La Jornada lunes 14 de diciembre de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

El asunto del Fobaproa aceleró los reacomodos internos de los partidos, sobre todo en cuanto a las directivas y a los precandidatos presidenciales.

Fox, beneficiado; Calderón, desgastado

Una de las muestras más claras de realineamientos se ha dado en el PAN.

Los riesgos de costos políticos adversos por el asunto del Fobaproa ha llevado a cerrar filas a los principales personajes del partido blanquiazul.

Una primera lectura pareciese darle ventajas al de por sí adelantado Vicente Fox, quien nunca se empecinó en la salida de Guillermo Ortiz como condición para que el PAN aprobase el controvertido asunto del fondo bancario.

El propio Diego Fernández de Cevallos ha pronunciado en estas horas difíciles para el panismo frases conciliadoras hacia las aspiraciones del gobernador guanajuatense.

Felipe Calderón Hinojosa tiene sobre sus hombros, sin embargo, el fardo derivado de sus zigzagueos declarativos. Hoy, el panismo no puede darse el lujo de permitir que sus fisuras internas sean exhibidas, así es que al tiempo de darle votos internos de confianza, los panistas sostendrán intocado el liderazgo del joven michoacano hasta que llegue el momento del relevo institucional, en el que será muy difícil que Calderón consiga la reelección.

Como institución, el PAN enfrenta la necesidad de demostrar sin cortapisas que su postura de votar junto al PRI en el asunto del Fobaproa fue correcta.

Para ello deberán darse casos concretos de castigo a quienes hubiesen abusado del procedimiento de rescate bancario.

La bandera principal con la que el blanquiazul esperaba ganar presencia, que era la renuncia de Guillermo Ortiz, no fue conseguida en una primera etapa, aunque todavía hay quienes sostienen que, pasada la tormenta, podría darse esa salida que, según esas especulaciones, habría sido negociada como un cheque postdatado.

El PRD, campo abierto

El posicionamiento político del PRD después del Fobaproa es más claro.

En términos de imagen y de presencia pública, la postura perredista es más compartida por la población.

La cruzada de Andrés Manuel López Obrador, recorriendo la República entera y manteniendo siempre la iniciativa en este asunto, colocó al PRD como el único partido puesto del lado de la mayoría de la gente.

Por otra parte, el partido del sol azteca no tiene problemas en cuanto a su candidatura presidencial: Cuauhtémoc Cárdenas está colocado sin alternativa posible en la puerta de arrancadero rumbo al 2000.

Las discusiones son, en este momento, respecto a quién podría ser su relevo en el gobierno capitalino y, en el ámbito netamente partidista, quién será el próximo presidente nacional.

En el primer punto se habla de Rosario Robles, actual secretaria general del gobierno capitalino, como natural aspirante a suceder a Cárdenas. Además, se habla de César Buenrostro, eficiente secretario de Obras Públicas, y de Armando López, secretario particular que tiene más hilos en la mano de los que parecen.

Respecto a quién se quedará en el lugar de López Obrador, dos son los aspirantes con posibilidades reales, en ese orden: Jesús Ortega y Amalia García. El primero tiene el apoyo de la mayoría de lo que en la jerga perredista se conoce como la estructura (es decir, las representaciones formales; los cargos directivos). La segunda navega en aguas inciertas, sin el apoyo de la citada estructura y con reticencias de segmentos de primerísimo nivel de ese partido. Si hoy hubiese que apostar a un nombre (hoy, a como se ven las cosas en este momento), Ortega parecería con más posibilidades.

El PRI, las victorias pírricas

Digamos, por decir algo, que el PRI ganó en este asunto del Fobaproa. Finalmente, a pesar de todos los embates en contra, triunfó la postura del Presidente de la República que, formalmente, es posición del tricolor. Cierto es que para ese objeto el PRI necesitó que el PAN hiciese pasar como propia la iniciativa presidencial, y que mantuviese una actitud de protagonismo pleno. Pero digamos, por decir algo, que el PRI ganó.

Sin embargo, el primer damnificado ha sido Guillermo Ortiz, quien en realidad no fue tumbado de la gubernatura del Banco de México pero tampoco queda bien instalado sino, digamos, de una manera interina. Sus colegas del ala tecnocrática tampoco resultaron beneficiados con los lances del Fobaproa. José Angel Gurría resintió raspones graves, tanto en su relación con legisladores como en su imagen pública.

Frente a esa tecnocracia quedan dos opciones. Una es la de los políticos del zedillismo, que son fundamentalmente dos (que en realidad son uno): Francisco Labastida Ochoa y Esteban Moctezuma Barragán. En ellos está depositado el orgullo de la casa. En torno de ellos se tejen alianzas y estrategias. Son ellos o no será nadie del ámbito real del zedillismo. Desgastados los tecnócratas, el camino se ha despejado más para los dos secretarios aquí citados.

La otra opción política es la de los antizedillistas, principalmente Manuel Bartlett y Roberto Madrazo (dos opciones que a pesar de tener fuertes diferencias son una también, en esencia, en intereses, en estilos).

Mariano Palacios queda como estaba: una figura de poca presencia que, en realidad, se dedica más a armar su propio equipo personal (de cara al 2000, para apoyar grupalmente a quien sea necesario), que a ejercer el dificilísimo encargo de parecer líder partidista.

Poco notable puede esperarse en lo inmediato de la directiva formal priísta. Rollo sobre la asamblea nacional y sus expectativas. Justificaciones y explicaciones sobre el Fobaproa. Pero cada vez son más las parcelas priístas que se mueven solas, sin proyecto ni guía.

Astillas: En Campeche se tomó el acuerdo de quitarle el nombre de José López Portillo a la principal avenida de la ciudad capital del estado. Por unanimidad, los diputados locales de aquella entidad decidieron retirar el nombre del ex presidente de la República y, en su lugar, colocar el del llamado padre del juicio de amparo, el campechano Manuel Crescencio García Rejón y Alcalá. En 1974, un grupo de perredistas habían derribado una estatua de JLP. Ahora se pretende que en el espacio vacío se instale una del mencionado jurista local... Josefina Castillo, quien se autodefine como ``una chilanga que por azares del destino vive en Austin, Texas'', asegura que le han quedado arrugas en la cara después de reír tanto con el segmento de esta columna en que se habló del Reporte del servicio especial de orejas del Ratón Miguelito, publicada en días pasados... Isabel III, Arturo Cipriano (Ciprianodonte) y Daniel Kitroser son los principales responsables de Escuela de bufones, cabaret infantil y místico, una obra musical bastante disfrutable...

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