Mosaico sureño
Un monumento nacional para el dirigente más famoso del movimiento de los derechos civiles financiado por Coca Cola, brotes de español, mixteco, otomí y maya en las montañas y en las fábricas del sur, imágenes del viejo sur del Ku Klux Klan entremezcladas con las nuevas fábricas trasnacionales de la BMW, y mensajes de Dios por todas partes: el sur profundo y misterioso ofrece un mosaico conflictivo e intrigante.
El monumento nacional a Martin Luther King Jr. es un complejo que incluye una exposición de imágenes y grabaciones sobre la vida del líder del movimiento por los derechos civiles que incendió esta región en los cincuenta y sesenta. Una fuente y un mausoleo en el centro, y una librería al lado. Ubicado a media cuadra de la iglesia Ebenezer en la que King fue predicador, la zona sigue pobre y abandonada y sólo a lo lejos los rascacielos de Atlanta; la evidencia del ``nuevo sur''.
En la librería no hay un solo libro, ni foto, ni pruebas de que el movimiento encabezado por King fue más que la visión de un dirigente por la igualdad entre las razas. No se documenta su oposición a la guerra de Vietnam, ni su crítica de la desigualdad económica, ni que cuando fue asesinado hace exactamente 30 años --en el 68-- fue a Memphis para brindar su solidaridad a una huelga laboral.
Tampoco se indica que ahora, 30 años después de su muerte, el famoso sueño de King sigue sin cumplirse en esta región, ni en cualquier otra parte del país. La construcción y promoción de este monumento fue financiada por la gran empresa de Atlanta: Coca Cola (que también tiene un museo-tienda aquí, pero en el centro comercial de la ciudad). La memoria histórica de una lucha conmemorada por una empresa trasnacional. Chispas de la vida.
King es institucionalizado, mientras su lucha sigue vigente en este sur. Imágenes de los fantasmas del viejo sur aparecen a cada rato. Una marcha del Ku Klux Klan a una hora del monumento a King en Gainesville, donde también aparecen anuncios racistas en frente de una casa cada año. En Virginia un miembro del Ku Klux Klan está en juicio por quemar una cruz; en Asheville, Carolina del Norte, vive un ``gran dragón'' de esa organización.
Y ahora, el racismo antinegro histórico se traduce en racismo contra los mexicanos y otros latinoamericanos que han llegado aquí.
El español brota en las montañas de Tennessee, en las polleras de Georgia, en los campos de pepino en Carolina del Norte, donde se tropieza con el maya de unos 2 mil 500 guatemaltecos, y con otros 5 mil en Florida. De hecho, estos inmigrantes guatemaltecos hablan cinco idiomas. Justo Castro Lux, indígena maya quiché, comenta a La Jornada que se hablan tres dialectos maya, más el español y algo de inglés. ``Estamos intentando proteger nuestra identidad, el idioma, nuestra cultura'', afirma y cuenta que cuando llegan compañeros de su país, ``intercambiamos las tristezas, pero algunas alegrías también''. Habla del trabajo para defender los derechos laborales y civiles de esta comunidad, de esfuerzos de educación, y de promover cooperativas para apoyar la comunidad. Mientras tanto, trabajan en las polleras y en las fábricas de muebles al este del Carolina del Norte.
La organización de lucha popular traza su historia al movimiento de los derechos civiles de los cincuenta y sesenta, pero también a las luchas obreras de los treinta (más de 30 mil participaron en la histórica huelga en la industria textilera en 1934), y las rebeliones que han marcado la historia de esta zona. Hoy, en Kentucky se libra una lucha contra el control empresarial del subsuelo, en Georgia contra la injusticia ambiental, en Alabama contra políticas aplicadas a los pobres, en Carolina del Sur se promueven los derechos laborales; en fin, una docena de grupos populares con redes amplias trabajan en alianzas en lo que parece ser uno de los esfuerzos populares regionales más vitales del país.
Viajando por las carreteras del sur, Dios está a la vuelta de cada curva, y al final de cada recta. Los mensajes religiosos ofrecen consejo y advertencias: ``La abstinencia: una manera de vida'', ``Opte por Jesús, el infierno está que arde''; y hay hasta ofertas: ``Biblias al descuento''. Iglesias de sectas protestantes en cada rincón. Esta región también es conocida como ``el cinturón de la Biblia'' por su fervor religioso. Desde un sector de estas iglesias se justificó la esclavitud y el racismo, de otro sector de estas iglesias nació el movimiento por los derechos civiles y una columna vertebral de la oposición popular a la injusticia. Dios vive en el sur.
El sur, tan ordenado, tan reprimido, tan rebelde, tan pobre, tan rico.
Tan triste, amargo y furioso que su comunidad rural más oprimida ofrece como regalo al mundo el blues; tan jueguetón en las urbes que al ofrecer expresiones de esta vida bajo el sol sureño nace aquí el jazz. Desde los pobres de las montañas baja el bluegrass y la música country. Acordeones de inmigrantes alemanes e italianos, irlandeses; bailes escoceses, indígenas, mexicanos y africanos. El sur es un país aún en proceso de descubrimiento.