Miguel Alemán ha tomado posesión como gobernador de Veracruz, después de la gris y autoritaria administración de Patricio Chirinos. El hecho de que Alemán sea un político directamente vinculado a los medios de comunicación, represente una herencia ambigua (no es ni neoliberal ni nacionalista) y gobierne a la segunda entidad más poblada del país, le ha dado una estatura nacional a pesar de que no se sabe qué proyecto político representa.
Ni la faraónica toma de posesión ni la designación de su gabinete han aclarado las dudas existentes. El discurso de Alemán fue vago y general; lo único relevante fue su llamado a definir una nueva Constitución estatal. No se sabe en qué términos o con qué fines se propone cambiar la actual, ni si en este proceso habrá espacio para la participación popular. A iniciativa del Partido Revolucionario Institucional, el 8 de diciembre los diputados locales plantearon una mecánica de trabajo para este llevar a cabo este objetivo: realizar durante todo 1999 una serie de consultas para después, en marzo del año 2000, erigirse ellos mismos en Congreso Constituyente.
En este método está ausente un elemento esencial de un verdadero proceso de innovación constitucional: la elección directa de un Congreso Constituyente. Si el Congreso actual va a definir la nueva Constitución, entonces el PRI se reservará la capacidad de decidir el perfil final de la ``nueva'' carta fundamental, pues tiene una mayoría absoluta (casi 60 por ciento, aunque necesitará un par de votos más para alcanzar los dos tercios requeridos, por ley, para hacer cambios a la Constitución). Pero más grave aún es el hecho de que el actual Congreso tiene un nivel lamentable, pues sólo refleja la composición y la poca preparación de los grupos partidarios.
Una Constitución realmente trascendente debería definir un nuevo marco para las relaciones entre la sociedad y el gobierno, abriendo una nueva gama de derechos y creando nuevas instituciones democráticas. Semejante ejercicio, que por cierto es necesario también en el plano nacional, sólo puede realizarse con éxito por un Congreso cuyos miembros estén más allá de los vulgares arreglos inter e intrapartidarios, y en el cual la sociedad se sienta realmente representada.
La composición del gabinete de Miguel Alemán ha producido una gran decepción en los círculos políticos locales. Está integrado por figuras de bajo perfil político, viejos políticos priístas, cuya presencia obedece a la distribución de cargos entre los diferentes grupos de poder dentro del partido oficial. Sorprende que no se encuentran en él operadores políticos experimentados. En cambio, está Porfirio Serrano, quien habiendo ocupando el cargo de secretario de Desarrollo Urbano en el gobierno de Dante Delgado, regresa ahora a la misma posición después de acompañar en la cárcel a su jefe anterior, acusado, como aquél, de malversación de fondos. La única explicación posible parece ser la de un arreglo entre el gobernador Alemán y Dante Delgado. Este nombramiento deja muy mal parada a la moralidad pública, misma que el gobernador Alemán se ha comprometido a promover y respetar.
Un problema serio para Miguel Alemán es que las rebanadas del pastel político han resultado muy pocas para el enorme número de potenciales comensales. En efecto, numerosos grupos y corrientes priístas se consideran excluidas del reparto de cargos y han empezado a hacer públicas sus protestas. Esto indica que el mantenimiento de la disciplina dentro del Revolucionario Institucional no será cosa fácil y exigirá concesiones de puestos desarrollar de una política clientelar, si es que Alemán quiere garantizar que su partido mantenga la cohesión interna y una operatividad razonable de cara a las elecciones presidenciales del año 2000. Por supuesto, tales prácticas no constituyen ninguna nueva política.
En sus primeros actos de gobierno, Miguel Alemán ha continuado su costumbre populista de prometer todo a todos los actores sociales: ayudar a los cañeros a obtener mejores precios, dar todo el apoyo a la universidad del estado, mantener una relación constructiva con el presidente municipal de Jalapa (Convergencia Democrática), apoyar a empresarios locales y lograr la recuperación del campo.
Pero ahora Miguel Alemán ya no está en campaña, sino en el gobierno, y muy pronto tendrá que empezar a entregar resultados si es que quiere convertirse en un factor relevante en la sucesión presidencial.