La Jornada miércoles 9 de diciembre de 1998

Fernando Benítez
La voz de Saramago

José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, cumplió su promesa hecha alguna vez en San Cristóbal de las Casas cuando en una reunión con los indios chiapanecos expresó: ``Si la voz de un escritor les sirve de algo, mi voz es vuestra voz''. Terminado su discurso oficial como preámbulo para recibir el galardón que otorga la Academia Sueca, los periodistas lo entrevistaron y José Saramago habló de algo que nos preocupa mucho: Chiapas.

``Al mundo que es una inmensa Chiapas''. Está por cumplirse un año de la matanza de Acteal ``y repito ahora lo que les dije a los indios chiapanecos hace unos cuantos meses, allá: si la voz de un escritor les sirve para algo, mi voz es vuestra voz. Seguiré hasta el final de mi vida con la conciencia de que mi voz no es sólo mi voz, porque creo que por la boca de cada uno de nosotros está hablando la humanidad entera, y no podemos callarnos con la responsabilidad que tenemos. El mundo se podría llamar Chiapas y quedaría todo muy claro: sufrimiento, miseria, hambre, injusticia, todo está ahí. Si uno tiene una boca y un pensamiento y una capacidad de expresarse y no habla de esto, entonces yo creo que estaría más o menos muerto''.

Ahora todo el mundo sabe lo que es Chiapas: una rebelión de los más pobres acosados por el Ejército y los paramilitares; un lugar en el que predomina, como prácticamente en toda América Latina, una enorme injusticia, una pobreza generalizada.

Cómo olvidar el llamado que hace unos meses, desde Chiapas, hizo Saramago al mundo, para despertar las conciencias ante la situación de los indios de esa región. ``No pido -dijo- un levantamiento, sino eso que llamo una insurrección moral, desarmada... una insurrección ética''.

Confesó que su viaje al sureste mexicano le vino a confirmar que si la conciencia, que nos llevó milenios construir, no la usamos para ir a donde está el sufrimiento, a donde está la muerte, a donde está la humillación, entonces ¿para qué nos sirve la conciencia?