La Jornada 19 de diciembre de 1998

``Aprendí el valor de la espinaca con Popeye''; criticó el racismo de Tarzán

Enrique Méndez Ť En aras de conservar ``el tesoro de la amistad'' entre México y Cuba, Fidel Castro Ruz pidió un ``humilde perdón'' y ofreció una excusa a los niños y a todos los mexicanos que se ofendieron por sus reflexiones del 2 de diciembre pasado, pero acotó que denunciar la invasión cultural de Estados Unidos, ``que tanto daño causa'' a la infancia de toda América Latina, ``no es ofender, sino defender a los niños del hemisferio'' y lamentó que sus palabras se hayan ``desfigurado y distorsionado para sembrar divisiones y el veneno de supuestas ofensas, que constituirían una ingratitud''.

Sus palabras expresadas durante la reunión del Sistema Económico Latinoamericano (Sela), por la forma, el tono y el espíritu con que las hizo no podían lastimar a nadie, dijo.

El mandatario cubano, en su mensaje fraternal al pueblo mexicano -que el canciller Roberto Robaina entregó ayer a la secretaria de Relaciones Exteriores Rosario Green- señaló: ``para el enemigo reservo el ataque, la crítica implacable; para los amigos, la sinceridad, el mensaje fraternal y respetuoso. La reunión del 2 de diciembre era una reunión de amigos y hermanos''.

Subrayó: ``aquellos sepulcros blanqueados que de tan mala fe me han imputado haber ofendido a los niños mexicanos les respondo que en ningún país del mundo se ha hecho más por los niños que en Cuba, y eso no puede ser fruto del desprecio, sino del amor. Los invito a que denuncien la verdadera e imperdonable ofensa: los niños que mueren cada año en los países de América Latina y que podrían ser salvados con una atención médica adecuada''.

Asimismo, el comandante Castro expresó categóricamente, que en ningún instante pasó por su mente la idea o el propósito de ofender o lastimar a México al asegurar que los niños mexicanos conocían más a Mickey Mouse que a sus héroes nacionales, así como cuando planteó que México, al negociar con Estados Unidos y Canadá un tratado comercial, había abandonado a Cuba para sumarse al club de los ricos.

Explicó que la definición de villa miseria fue ``una broma'' que utilizó con la delegación mexicana, pero consideró que ``algunas cosas debían ser ineludiblemente aclaradas''.

Dijo que sus palabras fueron publicadas al principio como fragmentos inconexos, fuera de contexto e incluso hubo afirmaciones desfiguradas que pudieran parecer ofensivas e hirientes para México. ``Tienen toda la razón los que se asombran de un supuesto ataque político de mi parte a México y a los mexicanos'', dijo.

También admitió que no tenía la intención de publicar su discurso -``revisado y publicado asume para mí el carácter de un pronunciamiento oficial''-- y aceptó que cuando así lo ha decidido, habla con ``mucha más libertad e intimidad'' porque nunca alberga el temor de que se conozca lo que dice.

En el mensaje, que el propio Robaina leyó ante la prensa después de una reunión de casi tres horas con Rosario Green, Fidel Castro aseguró que la invasión cultural estadunidense es un problema real que sufren ya en grado muy alto los pueblos ``de nuestro idioma y nuestra sangre'', y planteó que una cuestión aún más grave que el ejemplo de Mickey Mouse es el contenido de violencia en las películas y series producidas en ese país, que incluso han influido para que niños asesinen a compañeros de escuela.

Después de hacer un recuento de las añejas relaciones de amistad con México y de referirse a los bombardeos nocturnos de Estados Unidos a Irak, reconoció que él mismo fue influido por los héroes de las caricaturas y cintas estadunidenses.

``Aprendí el valor de la espinaca con Popeye, el marino, uno de mi tiempo, tal vez útil. Pero también vi numerosos filmes de Tarzán, una forma nada disimulada de extender los prejuicios raciales y el desprecio a los pueblos africanos, o las siempre indignantes películas, editadas por miles, donde cada vez que aparece un mexicano, en el mejor de los casos, se trata de un jardinero, un empleado doméstico o algo similar, bueno, sumiso, respetuoso y servicial con sus amos. Son estereotipos para demostrar la superioridad de la raza aria. ¿Hasta cuándo tendremos que soportarlo?'', abundó.

En su documento, que comenzó a escribir la tarde del jueves 17 y concluyó casi a la media noche del mismo día, Castro señaló que hablar de una ofensa a los niños mexicanos es una ``infame calumnia'' y añadió: ``nada más indignante, ofensivo e hiriente para quien ha rendido tan emocionado culto y expresado una y mil veces su infinita admiración hacia los que ha considerado siempre paradigma de patriotas y héroes; aquellos que se lanzaron desde el Castillo de Chapultepec envueltos en la bandera mexicana para no rendirse a las tropas invasoras yanquis''.

