Zedillo: nunca pacté el exilio de Salinas
El presidente Ernesto Zedillo consideró ``totalmente absurdo'' suponer que su gobierno haya firmado pacto alguno con Carlos Salinas de Gortari sobre su permanencia o salida del país, pero reconoció que el proceso penal que se sigue al hermano del ex mandatario ``ha creado una situación incómoda y muy desafortunada''.
Durante una extensa entrevista con Radio Cadena Nacional de Miami, el Ejecutivo insistió en que la salida al conflicto de Chiapas debe ser política, aunque calificó al EZLN como ``intransigente, obcecado e intolerante''. Sobre el tema del narcotráfico, dijo que si México resultara descertificado por el Congreso de Estados Unidos, el gobierno tendría que revisar ``muy drásticamente'' la cooperación con ese país en materia de combate antidrogas.
Zedillo rechazó la idea de que la madurez democrática del país esté atada o vinculada a la derrota del PRI en las elecciones del 2000 y que, por lo mismo, el proyecto democrático de México deba ser ligado a la entrega de la Presidencia a un candidato de la oposición.
Señaló también que México nunca fue una dictadura, ``y menos perfecta'' (como en una ocasión dijo el escritor Mario Vargas Llosa), y acerca de la situación económica explicó que, ante la caída de los precios internacionales del petróleo, aunada a la crisis financiera internacional, su gobierno ``ha tomado el toro por los cuernos'' al hacer una fuerte restructuración del gasto público en términos que difícilmente podrían encontrarse en otro país, con excepción quizá de Chile.
Con el mismo énfasis, Zedillo aseguró que el Tratado de Libre Comercio le ha servido a México, a Estados Unidos y a Canadá, y que de no haberse suscrito ese acuerdo ``los problemas económicos se-rían mucho más complejos''.
El Presidente y el caso Salinas
Respecto al tema de Carlos Salinas, el titular del Ejecutivo ratificó que la postura de su administración ha sido muy clara desde un principio, en cuanto a que el enjuiciamiento a Raúl Salinas de Gortari -como en todos los que se hagan en México- se apegue rigurosamente a la ley. Admitió que esa ``situación lamentable'' ha resultado ``muy molesta'' para varios miembros de la familia del ex presidente.
Zedillo, quien en diversas entrevistas al ser interrogado sobre Carlos Salinas declinaba responder con el argumento de que una regla de oro del sistema mexicano consiste en que un presidente en funciones no hable de sus antecesores, rompió esa norma durante una conversación con el periodista Alvaro Vargas Llosa, director de Radio Cadena Nacional de Miami.
Sobre el proceso que se sigue al llamado ``hermano incómodo'', el presidente Zedillo habló de la que definió como ``plena independencia funcional'' del procurador general de la República, y destacó que él lo único que quiere ``es que se haga justicia en México, y que en relación con cualquier crimen que se haya cometido la gente conozca la verdad, pero la verdad no a través de hipótesis periodísticas, sino a través de procesos judiciales rigurosos y claramente justos.
``El presidente de México interviene en dos momentos respecto al procurador: cuando lo nombra -y ahora tiene que ser ratificado por el Senado- y cuando lo despide. En medio de esos dos puntos, el procurador debe ejercer con absoluta libertad de criterio su función. Y puedo aseverar, desafiando a cualquier persona a que muestre lo contrario, que tanto el procurador Lozano en los primeros años de mi gobierno, como ahora el procurador Madrazo han tenido esa libertad de criterio, esa independencia funcional'', afirmó.
El Presidente y Chiapas
En la entrevista, cuya transcripción requirió 34 cuartillas, el hijo del novelista Mario Vargas Llosa preguntó por qué el presidente Zedillo ``no ha acabado a sangre y fuego con los zapatistas''.
El mandatario reiteró, por cuestión de principios, no creer en la violencia; insistió en que la solución al conflicto en Chiapas debe ser política, y aunque admitió que existe una desproporción enorme entre lo que significa el EZLN y la capacidad del Estado mexicano para controlar o detener a ese grupo, eso no debe ser un argumento para proceder porque se trata de un ``problema político''.
Asumió que existen organizaciones internacionales ``muy activas'' que apoyan y contribuyen con recursos a la causa zapatista y que aseguran que el gobierno no ha podido contender con ese problema. Ante ello, respondió que, por el contrario, al gobierno le hubiera ``encantado cerrar formalmente ese problema a través de un acuerdo, pero eso no es posible porque un acuerdo tiene que darse entre dos partes''.
