo, quien se encuentra preso en una cárcel militar.
Lo anterior se articula a un movimiento que pretende que muchas disposiciones de las fuerzas armadas se conozcan, divulguen e incluso se discutan en la sociedad. Se puede pensar en un movimiento para que cambien las leyes y reglamentos de las fuerzas armadas, con influencia y participación incluso de la Cámara de Diputados y otras instituciones como la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Ayer, un grupo de aproximadamente 60 militares, pertenecientes a diversas unidades del Ejército, realizaron una marcha por Paseo de la Reforma, llegaron a la estatua del Caballito, donde se ubican oficinas del Senado, y buscaron negociar en la Secretaría de Gobernación su descontento.
Todo lo anterior es novedoso e inusual. Agregado a ello, distribuyeron un boletín firmado por un Comando Patriótico de Concientización del Pueblo (CPCP), donde expresan su desacuerdo con el secretario de la Defensa. El desplegado es firmado por un teniente coronel médico militar, preso por insubordinación y desobediencia, que goza de libertad bajo fianza, y que tiene que firmar diariamente, de acuerdo a reglamentos que datan de 1923, según también expresa un boletín de prensa de la Sedena.
Lo que llama la atención, y sin duda es el hecho que sobresale, es que crecientemente sucesos que nunca se conocían en el seno de las fuerzas armadas, y lo que anteriormente eran de aceptación pasiva de las disposiciones de los juzgados de guerra, ahora comiencen a conocerse. Esto lleva a la politización gradual de lo acontecido en el seno de las fuerzas armadas (el hecho de que hayan sido entrevistados por senadores y luego intentar negociar en la Secretaría de Gobernación), y también hace ``ruido'' sobre el sistema imperante de justicia en el seno de las instituciones castrenses.
El nombre Comando Patriótico invoca a los sentimientos del pueblo. Lo de Comando asusta per se. ¿Qué es un Comando? Puede ser desde una unidad militar, hasta una organización clandestina. Lo de patriótico se entiende más en el contexto de movimientos nuevos de militares que han protestado en América Latina y se han insurreccionado. Obviamente el ejemplo de demostración de Hugo Chávez en Venezuela puede infundir valor a las sublevaciones. Chávez intentó dar un golpe de Estado, fracasó, fue encarcelado dos años y después, invocando el pensamiento bolivariano, encabezó un gran movimiento político que lo llevó a la presidencia de su país.
En México no se conocen de este tipo de movimientos en el seno de las fuerzas armadas, aunque de forma esporádica comiencen a protestar militares por numerosas disposiciones de la administración de las instituciones castrenses y la forma cómo se imparte la justicia. Los militares mexicanos se caracterizan por su disciplina y porque es un valor sagrado no hacer público nada de lo que sucede en el seno de los institutos castrenses.
Sin embargo, los tiempos cambian. En los noventa se les ha cargado de misiones nuevas a las fuerzas armadas, eso lleva al Ejército a tensiones implícitas en su seno, juicios que por vez primera son públicos, y de alto impacto, como el del general Gallardo, el coronel Castellanos, los militares responsables de los hechos de la colonia Buenos Aires, y el más importante de todos, el juicio por vínculos con el narcotráfico del general Gutiérrez Rebollo.
El Ejército, además, es mencionado en los medios de comunicación (para bien o para mal). La crisis de Chiapas lo pone en primera plana de los periódicos cada vez con mayor frecuencia, y las instituciones militares no pueden aislarse de la dinámica de democratización del país.
Los sistemas de justicia militar, quizás con leyes que se adaptaban a otros tiempos (como lo señala el comunicado de Sedena, estas disposiciones datan de 1923), ahora son cuestionadas por los afectados directos. En los años en que se escribieron no existían las comisiones y organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos.
Lo grave del asunto es la politización de lo militar, tanto a nivel institucional como individual. Un llamamiento para concientizar al pueblo, formado por un comando, puede prestarse a muchas interpretaciones. Parar el tránsito del centro de la ciudad en diciembre también puede leerse desde muchos puntos de vista, pues lo hacen muchas personas y organizaciones con muchos fines, no siempre claros.
Ojalá y no estén intereses políticos de por medio, moviéndose en el seno de las fuerzas armadas, o usando militares descontentos, porque sí podría comenzar a enrarecerse el de por sí poco claro escenario político en que se encuentra el país.
(*) Investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias y Humanidades de la UNAM.