El arte mayor es mantener tragedia y comedia a la misma intensidad: Pitol
Angélica Abelleyra Apasionado por contar historias, amante del lenguaje en el que detecta sus zonas bofas y autor cuidadoso de no aprovecharse del impulso adquirido, Sergio Pitol nos vuelve a ofrecer, en Pasión por la trama (Era), un recorrido por sus obsesiones: lecturas, viajes, un perro, un aria de Mozart, los milagros que concibió Julio Verne, el humor corrosivo de Gogol y los riesgos extremos en Thomas Mann, le sirven como vías para andar el camino del ensayo, pero ir más allá en la confluencia de géneros que acaban por matizarse y enriquecer el conjunto.
Tras la aparición de El arte de la fuga, libro por el cual recibió el Premio Mazatlán de Literatura, Pitol pone en nuestras manos este nuevo ejemplar, así como Todos los cuentos (Alfaguara) o una reunión de relatos añejos del adepto de la tradición narrativa europea. Cuentos como Los Ferri, Amelia Otero, En familia, Semejante a los dioses, La Pantera, Un hilo entre los hombres, Cuerpo presente, Los nombres no olvidados y La noche, entre otros, son prologados por Juan Villoro en esta compilación que antes estuvo dispersa en títulos como Tiempo cercado, de 1959, o Infierno de todos, conocido seis años después.
Errancia cambiante
Un poco distraído por el extraño aire que se respira en un hotel desolado de la colonia Juárez, subocupado, donde todo en apariencia funciona pero resulta mera escenografía, platicamos con Sergio Pitol antes de emprender su viaje a Guadalajara para presentar Pasión por la trama en el contexto de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde este sábado Margo Glantz y Carlos Monsiváis lo acompañarán.
-Es un ser errante, pero ahora su vocación viajera se ha detenido.
-Mi errancia ha cambiado forma y tono. Antes hacía el viaje hedonista, de acudir a un lugar, a una región agradable para poder escribir un libro o para leer, pero al mismo tiempo hacer ejercicio, estar cerca del mar o en ciudades con muchos museos e intensidad de belleza. Ahora, en cambio, sigo viajando pero son esos viajes de pocos días para dar cursillos o conferencias. Eso me ha dado satisfacciones, como viajar por Sudamérica, un continente que conocía poco. Pero sí, necesitaría viajar más por el puro gusto, sin la responsabilidad del trabajo. Ahora ya no lo hago tanto porque además tengo a Sacho, mi perro viejo que se volvió dependiente y no puedo dejarlo solo más de dos semanas.
-En Pasión por... hay páginas amorosas sobre los perros y la manera en que han inspirado lo mismo a Cervantes que a Virginia Woolf, Thomas Mann y Chéjov. Es conocido su cariño por los perros, pero ¿qué asume Pitol de semejanza con ellos?
-El empecinamiento, la lealtad y la fidelidad. Además, con ellos tengo una comunicación desde que era pequeño. La primera foto que hay mía en la casa estoy como un niño de meses recostado sobre un gran danés. Luego, en Potrero, mi perro me acompañaba a la escuela lejana y él me esperaba a la salida para que juntos hiciéramos el camino de regreso. Desde entonces tengo un diálogo y una pasión por ellos. Con Sacho, por ejemplo, puedo platicarlo todo. Son como monólogos largos sobre lo que me pasa, lo que voy a hacer. Y siento sus respuestas, en una especie de diálogo mudo.
Pasión por contar historias
-Entre el pasado, el futuro y el presente, ¿cómo se manejan los tiempos en Pitol?
--Concluí el texto que voy a leer en Guadalajara, que me pidió el editor de Anagrama, porque en marzo sale El tríptico del carnaval, conjunto de novelas sarcásticas, satíricas y grotescas; me pidió un prólogo que fuera como un marco que concluyera con ellas. Y lo hice con pereza y desgano por la posibilidad de que fuera una vuelta más a los libros escritos y que estuviera fabricando prosa vegetativa. Entonces asedié el tema desde varios puntos de vista, sobre todo la noción de la vejez, esa etapa de mi vida en la que entré y se va relacionando con muchas etapas de mi existencia. Todas ellas, desde niño, unidas por un hilo que es el de la literatura y mi papel como lector, escritor y editor. Y esto me permitió en 15 páginas algunos otros planteamientos que dejo abiertos: ¿Uno es elegido por la literatura para incorporarse a ella? ¿Cuáles son las fuerzas que funcionan para que el instinto lleve al joven a ese destino? Y al estar trabajando encontré vasos comunicantes, etapas de mi vida que se revivificaban.