Enseguida usó nuevos calificativos para la otra parte: ``intransigente, obcecada e intolerante''. Pero aseguró: ``Nosotros no caeremos en la represión para modificar esa política''.
Zedillo indicó: ``En Chiapas seguiremos avanzando social y políticamente'', y confió en que algún día el EZLN entienda que el camino no es la violencia y que lo más conveniente, ``si es que de verdad tienen una causa social'', es sentarse a platicar con seriedad, sin intransigencia y llegar a un acuerdo para todos, sin derrotados.
A la interrogante de si alguna vez ha creído que se dará la ocasión en que recibirá al subcomandante Marcos en Los Pinos, el titular del Ejecutivo dijo que su insistencia de que el problema tenga una salida política implica que ``quienes se han inconformado'' tengan una actividad, aun si ésta es la política, ``y creo que han mostrado tener dotes buenas'' para incursionar en ella.
Incluso dijo creer que finalmente ese camino de participación ``es su proyecto de vida'', y que después de que ``pasásemos por esta etapa de encono y se tuviese un acuerdo, si así ocurriere, pues que se dediquen a la política. Si su sistema es la política, seguramente algún día querrán estar en la sede de los poderes, en el Poder Ejecutivo federal. Sería perfectamente lógico''.
Sin embargo, acotó Zedillo, para ``llegar ahí'', tendría que pasarse por otras etapas, y la más importante de ellas sería ``que se abandone la intransigencia y se reconozca que hoy el camino de la amenaza, de la violencia, no conduce a ningún lado bueno''.
Insistente en su postura de que la situación de Chiapas sólo puede resolverse por la vía del diálogo y la negociación, asumió también que a su declaratoria unilateral de que no utilizará la violencia los ``inconformes'' han correspondido a esa actitud. De hecho, consideró, no ha habido actos de enfrentamiento entre fuerzas públicas y ese grupo ``de gran significado'', desde que esa situación se presentó públicamente a principios de 1994. ``Eso es algo que hay que subrayar''.
Afirmó que su gobierno ha dado ``múltiples muestras'' de que cree en la solución pacífica, ``aunque para algunos sería tentador aplicar una solución militar. Pero definitivamente no vamos a caer en eso''.
Más adelante, Zedillo detalló las obras aplicadas desde su administración para ir, poco a poco, ``cambiando el perfil social de Chiapas'', y que esos son los mejores argumentos para dar a las bases, a la gente, a las comunidades indígenas ``que tienen simpatía por el EZLN'', para mostrarles que el camino no es la violencia, que es el diálogo, trabajar con las instituciones, ``con la confianza de que siempre se respetarán sus puntos de vista, a condición de que éstos se canalicen en acciones que no estén fuera de la ley''.
El Presidente y la democracia
En el tema de la democracia, y luego de insistir en que ésta, y contra lo que algunos opinan, no se mide con la derrota del PRI, el jefe del Ejecutivo dijo que si su partido gana o pierde es algo que depende finalmente de la decisión de la gente, del desempeño del propio instituto político, de los gobiernos avalados por aquél, pero también está en función del desempeño, de la propuesta y la actuación de los otros partidos. Es decir, subrayó, el resultado electoral es finalmente de la gente, pero también de los actores políticos, de la manera como se conducen.
``Así que no creo que el juicio político o el juicio histórico del avance democrático de México se deba dar en términos de si el PRI prevalece o no, porque ello dependerá de muchas otras cosas que ya no tienen que ver con aquello que yo comprometí para el fortalecimiento de la democracia en México'', destacó.
``La democracia no se probará si en el 2000 entrego la Presidencia de la República a quien el pueblo haya electo proviniendo esa persona de un partido distinto al PRI'', indicó, y añadió que ese examen se dará en elecciones limpias, transparentes y muy competidas -``algo que en 1994 reconocí que no se tenía''-. Hoy, apuntó existen reglas justas para la competencia electoral y ``ésa será la verdadera prueba de la democracia''.
Así, puntualizó, quién gane o quién pierda dependerá de la calidad de los candidatos, de la capacidad organizativa de los partidos políticos y, por supuesto, del voto de la gente. ``Yo no comparto que la calificación al trabajo democrático de un servidor vaya a depender de si le entrego la Presidencia a alguien que es o no del PRI''.
Cuando Alvaro Vargas Llosa le habló de la ``famosa dictadura perfecta de la que habló un escritor peruano'', Ernesto Zedillo respondió: ``Es la denominación muy ingeniosa de un autor que he admirado desde que era muy jovencito, y con quien además comparto muchas ideas económicas y políticas. Lo que tiene el sistema mexicano -indicó- es su capacidad para evolucionar sin cambios abruptos''.
