Marco Rascón
Eleocadio /y II

Sano por lo demás, lo constituye un órgano político que sabe renovarse y ubicar a sus fundadores, ex directivos y miembros distinguidos, pues con el argumento de la experiencia, en el PRD empezaron a crearse vicios tempranos de quienes se consideran indispensables y saltan de un aparato a otro del partido, dando lugar a que el profesionalismo político sea sustituido por una visión burocrática y de derechos oficiales.

La postulación de los representantes de ambos grupos políticos, contraviniendo el estatuto, con el apoyo de resoluciones del mismo aparato, afectaría la tradición legalista del PRD. No se puede hacer un congreso ad hoc, porque eso significaría -en este caso- optar por la legitimación del oficialismo y los derechos absolutos de la burocracia; nacería la práctica de sucesores oficiales designados por el propio aparato en contra de la decisión mayoritaria y libre del partido.

Hay quienes se preocupan ``por la unidad'' del partido y ven con preocupación que haya tantos candidatos. ¿No fue para ello que las mismas corrientes establecieron el sistema de planillas, quienes proporcionalmente por votos quedan integradas a las instancias de dirección, privilegiando grupos en paquete en contra del desarrollo y los derechos políticos de cada miembro para ser candidato en equidad a instancias de dirección del partido?

Los candidatos del aparato han reaccionado en defensa del aparato y eso esta a la vista; por eso, con el silencio muchos se han unido a la campaña contra Eleocadio, el demonio que vino de provincia y dio como domicilio un pobre hotel de paso. Se dice que Eleocadio no dio la cara. ¿La dieron acaso los dos representantes de ambos grupos durante el debate sobre Morales Lechuga en el pasado quinto congreso?

La pregunta no es quién es Eleocadio, pues éste puede ser cualquiera de los 10 millones de mexicanos afiliados al PRD. La pregunta verdadera es: ¿respetará el PRD sus propios estatutos? O se declara indispensables a los dos precandidatos oficiosos a la presidencia del partido, utilizando la vieja práctica nacional de interpretar la ley y darle aplicación discrecional. No puede violarse un criterio político acordado por el quinto congreso, el cual no permitió reformas al artículo 19, precisamente para equilibrar los derechos de la base del partido, con la fuerza del aparato e impedir el oficialismo.

Esa es la verdadera pregunta que la burocracia pretende eludir con trampas, pactos y resoluciones de órganos que no tienen facultades para ello, como el Consejo y el Comité Ejecutivo Nacional, el Consejo Político y campañas contra Eleocadio; no hay que temer a coincidir con Eleocadio, aunque no lo conozcamos ni sepamos a qué grupos o corriente pertenece. Simplemente Eleocadio, como cualquier miembro de base del PRD, tuvo razón y derecho pleno en demandar la opinión del organismo adecuado y por ende el cumplimiento de la legalidad interna del partido.

PD. Siempre la burocracia dice que no es tiempo de hablar porque se pone en riesgo la unidad del partido. Ahora no, ahora es el tiempo justamente de abrir la discusión en el país sobre el partido y la dirección que necesita éste para el 2000, pues el compromiso y el reto es histórico, y la burocracia no da el perfil de credibilidad, ni legal, ni político.