Jorge Caballero Ť En entrevista telefónica, desde Guadalajara, Randy Ebrigth, baterista de Coctel Molotov, responde levemente cuidando su imagen pública: ``ninguno de nosotros usa drogas, mucho alcohol y algo de nicotina, nada más'', cuando se le preguntó si fue difícil conectar droga en su gira por Europa. De seguro pensó que estaba con la reportera complaciente de Tele Hit.
Y a la pregunta de que si habían conseguido buenas chavas, en su gira de dos meses por Bogotá, Buenos Aires, Madrid, Barcelona, Amsterdam, Berlín, entre otras ciudades, saliera con que: ``cada quien tiene su novia, yo no me enamoré de ninguna, tengo mi morenaza aquí en México, las güeras no me patinan'' qué pinches seriecitos resultaron los irreverentes de las canciones de Puto y Give me the power; para esas respuestas me hubiera esperado al boletín y de ahí hacer la nota. Y todo porque el disco de Molotov, Dónde jugarán las niñas, se editó en Japón, con la traducción de las letras, éxito alcanzado sólo por algunos luchadores como Mil Máscaras y agrupaciones como Límite y Bronco.
Randy no escucha muy bien por el auricular, yo tampoco, pero pregunto: ¿cómo fue el reventón en la gira, cómo se divirtieron? El responde con su español cortado: ``Después de dos semanas de gira, envejeces; dos meses está cañón. Sólo piensas en dormir para luego tomar el autobús y partir para tocar en otro lado. En Colombia y Venezuela estuvo leve. En Argentina hubo una especie de concierto-reunión, donde nos entregaron disco de oro. Eso fue lo más reventado, estuvo muy chido.
La conversación continúa; Randy se perturba con ciertas preguntas, pero qué quiere que le pregunte: ¿cuál era su color favorito? Después responde sobre cómo les fue en la gira de dos meses: ``En la gira que tuvimos por Centro, Sudamérica y Europa nos fue bien, tocamos en mil lugares, encontramos una actitud positiva, con muchos grupos, en conciertos de 500 a mil gentes en bares, y en España de 3 mil personas, acabamos de terminar las presentaciones en la costa este de Estados Unidos y hoy y mañana, en el Hard Rock de Guadalajara. Después nos vamos a vacacionar''.
Por el teléfono se cuela una voz femenina que dice que es la representante de Molotov y me pide acortar el tiempo porque hay otras llamadas en espera. Apuro la siguiente pregunta. ¿Cómo los recibió el público? Randy no escuchó nada; le repito la pregunta. Y responde: ``El recibimiento del público dependió del lugar; en Argentina las tocadas fueron más masivas, en España poca madre, en Alemania los latinos que hay allá prendieron la mecha y causó la ritmia de todos los alemanes, respuesta chida, ya que 100 por ciento del público es angloparlante y muy frío''.
Hay un vacío por la línea telefónica. Escucho que Randy ordena algo del otro lado del teléfono, luego se disculpa por dejarme esperando, siento molesto a Randy o se finge molesto o algo a lo que no acierto lo molesta. Una pausa y por fin responde:
``No creemos que se nos ha subido, hemos andado mucho tiempo fuera de México y no nos damos cuenta de lo que pasa aquí. Es como si te metieras a una burbuja y no te das cuenta de lo que pasa alrededor. Nos divertimos mucho, en la gira por Europa, eso nos hace sentir bien, vimos que la música latina está despertando por allá, es muy importante lo que está pasando''.
Sigue sin escucharse bien. Otra pregunta: ``Qué aprendieron de esta gira'' (la tuve que repetir tres veces). Randy se emociona y responde: ``Tocamos en España con grupos que invierten su lana en equipo y una Van y recorren su país tocando. En Alemania un grupo llamado Cabeza de Jabalí toca hip hop y vimos que eso viene fuerte allá. Aprendimos un poco de cada cultura.