La de México, estableció, ``nunca fue una dictadura y menos una dictadura perfecta. El contraste entre las condiciones políticas y democráticas del país en relación con América Latina, salvo alguna excepción en Centroamérica, es abismal. Desde finales de los años 20 con una gran claridad hubo competencia política; hubo una lucha ordenada por el poder, hubo instituciones que posiblemente ya en los años 70, y sobre todo en los 80, habían quedado un tanto retrasadas''.
Así, dijo Zedillo, hay que reconocer que desde mediados de los 70, y con el impulso de movimientos que se dieron a fines de los 60, México vivió un proceso de apertura política de cada vez mayor competencia y, sin duda, de afianzamiento de las libertades políticas de la gente.
La identificación de México como una dictadura perfecta, concluyó, es expresión de gran ingenio, pero no aguantaría un análisis riguroso por parte de un politólogo. ``Afortunadamente, yo no soy politólogo''.
El Presidente y la certificación
Respecto al tema de la certificación en el combate al narcotráfico que anualmente se realiza entre el Ejecutivo y el Legislativo estadunidenses, el Zedillo insistió en la postura del gobierno de México de no reconocer, ``por una cuestión de principios'', dicho procedimiento. ``Este es un asunto interno que nosotros no reconocemos ni jurídica ni políticamente''.
Advirtió, sin embargo, que el día que esa situación interna de Estados Unidos tuviese consecuencias materiales en la colaboración que los gobiernos de los dos países tienen en materia de narcotráfico, ``evidentemente tendríamos que revisar, y de seguro drásticamente, los términos de esa cooperación''.
Y subrayó: ``Mientras se mantenga como un problema o un asunto interno de Estados Unidos, bueno, allá el gobierno, allá el Congreso de ese país. Pero si algún día ese arreglo o esa cuestión legal tienen consecuencias materiales en la cooperación México-Estados Unidos, evidentemente tendríamos que tomar cartas en el asunto''.
El Presidente, la economía y el TLC
En el tema de la economía mexicana y las repercusiones que sobre ésta tendrán la baja en los precios del petróleo y la crisis financiera internacional, el mandatario mexicano aseguró que su gobierno ``hace rato que tomó el toro por los cuernos'' y ajustó las finanzas públicas de tal manera que para el próximo año presentó el proyecto de presupuesto ``más austero'' en la historia moderna del país, desde que se tiene registro sistemático de las cuentas públicas.
Eso significa, expuso, que por el lado del gasto se ha hecho el mayor esfuerzo posible, pero como sigue habiendo un faltante por la caída en los precios del petróleo y la escasez de recursos crediticios externos, ``hay una brecha que llenar'', y ésta tiene que cerrarse por el lado de los ingresos públicos.
Destacó que México ``es uno de los países de América Latina con una de las cargas fiscales más bajas'', pero que como siempre se tuvo el ingreso petrolero, ``eso nos ha hecho un tanto descuidados en procurar el fortalecimiento de los ingresos fiscales''. Nunca es popular, insistió, imponer ingresos, pero es menos favorable aceptar las consecuencias de tener unas finanzas públicas descontroladas.
En ese sentido, Zedillo indicó: ``En América Latina hemos vivido muchas veces esa situación de irresponsabilidad política, en la que los gobernantes pretenden ignorar las realidades económicas, y lo que acaba sucediendo es que, a la postre, le imponen un costo mucho más severo al pueblo, porque finalmente es el pueblo el que paga esas irresponsabilidades''.
Por último, el mandatario realizó una evaluación preliminar a cinco años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Rechazó, como lo ha hecho en otras ocasiones, que la salida a la crisis financiera internacional sea cerrar la economía, tratar de controlarla o estatizarla.
Reforzó su postura al indicar que buena parte del crecimiento de México en los últimos años proviene del sector exportador y será difícil encontrar alguna área que se haya reprimido por causa del TLC.
``Creo que esa discusión debe centrarse en los hechos, y los hechos hablan de manera muy rotunda: el TLC ha servido a México, a Estados Unidos y a Canadá.''
Finalmente, el mandatario fue interrogado sobre su vida privada. Ratificó que considerará cuál será su actividad como ex presidente hasta que se convierta en tal. ``Para nada soy un hombre que pueda vivir de sus rentas. Voy a necesitar trabajar después de ser presidente, no aguantaría muchas semanas, probablemente no aguantaría muchos meses sin trabajar, voy a necesitar trabajar''. (Rosa Elvira Vargas)