La Jornada 15 de diciembre de 1998

El Ejército no debe supeditarse a un proyecto violatorio de garantías, opina Miguel Concha

Blanche Petrich Ť El hecho de que el ex dictador chileno Augusto Pinochet se vea obligado a responder ante un tribunal de justicia es, para el sacerdote dominico Miguel Concha, ``un paradigma del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos'' que, ``desde luego,'' tiene también una lectura para el caso mexicano.

``Hay un clamor mundial por que los ejércitos no rebasen sus roles legítimos. Y en México, los organismos de derechos humanos compartimos la opinión de que debe restablecerse ese rol legítimo, incluido el Ejército Mexicano.''

Personaje central en la evolución de la cultura pro defensa de los derechos fundamentales que se consolidó en la última década en el país, voz escuchada no sólo dentro de las instancias eclesiales, sino en las oficinas de las altas esferas del gobierno y en las plazas públicas, Miguel Concha señala que el clima político internacional actual es ``muy distinto'' al que privó cuando Eleanor Roosvelt y René Cassin redactaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, hace medio siglo.

Hoy, dice, ``se augura para el próximo siglo el reconocimiento de las organizaciones ciudadanas de derechos humanos como instituciones de interés público''. Y en esa tendencia, la otrora prestigiada diplomacia mexicana parece no hallarse ni reconocerse. ``Hay un desfase muy notable. El gobierno mexicano trata de ignorarnos, desprestigiarnos y deslegitimarnos. Y en el extranjero se ve muy mal que el gobierno mexicano no esté reconciliado con las organizaciones de su sociedad''.

La guerra contra las ONG

Superior de la orden de los dominicos para América Latina, catedrático de teología en la Universidad Iberoamericana, fundador del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Concha dijo la semana pasada, durante la presentación del más reciente informe del centro, que el Ejército Mexicano le ha declarado la guerra a los defensores de derechos humanos.

Explica la severidad de su juicio: ``Lo digo porque se observa en el Ejército Mexicano el deslizamiento de una postura nacionalista que se sostuvo hasta 1985 hacia una postura que se supedita a un proyecto político y económico violatorio a los derechos de la gran mayoría de los mexicanos. Lo digo también porque en la propia Comisión Nacional de Derechos Humanos hay momentos en los que pareciera que el Código Penal militar es más importante que el cumplimiento de la propia Constitución''.

Agrega: ``En lugar de ser tan aquiescente con la normatividad que el Ejército se ha dado a sí mismo, la CNDH debería tener un papel más activo frente a violaciones de derechos humanos que cometen miembros de las Fuerzas Armadas en Chiapas, Chihuahua, Oaxaca o Guerrero, en general, en contra de los pueblos indios.''

Dos citatorios a un tribunal militar

Concha se explica a partir de un incidente reciente que involucra al Centro Fray Vitoria. A raíz de la decisión del organismo de asumir la defensa de militantes del EPR desaparecidos y torturados -``cosa que ningún otro organismo se decidía a hacer'', puntualiza el sacerdote- la procuraduría de justicia militar citó a declarar a dos activistas del organismo, Marisol López y Balbina Flores. A juicio del comité, las investigaciones de la institución armada se enfocaron, no a averiguar a los autores de las torturas y las detenciones arbitrarias, sino a intimidar a las defensoras de las víctimas.

Enterados del citatorio, considerado por el Fray Vittoria como violatorio al artículo 13 constitucional, las autoridades de la CNDH no sólo se abstuvieron de intervinir a favor de las dos citadas, sino que proporcionaron a la justicia militar los expedientes del caso que les habían sido proporcionados por el Fray Vitoria. Después de acudir a la cita con el Tribunal Militar, ambas activistas concluyeron que el interrogatorio de los jueces castrenses no tuvo la intención de esclarecer las denuncias, sino de involucrar al centro humanitario de los dominicos en las actividades armadas del EPR.

Este es un caso particular, aclara Concha, pero no el único. ``A veces nos ignoran, a veces se instrumentan campañas de desprestigio. La modalidad más reciente, la más grave, es la que se refleja en nuestro caso: que pretendan involucrarnos con grupos armados. Esto es una dinámica represiva.''

-¿Cómo es el nivel de interlocución entre las ONG de derechos humanos y las instancias gubernamentales?

-En los últimos cuatro años la comunicación se ha ido perdiendo, a pesar de que nosotros hemos mantenido nuestras puertas abiertas. Quizá porque ahora nuestras denuncias tienen una trascendencia internacional, o porque hemos elevado los estándares del nivel de nuestras denuncias y propuestas, o porque tenemos a nivel de la sociedad una mayor credibilidad. Es una contradicción muy negativa para el país que mientras eso suceda el gobierno nos quiera restringir.

Dos Méxicos en los foros mundiales

-Han habido incidentes diplomáticos muy significativos en el terreno de la acción de defensa de los derechos humanos. El choque entre el presidente Zedillo y el secretario general de Amnistía Internacional, Pierre Sané, por ejemplo. O los reveses sufridos por la cancillería en los foros multilaterales. ¿A qué los atribuye usted?

-A una falta de sensibilidad jurídica y diplomática ante lo que está ocurriendo en el ámbito internacional. Estamos en los foros mundiales y nuestros informes son ahora conocidos en todo el mundo. La globalización no es sólo económica y política, sino abarca también el ámbito humano y cultural. Lo que palpamos directamente en esos ámbitos es un desfase de la diplomacia mexicana, un deterioro creciente de una imagen que fue muy respetada.

En el extranjero se ve muy mal que el gobierno mexicano no esté reconciliado con las organizaciones de su sociedad. Esto le da una calificación muy baja. El menosprecio y la descalificación hacia nosotros es muy visible en esos foros. Parece mentira que sean otros Estados los que tengan que llamar la atención al gobierno de México por no tomar en serio a sus ciudadanos.

La diplomacia contemporánea no puede reducirse a las acciones de la política internacional. Implica otros factores de paz y estabilidad. Una diplomacia que se restrinja a los aspectos económicos y financieros es más vulnerable a los retos de finales del siglo XX. Hay una diplomacia ciudadana plenamente reconocida en todo el mundo, los foros multilaterales conceden cursos para usar esos márgenes de participación en los foros internacionales. Cómo hacerlo, cómo recurrir a los instrumentos existentes, qué instancias utilizar.

-Por lo que usted dice, la visión de México respecto a las ONG parece caminar a contracorriente de una tendencia mundial.

-No de la sociedad, sino de sus autoridades. No se trata de que nos hagan el favor de reconocernos, que se agradece, ni que nos hagan una distinción, que también se agradece, sino que asuman que hoy en día hay una forma distinta de encarar la defensa y protección de los derechos humanos.

-El paradigma Pinochet, como usted lo llama.

-Exactamente. México fue de los pocos Estados, junto con Israel y Estados Unidos, a oponerse a la creación de la Corte Penal en Roma, en agosto. Saquemos conclusiones: en primer lugar, una gran desilusión en toda América Latina y desde luego entre nosotros los mexicanos. Nos habían prometido que si había consenso mayoritario, México se sumaría a la iniciativa. Pues hubo consenso mayoritario y México no se sumó a la mayoría sino a la triste minoría (Estados Unidos, Israel e India) que se niega a luchar en contra de la impunidad de crímenes de lesa humanidad.