Escribir como hablo, ése es mi estilo, dice José Saramago
Pablo Espinosa, enviado, Estocolmo, 8 de diciembre Ť ¿Por qué escribo como escribo?, se pregunta el premio Nobel de Literatura 1998. Porque así hablo, se responde José Saramago ante varios centenares de universitarios suecos y latinoamericanos en cálida charla, de hora y media de duración, en el aula magna de la Universidad de Estocolmo, a unas horas de recibir, este jueves en la Konzert Hus, el máximo galardón cultural del planeta.
``Desde luego que sé la diferencia entre hablar y escribir. Lo que está clarísimo es que cuando hablamos no usamos puntuación, de la misma manera como se hace música, con sonidos y pausas. Hablamos con palabras y pausas, como la música que está hecha de sonidos y silencios.
``Es tal la riqueza expresiva de la voz humana que no puede ser traducida con signos de puntuación; éstos no son suficientes para transmitir la riqueza expresiva y melodiosa de la voz humana.
``De igual manera que los instrumentos musicales no producen idénticos sonidos aunque estén introduciendo la misma nota, así nuestras voces tampoco son iguales porque la forma de entonar, de dar tono a lo que estamos diciendo, no es la misma.''
Del campus nevado de la universidad capitalina al interior de un amplio y confortable auditorio llama la calidez de una convocatoria: un encuentro entre el autor por muchos suecos tan leído y admirado, degustado, y esos lectores llenos de preguntas que es posible formular y hallarles sabias y sencillas respuestas en voz del autor de los varios libros traducidos al sueco.
Disco en altavoces: O Paraíso
La voz de Teresa Salgueiro, la música de Madredeus en el disco O Paraíso, es preámbulo a una larga, interminable ovación de pie a la entrada del novelista, que responde con abrazos y besos conmovidos volando en el aire con la misma suavidad de caricias con la que afuera flotan también, interminables, minúsculas pero grandiosas plumas de nieve.
``Me gustaría hablar con ustedes de los libros que he escrito pero también de algo muy importante que se llama silencio, que no es precisamente el estar callado, sino otro silencio. Cuando tenía 25 años de edad escribí y publiqué un libro pero no estaba seguro de que en ese momento estaba empezando una carrera de escritor. A pesar de mi corta edad tenía la sensatez suficiente como para darme cuenta que no tenía más cosas qué contar y es así que decidí guardar silencio.
``Un silencio que duró 20 años y que empezó en 1966. Pero no dediqué ese tiempo a trazar planes, propósitos, madurar ideas literarias, los dediqué simplemente a guardar silencio.
``A partir de 1966, hasta 1974 es que vuelvo a publicar algunos libros de poesía y algunas crónicas publicadas en periódicos y después en libros, pero nada más.
``Es hasta 1975 que empieza realmente mi vida como escritor, cuando intenté saber hasta dónde podía llegar si me dedicaba exclusivamente a la literatura.
``Tenía 53 años y no tenía obra hecha, consumada. Pero me había decidido a vivir de la literatura. Durante algunos años viví de hacer traducciones del francés, que es la única lengua, con el español, que conozco aparte del portugués. En 1980 publico una novela, Levantado del suelo, acerca de los campesinos del Alentejo, lugar donde había estado en 1976 para recoger datos sobre la novela que tenía en mente escribir.
``Transcurrieron tres años que dediqué a buscar el cómo una historia debe ser narrada. Pero no viví esos tres años angustiado. Sería más interesante decir que fueron de sufrimiento, de tortura. Pero no fue así. Fueron tres años con esa preocupación, con ese pensamiento constante, pero sin ningún drama.
``El tiempo pasaba sin encontrar la solución, pero como lo único que sabía era que quería escribir esa novela, simplemente me senté a escribir, y durante las primeras 23 páginas fui el escritor más contrariado de la historia, pues estaba escribiendo algo que no me gustaba hasta que sin haberlo pensado, casi sin darme cuenta, empecé a escribir interligando, interconectando el discurso directo, pasando por encima de las reglas sintácticas. Cuando llegué al final volví a las primeras 23 páginas para escribirlas igual que el resto: escribir como hablo.''
Encontrar la propia voz
``Era como estar devolviendo a aquellos campesinos lo que ellos me habían dado, como si me hubiera convertido en uno de ellos, contando experiencias de vida. Una cosa es cierta: si yo no hubiera escrito ese libro, de esa manera, no estaría en este momento aquí, con ustedes; no me hubieran dado el premio Nobel si esa novela la hubiera escrito acerca de un tema urbano, sobre algo que estuviera ocurriendo en Lisboa. Por el contrario, podemos decir que en ese momento, que es uno de los más importantes de mi vida, inició el estilo saramaguiano.
``Escribí, entonces, acerca de materiales que había recopilado entre campesinos, donde la cultura se transmite principalmente de manera oral. Las personas narran. Además, en esa época casi todos eran analfabetas. La comunicación era oral... Cuentos, leyendas, refranes, toda la sabiduría viva y articulada comunicada verbalmente. Por eso cuando me preguntan por qué escribo así, respondo: porque así hablo. Crear más signos de puntuación sería aumentar la confusión.
``Los míos, en todo caso, no son signos de puntuación sino señales de pausas. Mi intención es introducir en la cabeza del lector el silencio.''
Este momento definitivo significó ``encontrar mi propia voz. Significa la importancia que tiene para mí rencontrar mi propia voz como ocurrió, luego de ese libro, con mis otros libros que he escrito después. Ese proceso narrativo no se repite, empero. No es transmisible automáticamente de novela en novela. Se trata de rencontrar mi propia voz, que es la voz de los demás''.
Dios, invención cultural
Desglosó enseguida Saramago tal procedimiento en cada uno de sus libros subsecuentes, respondió preguntas ardorosas con pasión similar, abordó temas caros y candentes, política y religión:
``Dios es una invención cultural, no existe más que en la cabeza de las personas y nada tiene que ver eso con dogmas, negocios. Con el último hombre que muera en la Tierra morirán al mismo tiempo Dios y el Diablo''. Culminó así:
``Todo esto pareciera el discurso del fundador de una nueva religión, pero no es así, como tampoco es el discurso de un escritor. No es más que el discurso de una persona, de un ser humano.''
Desgranóse nuevamente el auditorio en salvas luengas, amorosas, recibió Saramago en regalo una flor encerrada en cristal, inscritas en él la fecha, 8 de diciembre y su nombre, José Saramago, lanzó apretones de mano, abrazos, besos mientras abandonaba el aula magna y su lugar era ocupado, nuevamente en altavoces, por la voz de Salgueiro, la música de Madredeus, música portuguesa, palabra y pausas, literatura portuguesa la de Saramago, premiada con el Nobel, mientras afuera lanzaban besos las tinieblas en forma de grandiosas por minúsculas, poderosísimas, plumas de nieve flotando, haciendo arder como si fuera hoguera cálida el frío invernal de una noche inolvidable, como son todas aquellas en que un ser humano lee una novela de otro ser humano: José Saramago.