El domingo pasado en la mañana, un grupo de campesinos de la localidad chiapaneca de Los Plátanos fue emboscado en el camino que va de esa población a la cabecera municipal de El Bosque, con un saldo de un muerto -un menor- y siete heridos. Pocas horas después de perpetrada tal acción -ciertamente indignante e injustificable-, el gobierno de Chiapas, por boca del procurador estatal, Eduardo Montoya Liévano, atribuía la responsabilidad de los hechos al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a militantes de esa organización.
Ayer, la comandancia de esa organización indígena rebelde, así como diversos funcionarios municipales zapatistas de la región, rechazaron las imputaciones y señalaron que los culpables bien pudieron ser efectivos de la seguridad pública de la entidad.
Para sopesar adecuadamente estas dos versiones, es necesario puntualizar algunos hechos. Por principio de cuentas, la comunidad de Los Plátanos era predominantemente priísta hasta el comienzo del conflicto en Chiapas. Tras el inicio de éste, los simpatizantes del zapatismo fueron expulsados de la localidad, a la cual no han podido regresar desde entonces.
Adicionalmente, cabe recordar que en Los Plátanos, el Ejército Mexicano mantiene un estrecho control del territorio y que también tienen presencia permanente ahí los efectivos de seguridad pública del estado y grupos paramilitares. Estos últimos ejercen un incuestionable poder de facto, con el visto bueno de los uniformados militares y policiales.
Este poder se puso de manifiesto en meses pasados, cuando dos funcionarios de la agregaduría militar de la embajada estadunidense que visitaban el lugar, de manera furtiva, fueron retenidos durante varias horas por pobladores armados, un incidente que nunca fue aclarado a cabalidad ante la opinión pública.
En tales circunstancias, la versión oficial pretende divulgar que combatientes del EZLN pudieron burlar los cercos militar, paramilitar y policial, infiltrarse en la zona y emboscar un grupo de vehículos, para luego desvanecerse. Esta es, a todas luces, una historia inverosímil.
Por otra parte, no puede dejar de recordarse que en junio de este año tuvo lugar, también en los alrededores de Los Plátanos, una acción muy parecida a la del domingo, y que ese hecho sirvió de pretexto a las autoridades federales y estatales para lanzar un cruento operativo conjunto, que dejó un saldo de ocho indígenas prozapatistas asesinados, contra el municipio autónomo de San Juan de la Libertad, con sede en El Bosque, y contra las comunidades indígenas aledañas de Chevajeval y Unión Progreso.
Significativamente, la emboscada de antier ocurre cuando está en curso una nueva gestión de paz por parte del EZLN -la consulta a la sociedad sobre los derechos de los pueblos indios-, y en vísperas del primer aniversario de la matanza de Acteal, sobre la cual las autoridades nacionales y locales no han dado una explicación satisfactoria.
Con acusaciones apresuradas e ilógicas contra el EZLN, las instancias gubernamentales se descalifican a sí mismas para establecer la verdad de lo ocurrido en el camino entre Los Plátanos y El Bosque.
El esclarecimiento es necesario, urgente y obligado. En ausencia de explicaciones oficiales convincentes, las únicas hipótesis viables son, por un lado, una confrontación entre grupos paramilitares oficialistas y, por el otro, una acción provocadora urdida dentro de las instancias del poder público.