La Jornada 30 de noviembre de 1998

Los trabajadores en un paraíso empresarial

En gran parte del sudeste de Estados Unidos no existen los derechos laborales fundamentales internacionalmente reconocidos: un infierno para sindicatos, paraíso para las empresas y gobiernos.

Los gobiernos estatales del sudeste no permiten contratos colectivos para sindicatos en el sector público y han establecido leyes que prohíben a los sindicatos negociar contratos colectivos que representen a la fuerza laboral entera de cualquier empresa, informan líderes laborales entrevistados en varios de los estados de la región.

``Históricamente, Georgia no sólo fue colonia penal, sino también un estado esclavista -recuerda el dirigente laboral Tyrone Freeman entrevistado en Atlanta-. Por lo tanto, la mentalidad sureña es que les gusta no pagar por el trabajo''. Freeman, secretario general de una sección local sindical que representa a trabajadores de cárceles estatales y hospitalarios, explicó que la ley estatal de Georgia prohíbe explícitamente que los trabajadores estatales negocien contratos colectivos.

``Los derechos laborales son increíblemente débiles, el hecho es que uno no cuenta con el derecho a sindicalizarse y no tiene el derecho a un contrato colectivo'', comenta Stuart Acuff, líder de la división regional de la central obrera AFL-CIO en Atlanta. A pesar de esto, indica Acuff a La Jornada, los trabajadores en esta ciudad y en varios estados de la región están realizando un tipo de milagro: forman sindicatos, incrementan el número de agremiados y están luchando contra iniciativas de privatización de servicios y empresas estatales.

Acuff enumera varios triunfos sindicales, desde la reciente sindicalización de trabajadores de una línea aérea, trabajadores en tiendas de ropa, y luchas exitosas para detener la privatización de agencias gubernamentales (desde la de agua, hospitales, hasta cárceles). De hecho, aunque el movimiento sindical estadunidense sigue encogiéndose a nivel nacional, la membresía sindical en esta región de Atlanta está creciendo a pesar del clima hostil en que se encuentra.

Esto es el resultado de la aplicación de estrategias y tácticas novedosas y militantes. ``En Atlanta hicimos una alianza calculada estratégicamente con diversas partes de la comunidad progresista, y con estas relaciones estamos construyendo nuestro poder'', comentó Acuff. Trabajadores en Atlanta han logrado que dirigentes comunitarios y religiosos presten su apoyo a acciones para defender a trabajadores, y han tomado prestadas tácticas de acción no violenta del movimiento de derechos civiles, con el bloqueo de carreteras y calles y ocupando oficinas gubernamentales.

``Se utiliza la táctica de calor callejero; acciones públicas constantes'', agrega Freeman. Estas mismas tácticas se han utilizado para detener iniciativas de privatización en Tennessee, Carolina del Norte y otros estados, dicen líderes sindicales entrevistados en estas regiones.

Sin embargo, los obstáculos son enormes. No sólo el clima antisindical, y las leyes, sino también el traslado de empleos por parte de empresas privadas a otros países donde enfrentan menos amenazas sindicales y disfrutan de salarios reducidos. La líder local de una sección del sindicato electricista Barbara Knight, quien vive en Greenville, Tennessee, explica que la planta de televisores Philips en que trabaja ha reducido su nómina de 4 mil a mil 500 trabajadores, y varios de esos empleos fueron trasladados a nuevas plantas maquiladoras que la empresa tiene en la frontera mexicana.

``El TLC ha sido muy negativo para los trabajadores del sur -dice Acuff-. Ha destruido industrias, empleos, comunidades y familias''.

En Charlotte, Carolina del Norte, unos mil 500 trabajadores de la planta llantera Continental General Tire cumplen su segundo mes de huelga esta semana, en demanda de mejores salarios y condiciones de trabajo; una lucha que observadores dicen es una prueba clave de la fortaleza y el futuro del sindicalismo en la región del sudeste. Este mismo mes, la matriz de Continental adquirió la llantera más grande de México, del Grupo Carso, y se teme que parte de la producción será trasladada al otro sur, al otro lado de la frontera.

Aunque hay zonas de desplazamiento laboral, particularmente en industrias ubicadas en las regiones rurales (textiles, minas, fábricas electrónicas, etc.), existe un auge económico en el sur urbano, y con ello más posibilidades de promoción sindical. El dirigente en Atlanta del AFL-CIO admite que esta dinámica ofrece nuevas oportunidades. Al mismo tiempo, dadas las condiciones adversas que enfrenta la actividad sindical, gente como Acuff dice que el trabajo sindical tiene que formar parte de una lucha social más amplia. Ya no se trata de formar sindicatos que sólo administran, sino que promueven un movimiento. Sorprende a los entrevistadores al señalar su admiración por los zapatistas, quienes, dice, entienden que todo tiene que formar parte de una lucha social para rescatar la dignidad del ser humano.

``Soy admirador de Marcos -afirma Acuff, al concluir la entrevista en sus oficinas-. Reconocemos que uno puede organizar a mucha más gente luchando por el respeto y la dignidad, que sólo por un incremento salarial''.

Agrega, en tonos de predicador religioso sureño: ``Tenemos una opción en este mundo, o cedemos y ofrecemos nuestras vidas a las gigantescas empresas trasnacionales y las fuerzas del mercado, o reconocemos la chispa de los divino en toda la humanidad y afirmamos el derecho de los pueblos de no vivir como rehenes de creaciones impersonales''.

Hablando de la lucha laboral en el sur, Acuff asevera: ``reconocemos el derecho de los pueblos a luchar, y no sólo el derecho, sino la nobleza de una lucha por una vida digna''.