Luchas milenarias y nuevos conceptos de desarrollo económico indígenas: los casinos
``Somos los invisibles, los últimos en ser reconocidos'', comenta Bruce Two Feathers, líder indígena en Carolina del Norte.
``Tenemos idioma, tenemos palabrasÉ tenemos plumas de águila en las cuales enviamos nuestras oraciones a nuestros creadores''.
Pero, comenta a unas cien personas que lo escuchan, ``ustedes no entienden nuestras ceremonias ni nuestra historiaÉ ustedes no estudiaron historia americana, estudiaron historia americana-europea, y los conquistadores siempre son los autores de los textos de historia'', advierte Two Feathers.
Recuerda que cuando llegaron los europeos, estas tierras estaban habitadas por 4.5 millones de indígenas, pero ya para 1890 sólo quedaban 250 mil (hoy día se calcula que hay 2 millones en el país).
Charlene Teters, indígena spokane del estado de Washington, llega a esta ciudad, es una heroína entre los pueblos indígenas de este país, por encabezar un movimiento antirracista que insiste en rebelarse y presionar por la eliminación de imágenes estereotipadas de los indígenas en los deportes y en los medios. Representa una nueva generación de líderes de la lucha indígena.
Teters señala en entrevista con La Jornada que la lucha indígena en Norteamérica es la misma que en América Latina. ``Se deshumaniza un pueblo para llevar a cabo actos de terrorismo contra los pueblos indígenas; en México y América Latina están más cerca del precipicio que nosotros, pero es la misma lucha, los mismos temas''. Pero señala que aquí el genocidio histórico de los indígenas continua todos los días, un ``genocidio cultural'' que roba la identidad de un pueblo, y que confunde a los mismos indígenas con imágenes distorsionadas de sí mismos.
Cuenta que cuando era estudiante de arte en la Universidad de Illinois, llevó a sus dos hijos a un partido de basquetbol entre el equipo de su universidad contra el de otra. De pronto, recuerda, salió brincando un estudiante, vestido de indígena, con unas ochenta plumas de águila arrastradas en el suelo, y supuestamente bailando de forma tradicional. Era la mascota del equipo, y las decenas de miles de aficionados gritaban y aplaudían.
Teters dice que se fijó que su hija: ``intentó desaparecer dentro de sí misma'', y que su hijo pretendió reír ante su humillación. La líder comenzó a llorar al contar esto, recordando que su profunda tristeza se convirtió en una ira que lleva dentro hasta hoy día.
Teters inició una campaña de protesta en esa universidad, y en respuesta a su demanda de cambiar la mascota y las imágenes humillantes de indígenas, recibió golpes, hostigamiento y humillaciones. Pero su protesta se dio a conocer nacionalmente, y hoy es reconocida como la dirigente de un nuevo movimiento de derechos civiles en este país.
``En Estados Unidos se inicia un proceso entre nuestros pueblos, entre nuestra juventud, de redescubrimiento de nosotros mismos, de ver hacia nuestros ancianos, ellos que son nuestras bibliotecas, y de nutrir nuestras fuerzas con esto'', comentó a La Jornada.
Two Feathers y Teters explican a un foro en esta ciudad que hay graves distorsiones de la cultura indígena en Estados Unidos, y una ignorancia casi completa. Por ejemplo, señalan, la frase ``piel roja'' proviene de un periodo en la historia donde se cazaba indígenas, y regresaban con su pellejo de la cabeza y de los brazos, piel ensangrentada, que eran presentados en ciertos lugares para recibir una recompensa por ``la piel roja''.
O de que en la cultura estadunidense la palabra utilizada para referirse a una mujer indígena, squaw, en películas, en cuentos, en la televisión, en el nombre de equipos deportivos, en los juegos de niños, en los idiomas indígenas es de lo más denigrante. En algunos idiomas se refiere al área genital de una mujer, en el idioma apache se refiere a una mujer fácil. ``Es llamar a alguien puta -comenta Teters-. Si ustedes insisten en llamar a sus equipos deportivos Las Squaws (como es el caso del equipo de la preparatoria en Ashville), por qué no mejor utilizan su propio idioma, y nómbrenlo Las Putas''.
``Los indios americanos son seres humanos, no mascotas'', afirmó, reiterando la consigna de su campaña para cambiar los nombres de equipos estudiantiles y profesionales, así como otras referencias comerciales, denigrantes a los pueblos indígenas.
