A medida que pasa más tiempo con los precios del petróleo bajos, y a medida que éstos disminuyen aún más, la presión hacia un acuerdo de países exportadores de esa mezcla de hidrocarburos aumenta. No hay un acuerdo, pero por varios lados es evidente que se está buscando que lo haya.
El secretario de Energía anuncia un recorrido por países exportadores en busca de un acuerdo. El presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez, promete cumplir con los recortes de producción petrolera ya pactados, a diferencia del gobierno saliente.
Se siguen buscando reuniones y acuerdos en el Golfo Pérsico, sede de las mayores reservas de crudo en el mundo. Se anuncia una discusión al respecto en la próxima reunión del Grupo de los Tres -Colombia, Venezuela y México-, los tres exportadores petroleros.
Empecemos por las causas más inmediatas de este proceso. Parece claro que a cualquier país exportador de petróleo le afecta el que los precios del producto estén tan bajos y le afecta en tanto dure esta situación. Además, ya se probó en meses anteriores la posibilidad y la relativa eficacia de llegar a acuerdos. Ahora, parece claro que no basta con llegar a éstos, sino que se debe encontrar la forma de que sean plenamente cumplidos.
Detrás de estas causas inmediatas hay otras que son más de fondo y de más largo plazo. Los bajos precios alejan la inversión del sector petrolero y, en cambio, la atraen a sectores cuyos productos tienen mayor consumo de energía. Esto aumenta la demanda de petróleo y limita su oferta. Esa situación lleva, al cabo de un cierto tiempo, a una relativa escasez de petróleo y al aumento de su precio. Cuando el precio del petróleo ya aumentó, ello atrae las inversiones a su producción y la aleja de la elaboración de productos que consumen mucha energía, con la consiguiente baja del precio del petróleo. Esto, junto con otros procesos similares, da lugar a ciclos, y ahora estamos en la parte más baja de uno de ellos.
Otro de estos ciclos, en el que confluyen -además- muchas otras causas, es el que se relaciona con los periodos de crecimiento más rápidos o más lentos de la economía de los principales países importadores. Por ejemplo, el periodo de precios más altos del petróleo, entre 1977 y 1985, aunque éstos empezaron a bajar en 1981, contribuyó a un descenso en la tasa de crecimiento de los países con mayor consumo de energía, como Estados Unidos, los de la actual Unión Europea y Japón. Pero, al mismo tiempo, el periodo de precios bajos que siguió al anterior contribuyó al crecimiento de esas economías sin mucho esfuerzo, sin mucha inversión pública y con bajos ritmos de aumento de los precios.
En las actuales condiciones en las que se presentan condiciones recesivas en varios países, los precios bajos del petróleo también están contribuyendo a la reactivación económica. Su efecto se suma al de medidas de política económica que se adoptan en países de mucho consumo petrolero, principalmente la baja en las tasas de interés. En Europa, esa baja va más allá de las medidas deliberadas de gobiernos, debido a la inminente entrada del euro, moneda europea que circulará desde el próximo primero de enero, en unas tres semanas. Conforme a las operaciones a futuro que ya se celebran, la tasa preferencial del euro ya está un poco abajo del 3 por ciento anual, comparada con 6.25 por ciento en Inglaterra (que no entrará todavía al euro), 7.75 en Estados Unidos y más de 30 por ciento en México.
Todos esos elementos contribuyen a la presión hacia un nuevo acuerdo entre países exportadores de petróleo. Dados los antecedentes, y como ya sucedió en el pasado en la OPEP, para llegar al acuerdo será necesaria una cierta seguridad en cuanto a su cumplimiento, lo cual llevaría -por lo menos- a la definición de un mecanismo confiable de monitoreo de la exportación real de cada país.