La Jornada 18 de diciembre de 1998

``Es un complot'': legisladores pro Clinton

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 18 de diciembre Ť Por segunda vez en la historia de este país, hoy se inició el debate sobre la destitución de un presidente de Estados Unidos en el pleno de la Cámara de Representantes. También fue el tercer día de ataques militares contra Irak.

El juramento a decir la verdad, mantener el honor del país y la regla de que todos viven bajo la ley constituían los alegatos de quienes este sábado votarán a favor de la destitución; los que se oponen sostenían que se trata de un ``golpe de Estado'', una maniobra política para derrotar a un presidente que no fue vencido en las urnas, de falta de justicia.

Fueron las palabras utilizadas por los políticos en el histórico debate en la Cámara de Representantes sobre la destitución del presidente Bill Clinton, acusado de perjurio, obstrucción de justicia y abuso de su poder Ejecutivo al intentar encubrir sus relaciones sexuales extramatrimoniales.

El problema: varias de las figuras clave de este debate han tenido que admitir recientemente que también cometieron ``indiscreciones'' sexuales. El propio presidente del Comité Judicial, Henry Hyde; la republicana conservadora ``pro familia'', Helen Chenoweh; el defensor de los ``valores familiares'', Dan Burton, entre algunos críticos del comportamiento personal de Clinton. Sólo ayer, el presidente electo de la Cámara y el político que insistió en que se realizara el debate y la votación, Robert Livingston, tuvo que admitir que ha tenido ``varias'' relaciones extramatrimoniales. O sea, hay varios expertos en ese asunto en esa honorable Cámara.

Tal vez el legislador con mayor experiencia en este ejercicio político es el demócrata Alcee Hastings, de Florida, quien era juez federal y fue destituido por la Cámara, y enjuiciado por el Senado de Estados Unidos, por lo cual tuvo que dejar su puesto, sólo para reaparecer como representante federal. Hoy, se atrevió a expresar su experta opinión contra la destitución del presidente.

El debate procedió apegado a las líneas partidarias: todos los republicanos, menos cuatro, expresaron su intención de votar a favor de los cuatro artículos de destitución; todos los demócratas, menos cuatro, en contra.

La sesión duró mucho tiempo y comenzó con el rechazo de una moción demócrata para suspender el debate; la votación está programada para este sábado. Hubo pocos momentos elocuentes, la retórica fue una marea que ofrecía espuma vitriólica de vez en cuando, y olas de palabras citando a héroes políticos, la Biblia, y el honor del país.

Todos los legisladores que hicieron uso de la palabra condenaron la ``conducta'' de Clinton. El debate enfrentó a aquellos que afirmaban que las acciones del presidente para encubrir sus relaciones con Monica Lewinsky constituyen ``altos crímenes y delitos'' que la Constitución define como motivo para la destitución, contra los que argumentaron lo contrario, y sostenían que el proceso está motivado por un intento ``partidista'' para remover al mandatario y revertir la voluntad del electorado expresada en las últimas elecciones presidenciales.

Algunos republicanos aseguraban que sólo estaban cumpliendo con el ``deber constitucional''. Henry Hyde afirmó que ``nadie, hombre o mujer, sin importar qué tan alto sea su cargo, sin importar qué tan efectivo sea como comunicador, sin importar qué tan talentoso sea para manipular a la opinión, o para ganar votos, puede estar por encima de la ley en una democracia''.

Para Hyde ``la confianza del pueblo ha sido traicionada... El jefe del Ejecutivo de la nación se ha mostrado incapaz de cumplir sus leyes, porque él ha corrompido la ley con su perjurio y su obstrucción de la justicia''.

No obstante, el demócrata John Conyers, quien estuvo presente en el Congreso durante el Watergate, replicó: ``la impugnación fue creada para librar a la nación de traidores y tiranos, no para castigar intentos de ocultar un romance extramarital''.

Los demócratas criticaron el hecho de que el proceso se realiza mientras hay tropas estadunidenses en acción en el Golfo Pérsico, y que aunque Clinton actuó de forma ``deplorable'', las acusaciones en su contra no son suficientes como para ameritar su destitución. Otros alegan que se trata de un complot político de los republicanos. ``Es un golpe de Estado envuelto en retórica constitucional'', afirmó una representante. Richard Gephardt, líder de la minoría demócrata brindó un apasionado discurso pidiendo el fin de un debate político de ataques y destrucción.

La defensa de Hillary

Mientras tanto, la primera dama Hillary Clinton expresó en público su apoyo al mandatario, y declaró que ``la mayoría de estadunidenses comparte mi aprobación y orgullo por la labor del presidente Clinton en favor de este país''. Agregó que en esta temporada navideña, ``deberíamos practicar la reconciliación''. Por su parte, el vicepresidente, Al Gore, insistió en que estaba muy molesto y que el presidente no renunciará aunque la Cámara aprobara su destitución.

La guerra contra Irak desapareció de las pantallas de televisión gran parte del día, cuando los medios se centraron en la batalla política en de la Cámara. Al anochecer, nuevas imágenes en vivo desde Bagdad comprobaron el comienzo de un tercer día de ataques nocturnos.

Mientras se debatía el futuro político de Clinton, y las palabras honor, libertad, respeto por la ley, y la defensa de la Constitución y las libertades fundamentales que otorga, los armamentos con bandera estadunidense estallaban sobre Irak. Las órdenes del Comandante en Jefe bajo juicio estaban definiendo, y en casos aún no contados, el futuro de ciudadanos del otro lado del mundo.