Parra: todo lo que se tiene guardado en la cabeza vuelve
Merry Mac Masters Para el pintor y escultor Tomás Parra (DF, 1937) es más interesante un ``fragmento'' arqueológico que la pieza completa, ya que el ``efecto'' producido le permite ``adivinar'' cómo era lo que queda oculto a sus ojos. Apunta: ``Si tú vas al Louvre o al Museo del Cairo o al British Museum, encontrarás una cantidad de piezas mutiladas por el tiempo, por las guerras, por la decadencia cultural, pero que adquieren una dimensión extraordinaria. Eso fue en cierta medida lo que empecé a reflexionar y tratar de integrar a mi trabajo personal''. Aclara que no sólo se basa en lo europeo sino también en las figuras prehispánicas.
Los elementos empleados se mezclan, a la vez que ``intercambia'' situaciones que son de su interés como, por ejemplo, una geometría ``absurda, imaginaria, insólita, que no corresponde a una cosa rígida'' y que emplea como apoyo visual.
De hecho, el cuerpo humano y su fragmentación han ``obsesionado'' a Parra desde finales de los años sesenta. En entrevista anota: ``Nació justamente mediante de algo muy orgánico que yo manejaba en ese momento y que ahora he vuelto a tomar pero de forma diferente. Advertí que estaba cayendo indirectamente en la figuración, entonces eso me produjo una especie de silencio y me llevó a reflexionar hacia dónde estaba orientando mi trabajo y por qué aparecían ese tipo de cosas. En la medida que fui meditando ese proceso descubrí que independientemente de que uno lo quiera o no, todo lo que se tiene metido en la cabeza vuelve. El subconsciente es tan poderoso que te lo trae y lo relaciona estrechamente con lo que estás haciendo. Es cuestión únicamente de volver a tu computadora, echarla atrás, ver en dónde están las raíces para retomar eso, darle cabida y enriquecerlo, irlo diseñando diferente, puliendo, depurando, hasta llegar a lo que uno necesita''.
La libertad, papel determinante
Parra cursó estudios en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda. En el 56 fue ayudante de Juan Soriano, en el taller de escultura y cerámica que éste impartía, en la Escuela de Artesanías. Gracias a su cercanía con el artista jalisciense, Parra se pudo adentrar en ``todo ese mundo de poetas y escritores que existía en la casa de Soriano''. Así fue como el joven artista conoció al poeta Octavio Paz, quien fue muy generoso con él: ``Durante un año me dio una beca del sueldo que recibía en la Secretaría de Relaciones Exteriores que consistía en una cantidad mensual que tenía que pasar a recoger a su oficina. Esta ayuda económica era exclusivamente para que pudiera seguir pintando''. Posteriormente, colaboró con Soriano en escenografías y vestuario del grupo de Poesía en Voz Alta.
Una parte de las 52 obras seleccionadas para Tributo a la poesía, exposición que será inaugurada el jueves 3, en el Museo de Arte Moderno (MAM), rinde un homenaje al premio Nobel mexicano, con cuya obra Parra se familiarizó desde mediados de los años cincuenta. Recuerda que en una ocasión, Soriano le prestó el libro ¿Aguila o sol?, de Paz, mismo que le interesó muchísimo y mediante el cual ``empecé a interiorizar lo que significaba el poeta. Más adelante fui, y sigo siendo, un asiduo lector de su trabajo. Creo que es uno de los grandes ensayistas del mundo''.
-¿Cómo abordas la poesía de Octavio Paz?, ¿desde un punto de vista narrativo?
-No, por medio de las imágenes, lo que me precisan. Es muy difícil poder transcribir exactamente lo que un soneto o una parte de ese soneto o de un poema puede generar. Pienso que la libertad a sí misma, como están puestas las palabras en el tiempo, juega un papel determinante en el sentido de lo que es la apreciación de las imágenes y éstas de alguna manera no siempre están puestas de tal forma para que contribuyan a una cosa específica, sino que tienen miles de posibilidades de entendimiento y de apreciación que te llevan a cosas muy concretas de interpretación.
América Latina, eterno retorno
Parra también formó parte de la generación de la llamada ``ruptura''. Señala que ``Juan García Ponce, Octavio Paz y Juan Soriano eran personas determinantes en nuestra formación'', hecho que contribuyó a que ``Manuel Felguérez, por ejemplo, empezara a pensar en lineamientos muy específicos respcto de lo que significaba en ese momento el arte abstracto, que no tenía ninguna vinculación con el de Estados Unidos; posiblemente era más hacia los países europeos''. Agrega que en una sociedad cultural, como la mexicana, en la que ``todo eso'' era una especie de ``actitud extranjerizante'' fue muy difícil que las tres o cuatro galerías que había ``accedieran a exhibirnos'', pues ``lo que más les interesaba era ese movimiento intermediario que había entre los muralistas y el desarrollo de la pintura un poco más intelectual, más sofisticada que era, por ejemplo, Abraham Angel y Manuel Rodríguez Lozano, toda la pintura de caballete que siempre estuvo marginada.
``La estrecha relación que guardamos entre muchos pintores que tratábamos de salir, de juntarnos para hacer un trabajo conjunto, el que más nos vinculó a esto fue indiscutiblemente Felguérez. A él se debe que nos hayamos de alguna manera reunido, aunque no como un grupo, porque no había algo que nos definiera como estructura visual, sino que cada quien tenía una forma de expresión, un lenguaje que en su conjunto era heterogéneo. Estaban Alberto Gironella, Pedro Coronel, José Luis Cuevas, una infinidad de personas. Con el tiempo todo ese tipo de cosas contribuyeron a que se hiciera un planteamiento para diferenciar que las nuevas generaciones tenían la posibilidad de mostrar su trabajo. Luchamos muchísimo, hicimos una cantidad de cosas para poder abrir espacios. Se sumaron a nosotros personas más importantes. Hubo apoyo oficial, posteriormente. Se hizo renunciar a personas que estaban en el Instituto Nacional de Bellas Artes, que tenían ideas muy prestablecidas respecto de lo que era la pintura mexicana.
``En fin, ganamos un espacio que nos permitió desarrollar otras posibilidades y sumar todo lo que significaba el rompimiento con la vieja guardia. Todo esto data de 1956-57, entonces finalmente en el 58 nos reunimos. Hay una fotografía de Felguérez que está tomada justamente en el Palacio de Bellas Artes. Como cada quien tenía un lenguaje nos fue muy difícil que estas propuestas tuvieran un desarrollo hacia lo que era el mundo del coleccionista o el espectador. Gracias a muchas personas, entre ellas Fernando Gamboa, es que se empezó a rescatar cada uno de estos lenguajes sumándolos a las exposiciones que hacía en el extranjero. Hoy día todo ese trabajo que hicimos veamos que sí se logró.''
Posteriormente, Parra se ausentó de México durante 15 años. Dice haber recibido una beca del gobierno de Francia que nunca ocupó. En cambio, comenzó un periplo por América Latina que lo llevó a radicar en Chile (conserva un ligero acento al hablar) y Perú. Con el tiempo se interesó más por conocer su continente que Europa: ``Siempre tenía un retorno hacia América, hacia lo que significaban ciertas raíces que de alguna manera fundamentaban mi espiritualidad''. Parra fundó, en 1978, el Foro de Arte Contemporáneo y lo dirigió hasta 1988, que mucho hizo por dar a conocer el arte latinoamericano en México.
(Tributo a la poesía. Tomás Parra, muestra antológica que incluye pintura y dibujos realizados entre 1958 y 1998, será inaugurada el jueves 3, a las 19:30 horas, en el Museo de Arte Moderno.)