Aumentará la presión delictiva por la crisis, advierte el titular de la SSP
Plantado en el ojo del huracán, el secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero, admite que su trabajo al frente de la Secretaría de Seguridad Pública tendrá ``consecuencias sustanciales'' en las elecciones del año 2000. Pero advierte: ``No sería justo para los que vivimos en esta ciudad, que la inseguridad se convirtiera en un factor de botín político''.
En entrevista con La Jornada, el máximo jefe policiaco hace un recuento de las acciones emprendidas durante su gestión; prevé una policía ``no tan numerosa y mucho más eficiente'' para el final de sexenio y sostiene que su papel es el de ``un representante de la sociedad'', en función de un proyecto en el que cree. Por eso plantea la urgencia de ``romper los círculos de la corrupción y la impunidad'' con la participación de los ciudadanos, y reitera la sentencia a todos los elementos de la corporación: o dan resultados o se van.
``Todos estamos a prueba. No sé si nos habremoos equivocado o no hasta que termine esta administración y hagamos el juicio todos los ciudadanos'', asegura el titular de la SSP, quien no duda en señalar: ``No tengo otra opción en esto y no hay mucho para dónde hacerse''.
Cumplidos tres meses de que tomó posesión del cargo, en sustitución de Rodolfo Debernardi, primera carta de esta administración en materia de seguridad, y a un año de gobierno perredista en la ciudad, Gertz Manero asegura que ha habido avances en el proyecto que encabeza Cuauhtémoc Cárdenas, el cual ``tendrá que irse consolidando y justificando''.
Plantea una perspectiva ``muy angustiante'' para 1999, pues la crisis económica nacional será factor de crecimiento de la presión delictiva en la ciudad. Pero aclara: ``Nosotros no podemos plantearnos un proyecto de seguridad sobre esa base. Tenemos que generar la ruptura de la corrupción y la impunidad; la situación económica no la vamos a arreglar nosotros''.
Relajado, el secretario acepta abordar todos los temas, durante más dos horas de entrevista. Habla de las presiones de grupos internos de la institución y de su función en el proceso democrático de la ciudad. Acepta diferencias de coordinación con el procurador Samuel del Villar, las cuales considera ``normales'' en una etapa inicial. Gertz defiende la creación de un grupo de información en la SSP, para contar con elementos de planeación, y reafirma su lealtad a Cárdenas, ``por convicción al hombre que abre el proceso democrático del país'', y a su proyecto político.
Rechaza, en cambio, calificar el trabajo de su antecesor, aunque reconoce que desde el Consejo Consultivo de Seguridad advirtió al jefe de gobierno que los planteamientos no estaban permeando en la policía: ``Hacíamos propuestas y nos daban atole con el dedo''. Incluso, se da el gusto de hacer una broma, a propósito de su participación en actividades editoriales y en las empresas de teatro: ``Yo escribía novelas policiacas''.
Adquiere seriedad, en cambio, cuando se refiere a la dimensión de la inseguridad: ``¡Esto está del diablo!''
Corrupción e impunidad, de la mano
Para Gertz, la inseguridad es ``uno de los daños más graves'' que dejó la anterior administración. El fenómeno, dice, creció ``amarrado'' a dos grandes estructuras: la corrupción y la impunidad. ``La delincuencia no tendría las dimensiones que actualmente muestra en el país, si no estuviera amarrada a esos dos ingredientes, con una fuerza de impulso fundamental que es la crisis económica''.
Al inicio de esta gestión, advierte, no había control de la asistencia, los registros eran ``muy primitivos'' y desordenados, los expedientes estaban incompletos y cada una de las áreas era ``un sector de monopolio intocable''. Por ello, su primer paso ha sido ordenar la estructura. Pero poner orden en una nómina de 35 mil personas, dice, ``es una tarea titánica''.
Gertz Manero confía, sin embargo, en su proyecto de ciudadanización de la policía. ``No soy Supermán, sino un ciudadano de buena fe que trabaja honradamente en solucionar un problema suyo y mío, la seguridad''. Abunda: ``Si abrimos a la sociedad y a los policías los llevamos al instituto, les damos un curso de mandos de supervisión para cosas sencillas, como pasar lista, ver que estén en su lugar, checar que coincida su presencia con los índices delictivos en la zona, los apoyamos en las detenciónes, vamos a encontrar gente buena. Son cosas muy elementales y es ahí donde hay que dar la batalla, pues no se ha dado nunca''. Para ello, advierte, tiene que haber una estructura honesta que permita esa participación, pues de lo contrario ``se vuelve una tomada de pelo. Aquí hay mucho peligro de que uno empiece a generar demagogias, mentiras, payasadas y actos irreflexivos''.
