Marco Rascón
Teletón, el milagro de la derecha

Si hay izquierda, hay derecha; es el costo por vivir en disyuntiva. Si hoy se presume la existencia y unidad de izquierdas, social, ``inteligente'', política o partidaria, también deberá suponerse que la derecha ha optado por unificarse y proyectarse en todos los escenarios políticos hacia el 2000 y la vieja zorra de la diestra sabe que, para ganar, es necesario tejer despacio, usar los errores y confianzas del adversario, acechar el momento preciso, polarizar los conflictos en nombre de Dios, familia, patria, la propiedad privada y la libertad.

Las movilizaciones contra la inseguridad, el Teletón y la campaña de la Junta de Asistencia Privada (JAP) contra el gobierno del Distrito Federal, marcaron una tendencia hacia la unificación de la derecha, la cual realiza sus ensayos en un proceso de escalada de menos a más, pero cuyo objetivo es establecer el duelo directo contra quienes considera sus principales adversarios: el PRD y Cuauhtémoc Cárdenas. La vértebra de esta estrategia la constituyen la Coparmex, el Consejo Coordinador Empresarial (CEE), la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), el Episcopado Mexicano, el PAN, segmentos ultraconservadores del PRI ligados al salinismo, los propietarios de los medios electrónicos, universidades privadas y el Consejo Nacional de la Publicidad que desde el 29 de noviembre de 1997 convocaron a la primera manifestación y estableció un punto de partida con respecto al gobierno del Distrito Federal -concediéndole entonces el beneficio de la duda- y justificar, a partir de entonces, pasar a la ofensiva. Esta estrategia, no es muy distinta a la del antorchismo priísta, el cual desde otro flanco y en defensa de otros intereses tiene también su propio plan de escalada.

El antorchismo privado, es decir la JAP, decidió romper lanzas contra el gobierno electo en el Distrito Federal y en particular contra Cuauhtémoc Cárdenas, quien, durante el largo conflicto entre la junta y los trabajadores del Nacional Monte de Piedad, asumió una posición conciliadora. ¿Acaso no fue Salinas el que corporativizó a los organismos de asistencia privada, con fines políticos y como parte complementaria del desmantelamiento de las instituciones de seguridad social? ¿Cuál es el fondo de esta guerra, si 80 por ciento de los recursos de esa junta provienen de un organismo público como el Nacional Monte de Piedad, el cual les mantiene el carácter privado, con fondos públicos? Cabe decir que, solamente esta institución, aporta a la asistencia privada lo que serían diez años de recaudación del Teletón.

Al inició del sexenio salinista se inicia la afluencia masiva de fundaciones, ONG, con fines filantrópicos, políticos y de asistencia. Coinciden con recursos, desde la iniciativa privada, las iglesias y gobiernos extranjeros, orientando la política social. Gran parte de la izquierda social es desmantelada por ese esquema. La JAP es hija del ``liberalismo social'', la nueva filosofía clientelar del modelo basado en el libre comercio y la economía de mercado. Negroponte, el embajador estadunidense en México, impulsa desde su ONG, La Cruz de Malta, la formación de la JAP en la ciudad de México, pues Salinas consideraba que el DF no era prioritario para el Programa Solidaridad, salvo la delegación Alvaro Obregón, representada entonces por Oscar Levín. Iglesias, empresarios, banqueros, gracias a esta estructura, iniciaron en el DF la unificación forzosa de los organismos asistenciales privados y el uso de la filantropía para hacer la política de la nueva derecha.

Luego de la derrota priísta y panista en 1997, habría que agregar el papel de los medios electrónicos de comunicación, como ejes de la campaña permanente contra el gobierno cardenista en el DF; como instrumento para la articulación de los organismos privados de la Iglesia, la Coparmex, el comercio y universidades confesionales y como base del Teletón, que pese a sus ridículas metas de recaudación y exagerada propaganda, pretende erguirse como la vanguardia de la política asistencial en el país.

En adelante, como se ha insistido, frente a la debacle económica y financiera del país y la crisis de la estructura corporativa y clientelar, la derecha busca polarizar y establecer la confrontación en el plano ideológico y político. El discurso de la ``salvación nacional'' está en puerta y la oferta de mano dura y firme a través del populismo de derecha irá ganando terreno en la escena política del país. La perspectiva de una mayor caída de los precios del petróleo (se prevé un precio hasta de 4.75 dólares por barril), significaría la descomposición mayor del aparato priísta y, ante ello, la derecha está trabajando en la perspectiva de crear una alternativa, fundamentalmente adversaria del PRD, por ahora desmovilizado, confuso al interior y ahogado por una burocracia inactiva y triunfalista, preocupada más por posiciones internas, que por la articulación de las fuerzas sociales mayoritarias que pueden impulsar un proyecto nacional democrático y popular.

Fox y la derecha, que soñaban con Fujimori, ahora ven el peligro de que las cosas en México puedan tomar el sesgo de Hugo Chávez. El fenómeno venezolano debería conducir a la reflexión, pues la demanda popular, no sólo de explicaciones, sino deseosa de convocatorias, se parece mucho al ánimo que se forja en México, para el 2000, donde las reivindicaciones sociales y populares marcarán el sentido del voto. Por lo mismo, la derecha piensa que ha llegado su hora, y por eso hoy la ciudad de México, es su principal campo de batalla. El antorchismo privado unifica tanto al PRI como al PAN contra el gobierno del DF, pues en el fondo, ambos defienden la misma estructura y los mismos intereses. En ese mismo sentido, la derecha que se articula hoy, ha pasado de las simples campañas en los medios a la provocación directa.

Para cerrar la coyuntura, la visita del Papa significa para la derecha la posibilidad de montarse sobre la ola religiosa y tratar de convertir la fe en una fuerza política en afrenta contra el cambio de rumbo del país.