La Jornada 16 de diciembre de 1998

Llama Saddam Hussein a resistir; el número de víctimas, incierto

Afp, Dpa y Reuters, Bagdad, jueves 17 de diciembre Ť En momentos en que centenares de cohetes y misiles caían sobre Bagdad, el presidente Saddam Hussein llamó esta madrugada a los iraquíes a resistir la ``agresión arrogante de los enemigos de Dios, las naciones y la humanidad'', al tiempo que un solo hospital capitalino reportó cinco muertos y al menos 30 heridos como saldo de los ataques aéreos lanzados la víspera por las fuerzas combinadas de Estados Unidos y Gran Bretaña.

En Nueva York, entre tanto, el embajador iraquí ante la Organización de Naciones Unidas, Nizar Hamdum, denunció que el operativo Zorro del Desierto ``pone en evidencia la falta de principios en las relaciones internacionales, y la sumisión a la autoridad del país más poderoso''.

Al comenzar las reuniones formales del Consejo de Seguridad, Hamdum acusó además al jefe de los inspectores de armamentos, Richard Butler, de haber presentado el martes un informe parcializado que citó cinco incidentes, pero de un total de 300 operaciones de inspección, y que fueron usados como pretexto para el ataque contra su país.

El enviado iraquí desafió además a la comisión especial, conocida como Unscom, a presentar evidencia física de que Bagdad aún tenía armas prohibidas, y agregó que ``la otra mentira es que Irak representa una amenaza para sus vecinos''.

Irak respondió desde tierra con andanadas de fuego de sus baterías antiaéreas al principio del primero de los ataques, que empezaron casi a la una de la madrugada y continuaban en intervalos.

En Washington, fuentes del Departamento de Estado dijeron que ``centenares de cohetes y misiles'' fueron disparados en el primer día de hostilidades.

En un mensaje difundido por la agencia oficial iraquí INA, Saddam Hussein reconoció que los misiles disparados desde embarcaciones estadunidenses estacionadas en el golfo Pérsico impactaron ``en varios objetivos''.

``Los cobardes han bombardeado varios objetivos terrestres de Irak, pensando que iban a ponernos de rodillas. Resistan y luchen como lo hicieron siempre, y Dios les otorgará la victoria'', exhortó el mandatario al dirigirse al ``gran pueblo iraquí y a las valientes fuerzas armada''.

``Estoy seguro que lo que más les duele no es su agresión, sino el hecho de que la llevan a cabo con sus tecnología, sin atreverse a afrontarnos cara a cara'', agregó el presidente iraquí.

Según testigos, un palacio presidencial del centro de Bagdad fue alcanzado por los misiles, en el sector de Karada, hacia donde se dirigieron varias ambulancias. Los habitantes del lugar comenzaron a huir hacia sectores más seguros.

La televisión iraquí mostró imágenes de por lo menos dos grandes explosiones en tierra, boquetes en las calles, y de heridos en un hospital, con quemaduras graves en todo el cuerpo.

``En nuestro servicio de urgencia han ingresado cinco muertos y 30 heridos, incluidos varios niños, alcanzados por la explosión de misiles'', declaró un portavoz del hospital Al Yarmuk, en el oeste de Bagdad.

Entre las víctimas no figura ningún militar, aseguró el portavoz, mientras otro médico citado por Reuters dijo que la cifra alcanza los 45 muertos, aunque esto no pudo ser confirmado.

Hasta esta madrugada, los medios oficiales no habían suministrado ningún saldo de estos bombardeos, los más violentos desde la Guerra del Golfo en 1991, desatada tras la invasión de Irak a Kuwait.

Antes del ataque, Irak decidió por primera vez desde aquella guerra dividir al país árabe en cuatro regiones militares, mientras los habitantes de Bagdad se mostraban resignados.

``Desde hace ocho años --afirmó el joven Haidar Jabbar-- Estados Unidos nos está bombardeando y matándonos con el embargo'', que prohíbe a todos los países importar productos de Irak o exportar a esa nación hasta que el régimen de Saddam Hussein haya eliminado la totalidad de sus armas de destrucción masiva.

``Esto no es nada. En 1991 el cielo estaba rojo'', sostuvo a su vez un empleado del gobierno en momentos en que los proyectiles estadunidenses y británicos iluminaban en la noche el cielo de la ciudad, de donde Rusia evacuó a las mujeres y niños de sus ciudadanos residentes, y donde aún permanece personal humanitario de la Organización de Naciones Unidas.