México, espectáculo cultural más relevante de América
César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal., 4 de diciembre Reconocido en su país de origen y fuera de él por premios como el Rómulo Gallegos o el diploma al mérito en letras por la Fundación Konex, Abel Posse ha dedicado su vida casi a partes iguales a ejercer la diplomacia y la literatura. Entre sus obras encontramos El viajero de Agartha (que le valió en el 89 el Premio Internacional Novedades), Los bogavantes, Daimón, Los perros del paraíso, El largo atardecer del caminante y la más reciente, Los cuadernos de Praga (Atlántida), motivo por el cual participa en la Feria Internacional del Libro.
-Hable de la investigación que lo lleva a escribir Los cuadernos de Praga.
-Primero fue el impulso. Estaba yo en Praga desempeñando funciones de trabajo y supe lo que se había mantenido en secreto tanto tiempo, que Ernesto Guevara estuvo ahí, disfrazado, en un momento decisivo: después del Congo y antes de la batalla final en Bolivia. Fueron seis meses de 1966 que le resultaron muy importantes.
``Así, comencé a pensar en ese Guevara imaginario con el cual me cruzaba cuando yo mismo caminaba por Praga. Pensé siempre en la crisis de él en esos meses, su decisión política tremenda, su asma y su nostalgia. Todos esos me parecieron elementos novelescos importantes.
``Las cuatro biografías que aparecieron con motivo de su aniversario son muy buenas, pero no pueden cubrir ese viaje a la intimidad que cae dentro del campo del novelista.''
Jugar al todo o nada
-Es posible que lo dicho en la novela se tome como real. ¿Pensó en ello?
-Podría existir si el novelista se dejase llevar por impulsos afectivos. Pero Guevara no es un hombre que despierte afecto sino más bien admiración. La suya es la vida de un guerrero, no está muy cercano de la sentimentalidad.
``Creo que pude controlar eso y traté de fundamentar mi novela en lo que respecta a la peripecia política en datos que no han sido negados y que coinciden más o menos con lo que se conoce hasta ahora más unos agregados que provienen de la investigación personal. Por ejemplo, el hecho de que Guevara se movió apretado entre la indiferencia y la oposición de los soviéticos, aparte de la distancia de los chinos ante los movimientos revolucionarios en ese momento.''
-Usted fue diplomático en la ex URSS. ¿Qué le dejó para esta novela esa estancia?
-Me atreví a imaginar lo que sintió el Che viendo a la URSS en la época de la decadencia. Yo estaba en Moscú, cuando el fue capturado y ultimado por el ejército de Bolivia. Yo vivía la etapa de decadencia y el socialismo en la URSS que no se decidía a librar la batalla final y pienso que Guevara lo apreció igual en Praga: el escepticismo de los estudiantes, el interés por la moda estadunidense, el desencanto del fervor revolucionario. El vivió todo eso, pero precisamente porque era un Quijote, un hombre osado que prefería la idea poética al crudo realismo de ganar o perder, se vio impulsado a la revolución.
-Escribir la novela le tomó, luego de la muerte del Che, varios años de reflexión o de espera.
-Estuve en Praga en 1990. Pasé por Rusia cuando él libró la batalla de Bolivia y murió. Y después me sucedieron muchas cosas, viví en varios países y en Praga fue donde reconstruí su paso por el sitio. Además de conversar con muchas personas de Cuba que lo acompañaron en las aventuras de esos años.
-Otra de sus obras que ha sido muy comentada es La pasión según Eva, que versa sobre Eva Perón. ¿Qué tanto los mitos sociales como el de Guevara o el de Evita son los detonadores para escribir?
-Se trata de dos personajes argentinos ideales, desde mi punto de vista, para la capacidad que tiene el género de novela de acercarse al gesto, a la circunstancia. En ellos quise ver lo marginales que eran y cómo se transformaron al paso del tiempo en mitos internacionales. El parentesco entre ellos era que desde fuera se les podía ver como personajes de novela. Me fascinan los seres que tienen la grandeza shakesperiana o nietzscheana y que nos obligan a la admiración por el coraje, por el uso de la vida en el heroísmo.
``En una etapa gris como la nuestra, en que el hombre está proyectado a su dimensión más mediocre, me parece que incluso hay algo provocativo en exaltar a estos seres que jugaron el tiempo de su vida a todo o nada.''
El peronismo, reivindicación social
-¿Cuál es su apreciación del peronismo a la distancia?
-Lo veo como un gran movimiento social que fue muy confundido y vituperado. Pero hay que reconocer que para Argentina y para toda América Latina significó una guía de escepticismo frente al capitalismo oligárquico y salvaje de nuestros países. El peronismo fue una reivindicación social. Argentina, antes de Perú, se había constituido como una sociedad muy rica, poderosa incluso culturalmente, pero para los años treinta se había acumulado una gran crisis social. Le tocó a Perón la tarea de democratizar el país, lo cual fue de extraordinaria importancia.
-Diga cómo ha combinado su crecimiento académico, sus tareas dentro de la diplomacia y el oficio de escritor.
-No sé si he hecho una buena combinación. Sospecho que, como decía Borges, cada hombre es por lo menos dos o tres hombres, y que la circunstancias nos ubican en una sola posición. Pero lo cierto es que los hombres somos múltiples. En mí esa manera de conducirme en varios campos se dio sin mucha dificultad, quizá por un don natural que me lleva a la esquizofrenia: soy el hombre público que trabaja en una profesión tan especializada como la diplomacia y soy el escritor que es un provocador privado. Creo que los dos se complementan y se ayudan. El diplomático controla un poco al escritor. En general el escritor en América Latina es una persona aislada y exagerada frente a la realidad, es alguien que no tiene conciencia del poder. Mientras que el diplomático está educado en el universo de lo posible. No me he arrepentido nunca de ser ambas personas.
-Por último, ¿qué le representa México, un sitio en donde recibió hace nueve años un premio internacional?
-México es uno de los epicentros dentro de nuestra no muy extensa vida cultural latinoamericana. Es un sitio en que coinciden el pensamiento universal y el regional. México es el espectáculo cultural más importante de toda América.