La Jornada 30 de noviembre de 1998

La esterilidad de la democracia alienta el autoritarismo: Fuentes

Mónica Mateos, enviada, Guadalajara, Jal., 30 de noviembre Ť Carlos Fuentes advierte: ``La democracia latinoamericana tiene que empezar a producir resultados, pues si se asocia con la pobreza, con la miseria, con la angustia de las personas, entonces la gente va a empezar a pedir la mano dura. Estamos dependiendo del capital financiero, despreciando nuestro capital humano y no dándole todas sus posibilidades. Vamos rumbo a una catástrofe política''.

La naturaleza de la democracia es ser imperfecta, opina Fuentes, quien se descarta como ideólogo o promotor del compromiso político de sus colegas: ``El único deber de la literatura es mantener vivas la imaginación y la palabra''.

La revolución del espíritu femenino que se gesta a la par de la revolución obrera, mediante el personaje Laura Díaz, ocupa el entramado de su más reciente novela que saldrá el próximo año. La misma Revolución mexicana, afirma el escritor, ``no secuestró la palabra ni la inteligencia'' por lo que prosperó en el país una literatura mexicana que nunca estuvo ``ni muerta ni encarcelada''.

Literatura y arte, calar profundo

Fuentes recuerda los ``actos autoritarios'' que sufrió durante el gobierno de Díaz Ordaz, y como entonces, sostiene que ``la literatura y el arte duran y calan más que la noticia inmediata'', circunstancia que los gobernantes ignoran.

Sus 70 años de hombre enamorado, sus secretos y el placer del conversador, rondan la plática que el autor de Cambio de piel sostuvo con La Jornada.

-Ayer, en su intervención durante el homenaje que la Feria Internacional del Libro rindió al editor Jesús de Polanco, usted habló del silencio literario de 40 años que vivió España durante el régimen franquista. México, a su vez, ha padecido un mismo discurso durante casi siete décadas. ¿Piensa que esa situación ha provocado silencios?

-La Revolución mexicana, con sus defectos, no logró congelarse en un sistema ideológico totalitario; no se puede comparar la situación de los 70 años de la regencia del PRI, por muchos aspectos negativos y desagradables que tenga, con un régimen totalitario como el de Franco en España, o el de Hitler en Alemania o el de Stalin en Rusia. Es una Revolución original que, en nombre de sí misma, sí estableció un sistema autoritario -su aspecto más negativo- pero que no pudo secuestrar totalmente la palabra y la inteligencia como lo hicieron los regímenes autoritarios del siglo XX.

``Siempre hubo ese margen de posibilidad de expresarse, así lo demuestran la poesía y la novela mexicanas, así como el hecho irónico, que habla mucho de la inteligencia y del cinismo de la Revolución, de entregarle murales a los críticos de los gobiernos de ese movimiento para que caricaturizaran al régimen. Me pregunto qué deben haber pensado ciertos gobernantes mexicanos al pasar todos los días por las escaleras de Palacio Nacional y verse convertidos en unos seres ridículos y sangrientos en los murales de Diego Rivera. Es decir, nunca hubo un régimen totalitario aquí, no es cierto que hubo una dictadura perfecta como dice Mario Vargas Llosa, eso nunca fue cierto, no fue ni siquiera una dictadura y si lo fue, fue imperfecta. Ahora pasamos a una democracia igualmente imperfecta, pero la naturaleza de la democracia es ser imperfecta, es nunca alcanzar su objetivo que es la libertad. Democracia significa luchar por la libertad todos los días aun a sabiendas de que se va a fracasar y de que habrá dificultades.

``En este sentido, la literatura mexicana no ha tenido silencios. Lo demuestra la historia del siglo XX. Es una literatura que va de Azuela y Guzmán a Rulfo y Yáñez, y a los escritores de mi generación y a los más jóvenes; que va de Ramón López Velarde al grupo de los Contemporáneos, a Pellicer, a Gorostiza, a Villaurrutia, a Octavio Paz, a Sabines. No es una literatura muerta ni encarcelada, esto hay que reconocerlo. Que existen actos autoritarios en contra de las artes, sí, los ha habido. Yo sufrí uno de parte del gobierno de Díaz Ordaz, cuando impidió la filmación de una novela mía, Zona sagrada, a raíz de los eventos de Tlatelolco; él dio órdenes de que no se filmara la película, ya estaban ahí los actores María Félix, Enrique Alvarez Félix, el director y mandó a decir el presidente que no, y pues no, se acabó.

