Carlos Marichal
Petróleo, empresas y estrategias del gobierno

La crisis petrolera global de nuestros días requiere repensar hacia dónde irá la industria del petróleo en México. Ello tiene una importancia fundamental, ya que la renta petrolera ha sido la vaca lechera que el gobierno ha venido utilizando desde hace casi 30 años para cubrir sus déficits y el pago de la deuda externa. Pero ahora, ante la caída de los precios internacionales, cabe preguntar cuál es la estrategia adecuada para el futuro.

Antiguamente las mayores empresas petroleras privadas del mundo se conocían como las Siete Hermanas. Eso era antes de la segunda Guerra Mundial cuando un pequeño oligopolio de corporaciones --en su mayoría estadunidenses y británicas-- controlaba el negocio petrolero mundial.

Eran lideradas por la Standard Oil y la Shell, las cuales dominaron, por ejemplo, el petróleo en México, hasta que Lázaro Cárdenas decretara la nacionalización en 1938. Luego, en la década de 1950 cambió la estructura de la industria, ya que cada país buscó crear su propia empresa, privada o pública: fue el caso de España, Italia, Francia o Noruega, pero también de Venezuela, Brasil, Argentina, Perú, Ecuador, Colombia y, por supuesto, de los países de Medio Oriente que disfrutaban de las mayores reservas del oro negro. De allá que empresas como CAMPSA, REPSOL, ENI, Total, Petroperú, Petrobras, y, por supuesto, Pemex, vinieron a competir con las Siete Hermanas.

Posteriormente, ante la creciente competencia, se formó el cártel de la Organización de Países Productores de Petroleo (OPEP) --que, en realidad, incluía solamente a algunos de los mayores productores-- que pronto dominó el mercado. La OPEP alcanzó su mayor éxito en los años de 1970 al empujar hacia arriba el precio del petróleo, pero tuvo un alto costo para los países industrializados que, finalmente, redujeron la demanda al introducir medidas de conservación de energía más amplias. Como es bien sabido, en el decenio de 1980 las estrategias de la OPEP se fueron derrumbando lo que provocó un sinnúmero de problemas a los países exportadores de petróleo generando fisuras políticas y militares muy marcadas en Medio Oriente.

Hoy en día estamos de nuevo ante una coyuntura fundamental en la evolución de la industria petrolera a escala mundial. Ante la caída de precios, que promete ser bastante duradera, se están produciendo cambios sísmicos entre las mayores empresas petroleras mundiales. Hace apenas un mes se anunció la fusión de la British Petroleum y la Amoco para crear la tercera empresa más grande del ramo. Más recientemente se dio a conocer otra fusión entre gigantes: la Exxon y la Mobil, lo que dio lugar a la creación de la mayor empresa de petróleo en el planeta con ventas combinadas de 200 mil millones de dólares. Simultáneamente, se están anunciando otras asociaciones, como es el caso de la compra de la empresa belga PetroFina, por la francesa Total.

¿Qué significan estas nuevas tendencias? Para algunos analistas estadunidenses son una clara indicación no sólo de exceso de oferta, sino de los crecientes costos de la industria y de la necesidad de formar alianzas para cubrir los costos enormes futuros que implica la exploración para encontrar nuevos pozos de oro negro en los océanos. También puede vislumbrarse un proceso de reforzamiento de oligopolios privados para empujar los precios hacia arriba, ante el evidente fracaso de la OPEP.

En México es de sobra conocido el impacto terrible de la caída de los precios del petróleo sobre el presupuesto gubernamental y, por ende, el presupuesto de todas las familias de la república. De allí la importancia de un debate más amplio y profundo sobre la necesidad de limitar la dependencia gubernamental del petróleo y de cuidar mucho más esos recursos.

Durante años las políticas de dispendio y favoritismo político se sostuvieron en los recursos del oro negro. En suma, para llevar a cabo una reforma fiscal que reduzca la dependencia del petróleo y que tenga apoyo general de la población, la primera obligación del Estado es proporcionar información desglosada y precisa de cada uno de los rubros del erario para que el ciudadano normal y corriente entienda qué se hace con sus dineros.