Eulalio Ferrer Rodríguez
Redimensionamiento de la lengua española /II

Algo quedó evidente en las deliberaciones fundamentales del 11 Congreso de las Academias de la Lengua Española, celebrado en Puebla: la preocupación intensa, más intensa que nunca, de la Real Academia Española por el porvenir de nuestro idioma en el mundo actual. De una actitud rectora lenta, algunas veces pasiva, ha evolucionado en los últimos años a una posición activa, de acentuado dinamismo, abierta a las corrientes de renovación y a las urgencias del tiempo que vivimos. Consciente e impulsora de una creencia generalizada, que exige entender la lengua española, con sus extensiones crecientes, como un instrumento protector, no sólo como contraparte del dominio del inglés, sino de alternancia con él, incluso como instrumento neutralizante, el más inmediato, de los intereses mercantiles que son inseparables de ese dominio expresado, sobre todo, en la globalización de las comunidades y de la economía. En términos de mercado, la comunidad hispanohablante podría facilitar, separada y conjuntamente, acuerdos, relaciones y movimientos de conveniencia común. He ahí por donde los intereses de la cultura pueden trascender sus propias fronteras o limitaciones. De la palabra como identidad, a la palabra como vínculo de solidaridad.

Son muchas las acciones emprendidas últimamente por la Real Academia Española. Destaca entre ellas la construcción de un corpus de referencia del español, que ha de contener en su primera fase un total de 100 millones de palabras, procedentes de textos de todos los países hispanohablantes, editados con posterioridad al año 1975. El propósito es que dicho corpus esté compuesto en 50 por ciento del español de España y en otro 50 por el español de América. Al llegar a los 200 millones de palabras, meta del proyecto, éste ha considerado la siguiente participación por ciclos o hipercampos de años: 1975-1979, 10 por ciento; 1980-1984, 15; 1985-1989, 20; 1990-1995, 25, y 1995-2000, 30 por ciento. El corpus ha podido establecerse, fijando objetivos tan ambiciosos, al amparo de los grandes adelantos de la electrónica y de los recursos materiales a ella inherentes. Más aún si se tiene en cuenta que el CRE, por sus siglas, sólo incluye términos de uso común, no sublenguajes que lo distorsionen, a partir de 180 millones de textos escritos y 20 millones de textos orales. (Con todo y lo que significa ese elevado número, vale citar que el Tesoro de la lengua francesa, elaborado en Nancy, para los siglos XIX y XX, requirió 800 millones de registros.)

Este Corpus es inseparable de otro en proceso, relacionado en concreto con el de la Lengua Antigua, técnicamente el corpus diacrónico del español. Como parte de su gran actividad, al crear el primer Banco Electrónico de Datos, la real Academia Española ha ingresado a Internet con una base inicial que puede ser ya consultada. Además, lleva muy adelantada su gramática, con el deseo de terminarla en el 2001, coincidente con el de la aparición del nuevo diccionario al que se añadirá, de modo independiente, un Espasa completamente digitalizado. Otro dato relevante: en el DRAE, restructurado por una planta de cinco comisiones académicas, se incorporará una quinta acepción del español: ``Lengua común de España y de muchas naciones de América, hablada también como propia en otras partes del mundo''. (Como curiosidad subrayamos una de las nuevas definiciones de la palabra fundamentalismo: ``Movimiento religioso y político de masas que pretende restaurar la pureza islámica mediante la aplicación estricta de la ley coránica en la vida social''.) En cuanto al Diccionario histórico, que lleva más de 40 años de proceso, es posible que pueda imprimirse dentro de 20 años más. Pero antes se dará cima a un Diccionario de americanismos y a un Diccionario ortográfico.

En el Congreso de Puebla fue unánime también la preocupación por los anglicismos invasores, propiciados por la velocidad con que surgen nuevos términos que no tienen traducción al español, lo que influye en el comportamiento de los medios de comunicación, bajo el imperio de la exigencia cotidiana. Es por eso que se acordó la urgente convocatoria a una junta extraordinaria de las academias para tratar ese tema de manera exclusiva. Sin duda, desde ella se abordarán, al mismo tiempo, las derivaciones de la expansión del español en territorio estadunidense y de las medidas limitativas de algunos estados, especialmente en California, donde se calcula que una tercera parte de la población será de origen hispano en los comienzos del nuevo siglo. Dato adicional sobre ese fenómeno imparable es que a los 30 millones de hispanohablantes legalizados hay que sumar unos 12 millones de ilegales, constituyendo entre todos un segmento del mercado estadunidense que mueve 270 mil millones de dólares al año.

Si al panorama aquí resumido se agregan las actividades del Instituto Cervantes con su centro virtual en Internet, con sus estudios de la ingeniería lingüística del español y sus centros de estudios en las grandes capitales del mundo francosajón, africano y asiático, nos encontraremos con un verdadero redimensionamiento de nuestro idioma, proyectado al universo de más de 400 millones de hispanohablantes con la entrada al nuevo milenio. Un futuro alentador, de crecimiento enorme para quienes son o quieran ser profesores de la lengua española. Valga la referencia de un hecho actual: ante la decisión del gobierno de Brasil para adoptar el castellano como segunda lengua oficial, pueden necesitarse no menos de 100 mil profesores de español en una convocatoria dirigida a todos los países que tienen como propia nuestra lengua. ¿Quién fue el bárbaro que auguró su decadencia en el próximo milenio? Fernando Lázaro Carreter, director saliente de la Real Academia, que ahora dedicará su atención a escribir una historia de la lengua literaria, ha proclamado que el latín es el español de nuestro tiempo.