``También ha habido actos autoritarios sobre todo en contra de la prensa, en contra de la libertad de expresión; ha habido un dominio obsecuente de la televisión durante mucho tiempo, eso es cierto. La literatura y el arte, por ese motivo, han jugado un papel aún más importante en México, por el margen de libertad que se supieron ganar en la falsa idea de los gobernantes de que la literatura y el arte son secundarios, minoritarios y llegan a pocas personas. No se dan cuenta que durán y calan más, y son más profundos que la noticia inmediata.

``Tuve dos encuentros con Díaz Ordaz, los dos muy desagradables. Pero en uno se puso como él solía ser, muy altanero y muy rabioso. Me dijo: `Yo soy el presidente'. Y le respondí: `Sí, pero usted nada más dura seis años y yo duro toda la vida porque soy escritor, es la diferencia.''

-En esta época de transición, ¿hacia dónde tiene que enfocar su energía el trabajo artístico, no sólo el literario?

-La libertad es la palabra de orden de la literatura y de las artes en general. No pueden obedecer consignas ajenas a ella misma. No soy de los ideólogos que le piden a los escritores asumir una responsabilidad política. El escritor cumple con una extraordinaria responsabilidad social y política escribiendo, es decir, manteniendo vivos la imaginación y el lenguaje. Una sociedad sin imaginación y sin lenguaje sí puede ser presa de los peores autoritarismos y dictaduras.

``Lo que hace un escritor, cuando interviene en política, es actuar como ciudadano y eso nos está permitido a todos, ¿no? Pero que no se confundan los deberes de la literatura, que son la imaginación y la palabra, con los deberes del ciudadano, que son la opinión y la militancia a favor de tal o cual tendencia política.''

La mano dura, ¿una esperanza?

-Como ciudadano, ¿cuál es su principal preocupación en este momento?

-La consolidación de la democracia mexicana frente a las acechanzas que vemos, no sólo en México sino en América Latina, de impaciencia popular. La gente dice, ¿para qué quiero la democracia si no me da de comer, si no me educa, si no me da salud? Es decir, asistimos a un proceso sumamente peligroso; en toda la región se establecen regímenes democráticos, electos, con parlamentos, con partidos, pero al mismo tiempo hay un descenso radical de los niveles de vida, de empleo y de educación. Si la democracia se asocia con la pobreza, con la miseria, con la angustia de las personas, entonces la gente va a empezar a pedir la mano dura. Por ejemplo, es muy posible que el próximo domingo sea electo Hugo Chávez como presidente de Venezuela; él es un militar golpista de mano dura que está respondiendo a un clamor popular: `La democracia no nos da lo que queremos. A ver si nuevamente la mano dura nos lo da'.

``Esto es un grave peligro para países de fisonomía democrática muy débil como los de América Latina. La democracia latinoamericana tiene que empezar a producir resultados, a demostrar lo que el primer ministro francés Leonel Jospin dice: `muy bien, somos una economía de mercado, pero no somos una sociedad de mercado'. La sociedad no puede ser mercado, tiene que fundarse en los recursos de la cultura, del trabajo, en suma del capital humano, en la reserva humana de un país.

``A una nación que no sabe emplear su capital humano de muy poco le sirve su capital financiero y lo vemos en todo el mundo; estamos dependiendo del capital financiero y despreciando nuestro capital humano y no dándole todas sus posibilidades, vamos rumbo a una catástrofe política.''

-Es como crear una bomba de tiempo.

-Pues sí. Se necesita apresurar el paso. Y creo que nos están dando un buen ejemplo las socialdemocracias europeas en las que hay un equilibro -que es lo que siempre he proclamado a lo largo de mi vida- entre los sectores público y privado y la sociedad civil. Que exista un equilibro entre esos tres factores de nuestra vida y nación es lo que nos puede salvar. No podemos pasar del dogmatismo estatista al dogmatismo neoliberal. Hay algo más: en medio está la gente, está la sociedad civil, está la cultura, están las reservas de trabajo tan extraordinarias que tiene México y que no sabemos utilizar. Eso empieza en los municipios, en los pequeños poblados, empieza con la capacidad de las personas de organizarse libremente por sí mismas en comunidades indígenas, en comunidades agrarias que establecen sus propios métodos de gobierno, de trabajo, en beneficio de ellos mismos, pero de toda la nación, finalmente.