En este punto, el secretario es inflexible: ``Que los policías no sepan lo que está pasando no es creíble ni aceptable. Hemos tenido miles de testimonios de que muchos de los ladrones están bajo la protección y el control de los propios uniformados, porque se trata de delincuentes habituales, profesionales, con una historia criminal que los amarra y los hace depender de quienes los explotan. Si no estás del lado de quien combate el delito, te encuentras con el que lo protege, no hay de otra''. Y no da tregua: ``Ninguno de los que estamos aquí está por obligación, sino porque queremos. El deber de un ciudadano que no quiere participar en la corrupción es no hacerlo. Así de fácil''.
La única opción, dice, es dar resultados. ``Cuántas veces hemos visto ese show de tercera, donde van todos estos tipos (policías), se visten de Rambo, le dan de culatazos a todo el que se presenta por ahí, desahogan todos sus rencores, es la ilusión de su vida, y al día siguiente todo el mundo dice: bueno, pero otra vez salieron con la payasada. Eso no se vale''.
El proyecto y las presiones
Académico, empresario inclinado a la literatura, Gertz cumple tres meses al frente de la SSP y sigue sólo en la cúpula policiaca.
``Lo que estoy tratando de hacer es un proyecto, no llevar gente que sea más o menos cercana a mí. Para mantener funcionando una estructura tan grande como ésta, los cambios deben hacerse con responsabilidad''. El secretario deja ver que las modificaciones no se darán en los mandos de primer nivel, que son los que mejor conocen la operación policiaca. ``Los primeros niveles de la SSP se han cambiado en una forma verdaderamente impresionante y nunca pasa nada. No está ahí el problema''.
Las presiones se han dado de otra manera, como cuando hizo los primeros cambios en la estructura sectorial y se dispararon los índices delictivos. ``Me mandaron decir que si empezaba a cambiar a esos sectores, iban a responder subiendo el índice delictivo. Por eso los llevé ante la prensa, para que ellos se los explicaran y quien haya estado ahí se dio cuenta de que no lo pudieron explicar''.
El tiempo juega en contra y Gertz lo sabe. ``La ciudadanía no se convencerá más que cuando sienta que hay un margen razonable de seguridad'', advierte. ``Diariamente siento la presión de la opinión pública, cuando antes, la gente que estaba en mi puesto no la tenía, eran unos dioses, inaccesibles, no sabíamos ni quiénes eran ni cómo''.
Sin embargo, el funcionario sostiene que no puede darse un plazo perentorio a la seguridad. ``No hemos podido cambiar la desconfianza'', admite. Pero a cambio se tiene una oferta de honestidad, dice: ``¿Qué le puedo ofrecer a la gente? ¿A qué vine, a ganar un sueldo y a que me vapuleen todo el día, a que me odien y un día me de un balazo? Pues ni que estuviera yo loco. ¿Qué voy a ganar? ¿Un sueldo? ¡Por favor!''
Para el 2000 vislumbra una policía selectiva, mejor preparada y más incentivada. ``Los uniformados no tienen por qué abarcar toda la ciudad, tienen que estar distribuidos de acuerdo con el índice delictivo, en las horas, los momentos y los lugares donde se realizan los delitos. Todo el mundo le puede contar en qué esquina asaltan todos los días; lo saben todos, menos los policías''.
De la hermandad, dice, no ha tenido más señales. Aunque sabe que se trata ``del juego del gato y el ratón''.
Sobre la responsabilidad de los poderes Judicial y Legislativo en la perversión del sistema de seguridad, el secretario sólo dice: ``Si son tres partes, cada uno nos llevamos la nuestra y se acabó. Yo no tengo tantos problemas frente a las estructuras legales vigentes. Sí creo que hay algunos artículos del Código Penal que tienen que modificarse. Pero ¿por qué no primero hacemos que esas leyes funcionen y una vez que estén todas probadas, vemos qué cambiamos? La ley penal no es un galimatías espantoso, a menos que uno quiera convertirla en eso''.
El secretario aclara que sí formó un grupo interno de información en la SSP, el cual ya está trabajando, pero no como un área de inteligencia policial, como se le ha llamado al equipo que encabeza Miguel Angel de la Torre. Explica: ``Para tener un mínimo de eficiencia, tenemos que contar con un mínimo de planeación en los servicios de prevención de seguridad. Se necesita gente que reciba esa información, la procese. Todo eso me sirve para hacer los programas que entrego cada semana. Creo que eso se tiene que hacer, es una necesidad de planeación elemental en cualquier tipo de servicio de policía preventiva''.
De Samuel del Villar dice: ``Es un amigo al que conozco prácticamente desde niño''. Es natural que al principio, con el cambio, hubiera ``diferencias y falta de comunicación, porque no nos habíamos podido coordinar, no habíamos establecido una relación de trabajo adecuada, y que se magnifica muchas veces porque alguna crisis de cualquier naturaleza se hace grande''. Pero el afecto continúa y ``estamos apoyándolo en todo''.
¿Y la lección, como secretario de Seguridad Pública?
``Todavía no empieza''.