``Cada pulgada de América es tierra indígena, si ustedes desean honrarlos, necesitan conocer su historia, sus nombres, de aquellos sobre cuya tierra ahora ustedes están parados''. Agregó que la imagen de los jefes de los pueblos indígenas ``se reduce a la imagen de payasos, las plumas del águila son arrastradas por la tierra de un estadio de futbol''.
Señaló que la historia es otra para los indígenas en este país, que los héroes del país para los blancos no lo son necesariamente para los indígenas, y recordó que el día que Abraham Lincoln firmó la proclamación que puso fin a la esclavitud de los negros, también firmó una orden para ejecutar a 38 indígenas dakota. Esa historia se trata, dijo, de ``la guerra no declarada más larga del mundo, la guerra contra los indígenas en sus propias tierras''.
``Hoy día, nuestra identidad es mantenida en rehén, y eso resulta en la falta de esperanza que cunde entre nuestra juventud'', advirtió. Por lo tanto, se debe luchar para rescatar ``nuestros cuentos, nuestro idioma y los nombres que tenemos, y no permitir que nadie juegue con nuestros símbolos sagradosÉ para evitar la deshumanización de nuestro pueblo'', afirmó Teters.
A unos pocos kilómetros de Ashville, subiendo a las montañas Smoky, se ingresa a territorio indígena. Actualmente, en Carolina del Norte hay unos 80 mil indígenas. La nación más grande es la cherokee, que se concentra en una ``reservación'' de 25.5 mil hectáreas, donde vive la mayoría de los 12 mil miembros de la nación de la Banda del Este de los cherokee. Los cherokee de esta zona son descendientes de un grupo que escapó de una de las etapas más trágicas de la historia indígena en este país.
En 1838, el presidente Andrew Jackson ordena el éxodo obligado de unos 12 mil cherokee de esta zona, obligándolos a marchar ese invierno hasta Oklahoma. En la marcha, murieron unos 4 mil indígenas, en un hecho que se conoce como ``El sendero de las lágrimas''. Algunos se negaron a salir y se escondieron en estas montañas. Ahora son la Banda del Este del cherokee. Otros 50 mil aún viven al oeste, los exiliados de hace 150 años.
Al entrar a la reservación, las imágenes rompen con la belleza natural de esta sierra; ofrecen una mezcla de Disneylandia de segunda, un bazar de curiosidades, y lo más gringo de Estados Unidos: el McDonald's, claro, junto con el Best Western y al lado el Dairy Queen, etc. Se ofrece lo equivalente a ``curiosidades indígenas'' en decenas de tiendas. Las imágenes de indígenas son estereotípicas. Parte de lo que Teters considera como ``la confusión de algunos de nuestros familiares''.
De pronto, el corazón del proyecto de desarrollo económico surge del lado de una colina: un complejo de 90 millones de dólares de diseño arquitectónico monumental al estilo de Ramírez Vázquez, que orgullosamente se anuncia como The Cherokee Casino.
Es uno de decenas de casinos de juegos de azar que ahora funcionan en las tierras supuestamente autónomas de las reservaciones indígenas en este país. Quizá sea una conspiración maravillosa. Todos los que apuestan en los miles de juegos de azar por video, depositando cientos de miles de dólares, son anglosajones, la mayoría, al parecer, jubilados (el lugar está lleno al mediodía de un viernes). Tal vez es parte de la revancha indígena, quitarle poco a poco las riquezas al pueblo conquistador.
``Somos una nación, tenemos relaciones de Estado frente a Estado con Washington'', sostiene Paula Brown, del gobierno indígena. Comenta que esta nación indígena está entre las mas prósperas del país, aunque todo es relativo; el ingreso promedio es 6 mil dólares inferior por año para las familias de este estado, y en temporada baja turística, un 50 por ciento está desempleado.
El ``pueblo invisible'' presenta varias caras en estas partes, ¿serán máscaras? ¿Detrás del rock suave que acompaña a las apuestas en la mesa de póker, en la ruleta, habrá tambores y cantos lejanos que se aproximan sin que muchos se hayan dado cuenta aún? En estas montañas del sudeste, Two Feathers, y Teters advierten: ``no nos hemos olvidado de nuestros nombres''. Ofrecen oraciones en su idioma antes de hablar, queman incenso, y afirman que sus antepasados tendrán algo qué decir en un futuro próximo.