-¿Cuál sería la vacuna contra la falta de sensibilidad de los hombres en el poder?

-La opinión pública. Es tener un periodismo, una televisión, una literatura, un pensamiento crítico que esté señalando estos hechos.

-Ante esta crisis, los jóvenes creadores ¿qué opciones tienen para desarrollar sus propuestas artísticas?

-¿Cuándo no hemos estado en crisis? Hay todas las opciones. No estamos en un proceso de crisis, sino de transición en la que vamos a tener que colaborar todos para ajustarla a realidades, a utopías posibles. No hay que olvidar eso, porque a veces hay una actitud tecnócrata sumamente chata y miope que no ve más allá del pizarrón. Son los chicos del pizarrón. Hay que pensar en las utopías posibles de las que habló Ricardo Lagos en la Cátedra Julio Cortázar; hay que tener esa visión de lo que se quiere lograr a la larga, aunque en ese `a la larga' todos estemos muertos, pues ese tiempo es el de nuestros hijos, el de nuestros nietos y tenemos que ayudar a preparar un buen sentido. No podemos pensar egoístamente únicamente en nuestra generación.

Escribir, profesión solitaria

Escribir, para Carlos Fuentes, es una profesión muy solitaria, sobre todo cuando lo hace en Inglaterra, donde no suele ver a nadie. Se levanta a las cinco de la mañana, escribe desde las seis de la mañana hasta mediodía. Luego se pone a leer de tres a seis: ``Llevo una vida muy disciplinada, pero a veces se necesitan las personas, el contacto. Entonces regreso a México, donde sí me doy un baño de amigos y me gusta dictar conferencias en todos lados para entrar en contacto con la juventud, con ideas nuevas, todo eso me vigoriza''.

-Háblenos de la próxima novela que publicará.

-Laura Díaz es una narración en tercera persona aunque con bastantes monólogos interiores. Siempre la concebí como un contrapunto con otra novela mía, La muerte de Artemio Cruz. Más o menos ocurre en la misma etapa histórica, aunque Laura Díaz inicia con la llegada de mis bisabuelos inmigrantes alemanes a Catemaco, Veracruz, y termina un siglo más tarde con la matanza de Tlatelolco.

``A lo largo de ese siglo es la historia de una familia y la historia de una mujer en esa familia y la historia de cómo esa mujer en esa familia por medio de su experiencia como niña, como jovencita, como novia, como esposa, como amante, como madre, finalmente llega a encontrarse a sí misma, llega a encontrar la razón de su vida, su profesión, su dirección personal, su independencia.

``Es un largo trayecto porque no es fácil ser una mujer independiente en México, no se logra de la noche a la mañana. Precisamente lo que trato de demostrar es que se requiere una larga experiencia y pasar por muchas etapas para llegar a la plenitud que creo llega finalmente mi personaje en una cierta etapa de su vida.''

-¿Es con ese espíritu femenino con el que se mira el acontecer en México?

-Sí, es un punto de vista femenino, personal. La Revolución mexicana pasa de una manera tangencial por Jalapa, donde vivía mi familia cuando mis padres y mis tíos eran jóvenes y el único recuerdo que tenían de la Revolución es que mi abuela les echaba encima colchones para protegerlos de las balas, cuando pasaban las bandas revolucionarias tiroteando las calles en su camino hacia el puerto. No les importaba mucho Jalapa, por eso la Revolución no tuvo esa relevancia ahí. Tuvo una gran importancia, y eso sí lo reflejo muchísimo en mi libro, el anarcosindicalismo y el movimiento obrero.

``Me detengo mucho tiempo en cómo el anarcosindicalismo entró por Veracruz y la fuerza que adquirió el movimiento obrero a raíz de los acontecimientos de Río Blanco. Narro una revolución que tiene más que ver con el mundo del trabajo, de la organización del trabajo, de la organización sindical y de la lucha política que de la lucha armada. Laura Díaz no tiene nada que ver con la Adelita, es una muchacha de clase media alta, hija de propietarios de una finca cafetalera; se casa con un dirigente obrero surgido de los batallones rojos de la Revolución, que se traslada a la ciudad de México e inicia su vida de cónyuge. Así empieza la historia.''