Expuso que si bien no falta quienes aseguran que este hecho que forma parte de la batalla de Chapultepec no fue más que una leyenda, para él ``es una cuestión de fe, porque no habría leyenda más bella que expresar el concepto que tuvo alguien y ha conservado siempre de los hijos de México. Así los veo y los seguiré viendo''.

Expuso que no podrá dejar de comprometerse en denunciar las muertes de mexicanos en el muro que Estados Unidos construyó para evitar el paso de ilegales a su territorio, pues para Cuba no es una cuestión interna que ellos y otros latinoamericanos mueran a causa de esa barda. ``En un mundo globalizado es criminal que hombres, mujeres y niños mueran porque está prohibido para ellos la misma libertad de circulación'', aseguró.

El respeto al derecho ajeno, norma invariable de Cuba

A la mitad de su texto, de 13 cuartillas, Fidel Castro aseguró que México no fue el tema central de sus reflexiones durante la clausura del encuentro del Sela, y que por lo tanto no fue su intención ofender al país. ``Sólo de forma incidental lo mencioné varias veces. (Y) Nadie tiene derecho a imputarme tan injusta intención, cualesquiera que sean las diferencias de sistemas sociales y políticos'', subrayó.

Más aún, planteó que el respeto al derecho ajeno, que incluye la soberanía y la ideología, ``proclamado por uno de los más ilustres de los hijos de México'', ha sido norma invariable de la ``recíproca actitud hacia ese país''.

¿Por qué no puedo ofender jamás al pueblo mexicano?, se preguntó y enseguida respondió:

``Muchas son las razones. A ningún país admiré tanto como a México, desde que era un escolar. Nunca se saciaron mis deseos de conocer cada detalle de la admirable resistencia de los mexicanos a la conquista europea. No puedo recordar sin profunda indignación la guerra expansionista y agresiva de Estados Unidos, que arrebató a México más de la mitad de sus tierras. (Benito) Juárez fue siempre maestro y ejemplo inspirador para todos los cubanos.

``La Revolución Mexicana fue el más radical cambio social en este hemisferio después de la rebelión de los esclavos de Haití y su victoria de 1804 sobre los soldados de Bonaparte. Los acontecimientos revolucionarios de México en la segunda década de este siglo, sus héroes, su Constitución, sus grandes conquistas sociales y políticas fueron el conjunto de hechos que más impacto, esperanza e influencia ejercieron en el pueblo neocolonizado, frecuentemente intervenido y siempre humillado de Cuba''.

Castro Ruz dijo que no exageraba ni necesitaba buscar hechos que expliquen la ``constante simpatía del pueblo cubano'', cuando se recuerda al México que nacionalizó el petróleo en una época en la que esa medida parecía inconcebible.

Hay pruebas incontables de solidaridad de México con Cuba, dijo y mencionó sólo tres: cuando en 1961 fuerzas mercenarias a las órdenes de Estados Unidos desembarcaron en Girón, ``un hombre glorioso que era entonces, es hoy y será siempre un símbolo y una leyenda viva quiso venir a luchar con nosotros: Lázaro Cárdenas''; México, junto con Venezuela y su país fundaron el Sela, primera organización latinoamericana a la que Cuba pudo pertenecer, cuando era siempre excluida, ``como una Cenicienta'', y que México hizo posible la presencia de Cuba en la Cumbre Iberoamericana de Guadalajara en 1991. ``Puedo mencionar otros importantes servicios a la Cuba bloqueada, pero prefiero por ahora omitirlos'', agregó.

``Todos los hombres progresistas y revolucionarios de nuestra América vimos siempre a México como una Patria común donde prepararse a organizar el regreso para liberar a un pedazo de la gran Patria latinoamericana. Por eso fuimos a México, por eso partimos de Tuxpan en el Granma, y por eso desembarcamos en Cuba, precisamente un 2 de diciembre, hace casi exactamente 42 años. Ninguna fecha más inapropiada para sembrar el veneno de supuestas ofensas que constituirían una negación de nuestra historia y una ingratitud hacia México y su pueblo'', reflexionó.

Después de la amplia explicación, concluyó: ``Son casi las 12 de la noche en Cuba. Ya cesaron seguramente, con la luz del día, los bombardeos en Irak. Hay aves de la muerte que sólo atacan durante la noche.

``Llevo muchas horas escribiendo. Lo hice con gusto por ustedes. Deseamos conservar el tesoro de nuestra amistad.

``Si a pesar de todo mi esfuerzo por explicarles directamente mis pensamientos y mis sentimientos hacia ustedes, millones de mexicanos, o cientos de miles, decenas de miles, unos cuantos cientos, o un solo mexicano se siente ofendido por mis palabras, no tengo objeción alguna en pedirles excusas. Más aún: si un solo niño se siente todavía ofendido por lo que con la mayor honradez y cariño quise expresar, humildemente le pido perdón''.