``He estado a punto de morir al menos en tres ocasiones, en un accidente, un asalto y una operación. Y a la distancia veo cómo todas esas pruebas y la sensación de estar en el umbral, intensifican la vida aunque después uno vuelve a la existencia, a los hábitos de siempre. Pero, para volver a la respuesta de la pregunta, creo que el pasado lo tiene uno siempre congelado y de repente una película o algo que leo me retrotrae 50 años atrás cuando vi aquella película durante mi adolescencia. Eso me hace recrear no sólo el filme sino las circunstancias de ese tiempo. De ahí salen mis ensayos.''
-¿Qué une a los autores que viajan por las páginas de su nuevo libro?
-Mi pasión por la literatura, pero especialmente por una literatura rica en tramas: es mi pasión por el arte de contar historias. Pero también es mi revancha sobre ciertas escuelas literarias que eran fuertes cuando empecé a escribir novela, donde la trama estaba condenada y la existencia de los personajes también, porque siempre tenía que haber un testigo que tocaba las cosas; era el chosismo (o cosismo) de le nouveau roman francés que condenaba a Dickens, a Balzac y a los autores del XIX (menos a Flaubert, que se salvaba por su estilo) y los mandaba al limbo, al cuarto de los vejestorios. Así que el libro es una revancha porque ésta es una época de novelas que relatan, que cuentan: ahí tenemos las novelas inglesas y la nueva novela española; a los latinoamericanos y los estadunidenses, ni se diga.
-Sus favoritos son ésos que relatan, pero desde la parodia y la excentricidad. ¿Qué le proporcionan esos tonos?
-Muestran otra cara de la historia. Shakespeare, por ejemplo, escribió tragedias y comedias. Y en ambas hay las mismas claves y obsesiones, pero tratadas en un tono diferente. La misma entidad era una cara por un lado y otra cara por el otro.
``El Quijote, por ejemplo, nos da una imagen del Renacimiento en España y de las ideas renacentistas en general, como muy pocas obras dramáticas. La comicidad es un elemento fundamental en las artes. Cuando el rostro jocoso, cuando la carcajada está en el mismo nivel que el horror, como en Goya, una obra me resulta excepcional. Pero hay autores que me son incompatibles. Ortega y Gasset, por ejemplo, quien es admiradísimo y mucha gente inteligente lo elogia. Pero su manera de regañar al lector, su severidad gazmoña, su prepotencia y esa falta de una sombra, aunque sea lejana del humor, me hacen imposible su lectura.''
-¿En México los escritores han transitado más por la vía de la severidad?
-Hay una corriente muy severa en la narrativa mexicana. En algunas de las grandes novelas como La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, o Al filo del agua, de Agustín Yáñez, imperan tonalidades densas. Sin embargo, en Rulfo hay una comicidad, un elemento lúdico fuerte, dentro de la apariencia trágica. El arte mayor es mantener las dos caras con la misma intensidad.
-¿Permanecen en usted la lectura y el sueño como placeres e impulsos de creación?
-El sueño, en efecto, es un placer. Pero un placer masoquista porque los sueños generalmente son aviesos, te meten como testigo o personaje de un pequeño infierno del cual no sabes cómo podrás salir. Y sí, son creativos, una forma de escape que permite que tus escenas sublimes o infernales no se queden siempre adentro para que no tengas que acorazarte contra ellas.
Inadmisible, copiarse
``Ahora mis sueños se han transformado. No sé si porque tomo medicina o es manifestación de la vejez: ahora no tienen zonas violentas ni de riesgo ni pérdida. Son pusilánimes, con cosas fastidiosas porque no puedo salir de ellos aunque no pase nada, como si fuera un tiempo muerto. La parte terrible es que uno va como sobreviviente y no hay interés.''
-¿Cómo combatir el desinterés y, por añadidura, la complacencia?
-Eso debe cuidarse mucho. Recuerdo haber leído en Bioy Casares que el autor tiene derecho a tomar estímulos de otros escritores, pero lo que no debe permitirse nunca es copiarse, citarse. Y uno ve eso mucho en los escritores del mundo cuando a determinada edad empiezan a producir una prosa que parece caricatura del lenguaje de antes, de sus mejores ensayos, y que se ha vuelto una lengua vegetativa, parásita, que se alimenta de la savia pero que no es la savia. Por su lado, Guide decía que el único consejo era no aprovecharse del impulso adquirido, no continuar con el efecto del libro anterior.
-Cioran dice que el escritor muere de sensatez. ¿Qué dice usted al respecto?
-El escritor muere de aburrimiento del mundo y al poner su literatura al servicio de los poderosos y de los ignorantes, que son los mismos. Muere por el elogio recibido o el que le gusta dar a otros sin sentido. Muere también cuando descuida a su instinto y quiere ser otro.