La Jornada 8 de diciembre de 1998

``Se está cumpliendo un año de la horrible matanza de Acteal''

Pablo Espinosa, enviado, Estocolmo, 7 de diciembre Ť Se está cumpliendo un año, recuerda en entrevista con La Jornada, José Samarago en el centro del salón azul de la Academia Sueca. Terminado su discurso oficial como preámbulo para recibir el Premio Nobel de Literatura, hace sonar su voz al orbe. ``Al mundo que es una inmensa Chiapas''. Está por cumplirse un año de la matanza de Acteal ``y repito ahora lo que les dije a los indios chiapanecos hace unos cuantos meses, allá: si la voz de un escritor les sirve para algo, mi voz es vuestra voz. Seguiré hasta el final de mi vida con la conciencia de que mi voz no es sólo mi voz, porque creo que por la boca de cada uno de nosotros está hablando la humanidad entera, y no podemos callarnos con la responsabilidad que tenemos. El mundo se podría llamar Chiapas y quedaría todo muy claro: sufrimiento, miseria, hambre, injusticia, todo está ahí. Si uno tiene una boca y un pensamiento y una capacidad de expresarse y no habla de esto, entonces yo creo que estará más o menos muerto''.

``Para México, todo lo bueno''

Las calles de la capital sueca hirviendo en gelidez de nieve, el corazón ardiendo.

Desde el frío polar hace llegar el Nobel de Literatura 1998 sus palabras para los corazones que laten desde México: ``Las palabras que tengo para México no son sino palabras de cariño, de mucho amor, de solidaridad. Yo no diría todos los días, pero casi todos los días tengo un motivo para pensar en México y en la esperanza que ahí se encuentra, y a veces me causa rabia que las cosas en Chiapas no se resuelvan y a veces tengo que decir que eso necesita tiempo. Pero bueno, que el tiempo no sea demasiado porque se está sufriendo y ya es hora que las personas puedan vivir con la dignidad que tienen, pero con derecho a la tierra, al trabajo y a todo aquello que el ser humano necesita para vivir. Para México, entonces, todo lo bueno.

``Yo recuerdo muchísimas veces Acteal, el viaje que hicimos allá mi mujer y yo y amigos, Sealtiel Alatriste, Carlos Monsiváis. Hemos estado allí y sabemos que dentro de pocos días se cumplirá un año de una matanza horrible de seres que no tenían ni una arma, ni una pistola o algo para defenderse. Al contrario, estaban desarmados, estaban orando, en ayunas y los paramilitares se acercaron y durante horas los destrozaron con crueldad, en una forma totalmente despiadada. Se está cumpliendo un año.

``Pero mire, cuando llegué a San Cristóbal de las Casas había una reunión de indígenas, de indios, y de ONG y estaba Samuel Ruiz. Me llamaron para que les dijera algo y les expresé lo que ahora les repito: Si la voz de un escritor les sirve de algo, mi voz es vuestra voz. Volveré, también lo repito ahora, tan pronto como pueda a Chiapas.

``Cuando hablo de México y de Chiapas, eso se puede llevar a Argentina, a Paraguay, a Colombia, a Perú, a Bolivia. Hay problemas específicos de cada país, pero hay un problema general de subdesarrollo y sobre todo de frivolidad, es decir, una minoría que domina prácticamente todo el continente latinoamericano y una mayoría que sufre y no hay justicia; no hay una repartición justa de la riqueza ni nada. Todo para otro y nada para el otro, y el otro que se lleva nada ya sabemos cuál es: el pueblo.''

A manera de explayamiento de los temas abordados durante su discurso, tocó en entrevista tópicos variados: ``Mi literatura no tiene ninguna relación con los asuntos del Vaticano. Si hay algo que se puede encontrar en mis libros es una reflexión acerca de lo que es la religión, qué es la religión para los creyentes y qué es Dios. Es una reflexión a la que yo tengo derecho como ser humano que está en este planeta y no en otro. Lo que diría al Vaticano en todo caso es: que se entretenga con sus oraciones. El Vaticano no sabe nada de literatura. Y a mí y a otros `porque no sólo el Vaticano, he ahí la fatwa contra Salman Rushdie', que por favor nos dejen en paz. Somos hombres de bien, que trabajamos, que somos respetuosos''.

``Yo no creo en Dios, pero el derecho de no creer en Dios no me hace una persona mala, al contrario, estoy consciente de que soy una buena persona y no necesito ni del Papa ni de los santos ni de los obispos ni de nadie. Que me dejen con mi conciencia que ya bastante trabajo cuesta vivir con ella porque a veces me está diciendo: no hagas esto. Por lo menos lo intento.

``Acabemos con la idea -desarrolló otro punto de su discurso recién concluido- de que la juventud está aquí y los mayores allá. Lo peor de todo es imaginar que la juventud es en sí misma un valor. No lo es. La juventud es un momento de la vida. Se acaba pronto y después uno tiene que entrar en la edad adulta y la vejez. La vida completa es la vida en el tiempo: niñez, juventud, edad madura y, si se puede, llegar a la vejez. Yo puedo decir que la vejez tiene muchas cosas que valen la pena vivir: tengo 76 años y trabajo, escribo mis libros con el mismo entusiasmo, la misma pasión, la misma gana y quizá más que si yo tuviera 30 años.

``Tengo una responsabilidad, pero no es más grande que la de un ciudadano cualquiera. Es distinta por el hecho de que lo que suscriba y diga puede llegar a más personas, pero en esencia no es distinta. Todos nosotros, ciudadanos de a pie o genios, y yo no soy un genio y ciudadano de pie no sé si lo soy, tampoco eso importa, tenemos una responsabilidad, igualita a la de todos. Los que no somos Ricardo Reis o alguno de esos poetas de los que hablé en mi texto, tenemos la responsabilidad de no contentarnos con el espectáculo del mundo. Cada uno de nosotros somos ese espectáculo. Uno está en el mundo para cambiarlo, si puede, pero por lo menos lo intentó. Hay algo en que son igual victoria que derrota: lo que la victoria tiene de malo es que nunca es definitiva, pero lo que las derrotas tienen de bueno es que tampoco son definitivas. Soy un pesimista, porque estoy convencido de que el mundo hay que cambiarlo.''