-La voz y las inquietudes de Laura Díaz, ¿se parecen a las de Frida Kahlo o de Tina Modotti?

-No creo que mi personaje sea emblemático en el sentido en el que podrían serlo ellas u otras personas. Frida Kahlo es protagonista de esta novela, aparece mucho porque hay un momento en que Laura Díaz trabaja para Frida y viaja con ella y con Diego a Detroit, cuando él pintó los murales allá. Pero Laura Díaz es una mujer que usted y yo conocemos, que hemos tratado, sabemos muy bien quiénes son o quién es. Leyendo la novela lo va a saber.

-¿Es cierto que se trata de su última novela?

-No, no, no, esa es una mala interpretación del Financial Times, de Londres, un periódico muy influyente que me hizo una entrevista y yo les dije que si esta novela me satisfacía plenamente, pues para qué escribir más. Pero no conozco un solo novelista cuya última novela le satisfaga plenamente. ¡Caramba!, Gustave Flaubert escribió Madame Bovary, una de las obras maestras de la novela, y tan no se sintió satisfecho que siguió escribiendo Salambó, La educación sentimental y se fue por muchos otros caminos y muy variados porque es un escritor muy ecléctico. De modo que fue simplemente una forma irónica de decir que si me satisface Laura Díaz no habría por qué escribir más. Pero imagínese que ya estoy escribiendo dos novelas más.

-¿Ha escrito poesía?

-¡Uy no!, yo no me atrevo, ¡qué barbaridad!

-¿Por qué?

-Porque no soy poeta, yo lo sé.

-Se lo pregunto porque en algunas de sus obras hay muchas imágenes poéticas. Aura, por ejemplo, es como un poema mágico.

-La poesía está presente en toda obra literaría. Decía Tovalor: la poesía es el terreno común de la literatura, todo surge de la poesía, si no hay poesía no hay novela, no hay relato, no hay ensayos, a veces ni siquiera hay economía, pero la base es la poesía, porque la poesía es el lenguaje y el lenguaje es el origen del ser parlante y sin poesía ni lenguaje no escribiríamos novelas ni haríamos discursos políticos.

Combatir la página en blanco

-¿Qué papel ha jugado el amor en estos 70 años de su vida?

-Pues quisiera tener 70 años más para seguir amando a mi esposa. El amor, la literatura y los amigos son los tres pilares insustituibles de mi vida.

-A manera de ejercicio de imaginación borgiano, ¿qué consejo le daría Carlos Fuentes de 70 años, a su otro yo, Carlos Fuentes de 25 años, a punto de escribir La región más transparente, si se encontraran frente a frente?

-Lo que hice entonces: que combatiera la página en blanco, porque por ahí se empieza, con una angustia tremenda para adquirir un oficio. A mi edad ya tengo el oficio y no me angustia tanto porque he aprendido muchas maneras de escribir como son darme largos paseos la noche anterior a que inicio mi jornada de escritor, en los cuales pienso y pienso y pienso en lo que voy a escribir. Eso facilita mucho lo que ocurre al día siguiente. Llegar así, con la idea de que ``yo soy escritor y tengo una energía de león, me voy a sentar y me va a salir'', produce angustia. A mí me produjo úlceras. Pero ya no me sucede eso, porque pienso mucho lo que voy a escribir y entonces ocurre el milagro: que todo lo que he pensado y apuntado se disuelve en el acto de escribir y aparece otra voz, misteriosa que me dicta lo que sí voy a escribir y eso es lo que escribo. A veces son mis sueños perdidos o una voz que me está dictando y, finalmente, lo que escribo no se parece a lo que tuve preparado.

-¿Cómo se nutre esa voz libre que brota frente a la página en blanco?

-Se nutre mucho en el sueño, en el inconsciente, y en esos momentos que nos ciegan de placer como es el acto sexual, o una charla con amigos muy intensa que no sabemos qué residuo dejó hasta que resurge en la escritura. Son muchas cosas misteriosas que si yo las conociera entonces sí dejaría de escribir.