La Jornada 14 de diciembre de 1998

Entrañable concierto de Juanga en la Plaza México

Arturo Cruz Bárcenas Ť Para su concierto del pasado sábado en la Plaza México, Juan Gabriel eligió unas tres decenas de canciones de las más de mil que ha compuesto desde que tenía 13 años. No tengo dinero fue la primera, según sus propias palabras. Todas, expresa el anunciador, ``son verdades que se dicen a flor de piel''.

Los ritmos, los géneros músicales van desde la balada hasta el ranchero, lo tropical en sus ricas variantes, y los arreglos son para orquesta o mariachi. El de antier fue uno más de los más de 5 mil conciertos de Juan Gabriel. Fue entrañable.

A tono con los tiempos que corren, Juanga comenzó con un remix con la base musical del Noa Noa y frases ad-hoc con el festejo de la Virgen del Tepeyac: ``en el cielo, qué hermosa mañana... la Guadalupana, la Guadalupana... ¡y viva México!''.

El escenario panóptico en forma de Y, con tecnología de punta en los efectos visuales, inéditos en la República, permitió al autor de Aunque te enamores desplazarse por diferentes áreas para estar más cerca de su público, que no llenó la Monumental, pero los que asistieron salieron felices, sonrientes, detalle que no se ha visto en otros conciertos, incluidos los de rock en el Foro Sol.

En las casi tres horas del recital --los precios fueron populares, desde 35 pesos--, el cantautor insistió en el dato de llevar 25 años de artista. ``Y aquí estoy'', señaló el oriundo de Juárez, quien vestía una capa muy al estilo del Zorro, héroe épico. La vigilancia se dispuso en los tendidos. No hizo falta su intervención. Tanto fue así que abajo del palco 32 una quinteta de representantes de la ley disfrutó de todo el concierto pasándose unos a otros unos binoculares. Bailaron, por supuesto. Lo mismo hicieron unos vendedores de papas y de refrescos. Era la oportunidad para ver a su ídolo. A coro, el respetabílisimo cantó las suaves notas de Así fue, que Juan escribió para Isabel Pantoja, y con la que prendió mecha. La nostalgia ya de plano llegó con Melodía, a la que imprimió un ritmazo. Juan Gabriel sabe llevar a la gente de una esquina a otra de los sentimientos. Hay temas que inician con ambiente fúnebre y acaban en pachanga. Las notas de Siempre en mi mente hicieron llorar a una viejita, aterida por el viento frío de la noche capitalina.

Juan Gabriel es un cantautor, quizá el único, que en sus letras no pide sólo perdón al ser amado o distante, sino compasión. Hablame de ti... ``cuéntame de tu vida, sé que tú no puedes, aunque quieras, olvidarme''. Es la letra de Costumbres, en la que unas frases laceran a los divorciados, a los que están tronando con su pareja y aún no se deciden a dar el paso, porque hay hijos o les faltan los... tamaños, ``porque es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor'', que son, para muchos, las líneas más sabias de Juan Gabriel en eso de entender los dolores del alma.

Juan se da tiempo para rendir homenaje a sus ídolos y amigos del rock. Y se revienta Muñequita, Hola, mi amor, Eva y Adán, que baila como un chamacón rubicundo y copetón de allá, de los años sesenta. Su prominente barriga no es óbice para que demuestre que en eso también ha aprendido algo (le entra duro a los pasteles, comentó Beto, su peluquero durante muchos años). Sube el mariachi. Y comienza Atotonilco, preámbulo del obligado recuerdo a José Alfredo Jiménez y a su amiguísima Lucha Villa. Se oye el Querreque, A medias de la noche... ``¡yo me muero donde quera!... ¡yo soy hombre donde sea!''... El público echó de gritos ante esta frase; hay risas nerviosas y unos se miran azorados. ``¡Ah, caray, hasta yo me la creí!'', expresó Juanga con su peculiar humor, ya casi al final del concierto, lleno de apóstrofes, de esos ademanes que reflejan su experiencia.

El momento ranchero se rompe con Tarde, que hiciera éxito Rocío Durcal. Sigue Se me olvidó otra vez, Querida. Y su oración a las madres: Amor eterno. En el clímax de la rola, un cábula gritó: ``¡Quiere llorar, quiere llorar!'', y se rompió el encanto.