La Cristiada, en un programa de televisión de Nicolás Echevarría
Raquel Peguero Ť Tema tabú, como muchos otros para la pantalla mexicana, la Cristiada -o guerra de los cristeros, como se le llama comúnmente- aparecerá en la televisión. Se trata de una miniserie de tres capítulos realizados por Nicolás Echevarría en la que recoge los testimonios de sus protagonistas, hombres y mujeres, quienes relatan las vicisitudes que vivieron a partir de 1926, cuando el general Plutarco Elías Calles estaba en la Presidencia, hasta que se firmó la paz, en 1929, cuando Emilio Portes Gil detentaba el Poder Ejecutivo.
Realizada originalmente en cinco capítulos de una hora, la serie se resumió en tres de 45 minutos para su transmisión televisiva. El cineasta grabó más de 50 horas de entrevistas -entre los hablantes se encuentran Juan José Arreola y Antonio Alatorre- y para la versión que se verá a partir de hoy puso especial énfasis en la información de esa guerra civil, sobre todo en los antecedentes y en lo que sucedió después, todo ello contado por los mismos cristeros.
``Me hubiera encantado hacer una gran serie sobre la Cristiada porque fue una epopeya increíble, pero las condiciones en que se hizo me limitaron a tomar sólo un punto de vista. Es muy importante darle la voz a personas que no la tienen. La voz del otro lado está en películas donde los cristeros salen super mal. Me hubiera encantado darle la voz a todos, para una mayor pluralidad, pero ya eso no fue posible'', dice Echevarría.
Con la asesoría del historiador Jean Meyer -``el guía ideológico de la serie''-, éste es un trabajo muy distinto a los que ha realizado el director de Cabeza de Vaca. En sus documentales prevalece, sobre todo, un punto de vista muy personal. Por primera vez, ahora, hace una obra testimonial, algo que ``hubiera odiado hacer antes, pero que ahora me apasionó'' y que fue posible, explica, por el hecho de haber trabajado en video.
La Cristiada tuvo lugar en casi todo el país, aunque cobró mayor fuerza en Jalisco, donde incluso hubo enfrentamientos armados. Sus antecedentes comienzan con la proclama de la Constitución de 1917. Los carrancistas, expone el entrevistado, se quedaron con ``la idea de que los católicos habían sido huertistas y en las leyes se incluyeron ciertos candados para que la Iglesia católica tuviera limitaciones en la participación de la vida política''.
En tiempos de Obregón se dieron varios atentados, uno famosísimo en la Basílica de Guadalupe, donde estalló una bomba, y otro en el monumento de Cristo Rey, que fue catalogado por el Estado como una ``provocación'' de los católicos. Cuando Calles asume el poder tenía muchas presiones de todos lados ``y una más fue la de este grupo. Lo que el entonces presidente quiso hacer fue tratar de hacer valer al pie de la letra la Constitución; los católicos lo consideraron una provocación''.
Ante eso, explica Echevarría, el gobierno, ``de buena fe, temió que al cerrarse las iglesias hubiera cierto vandalismo y decidió hacer un inventario de sus pertenencias. Eso provocó que la gente se inquietara y comenzaran las primeras manifestaciones de franco enfrentamiento. De cierta manera Calles sobreactuó, porque en un país como México no puedes erradicar el catolicismo. Luego vino la provocación máxima, que fue la creación de la Iglesia cismática, que buscaba no ser manejada por el Vaticano, sino por los mexicanos, y eso propició un doble descontento, que dio pauta para las primeras luchas armadas''.
Con los testimonios de los cristeros la miniserie ``recrea el ambiente de lo que realmente sucedió en esos días. Fue algo interesante, pues los católicos se identificaron mucho con la persecución en tiempos de Roma: era un honor morir por la causa''. En el programa, una mujer cuenta cómo matan a dos de sus tres hermanos presos. Al que dejan libre, su madre ``lo recibió muy fría, diciéndole, `qué lastima, hijo, que no fuiste lo suficientemente bueno para merecer las palmas del martirio. Deberías ser mucho más bueno para merecer la muerte'. Había otra frase increíble que se usaba mucho: `El cielo está en barata', porque llegar parecía sencillo; era muy fácil ser mártir; bastaba con que un militar te dijera: grita: `Viva Calles' y te quedaras callado para que te fusilaran, o bien traer un escapulario, o que te cacharan en una misa clandestina. Hubo muchos muertos en batalla, pero otros, sacerdotes entre ellos, que murieron de manera absurda porque muy pocos participaron con las armas, como al cura que llamaban el Pancho Villa de Sotana''.
A Echevarría le dolió sacar la parte que se refiere a lo sucedido después de firmada la paz, donde se ve que, de alguna forma, los cristeros ``fueron traicionados porque la Iglesia pactó sin consultarles. Se sintieron así porque, en parte, la jerarquía eclesiástica fue responsable de que el conflicto se diera, ya que el cierre de los cultos no fue orden del gobierno, sino que la Iglesia decidió suspenderlos porque no había garantías para continuarlos. Pienso, como muchos, que lo hizo en parte para exacerbar el ánimo de sus fieles''.
Después de firmada la paz, muchos rebeldes fueron asesinados a sangre fría, esas cosas ya no están en el programa. Optó por dejar ``esta parte del alma de sus protagonistas, que explican de una forma muy bonita y apasionada cuáles fueron sus motivaciones para levantarse en armas y como incluso, merced a esa guerra, toda su vida tuvo sentido''.
La miniserie se concentra fundamentalmente en los testimonios de los protagonistas de los Altos de Jalisco, porque ``no en todos lados se dio de esta forma tan apasionada y porque no podía abarcar todo el territorio, hubiera necesitado años para tocar el resto de la república. En un capítulo abordo la zona fronteriza con Zacatecas, puerta de la zona huichola, que fue territorio cristero, con leyes y gobierno de ellos. Había incursiones del gobierno, pero se tenían que salir''.
El director de El niño Fidencio considera que esta guerra es un tema tabú porque los mexicanos ``le tenemos mucho miedo a ciertos temas, la Conquista, por ejemplo. Tengo la impresión de que, sobre todo el gobierno, siente que cuando se habla de ejército de esa época se esta hablando del de ahora, y no es cierto: eran otras personas como para pensar que, en un momento dado, que al tratar de desclasificar documentos, se trata de una agresión directa al día de hoy. Es algo que en México se debe terminar, debemos estar dispuestos a conocer nuestra historia y conocerla bien, no hay daño en eso''.
La guerra de los cristeros se transmitirá durante tres domingos consecutivos, a partir de hoy, dentro de la serie ``México en el siglo XX'', que pasa por el canal 2 a las 22 horas.