Sami David
Los dictadores en la época

Igualdad, justicia social y mejor distribución de la riqueza fueron los principios que dieron lugar a nuestro movimiento armado de 1910. Esta demanda social, este reclamo, continúa vigente en el México contemporáneo, pese a los programas desarrollados por los gobiernos emanados de la Revolución.

A 88 años de distancia, debe reflexionarse profundamente sobre las consecuencias de la desigualdad económica, en un tiempo de globalización, y donde prácticamente las fronteras son inexistentes.

El México contemporáneo, con participación plural, con un desarrollo democrático y en un clima de tolerancia, exige de todas las instituciones y de sus mejores hombres la vocación y voluntad de servicio; exige una profunda sensibilidad social a fin de conseguir mejores oportunidades de vida para todos y alejar la inconformidad. Hay que reconocer que las condiciones económicas son imposibles de resolver sin un programa con sentido social, por lo que se debe rescatar la credibilidad de la sociedad mexicana.

La renovación social significa el reclamo de la libertad, de igualdad de oportunidades. Es un movimiento que encauza los cambios jurídicos, económicos, políticos y sociales a fin de garantizar una vida democrática plena de valores. La idea de cambio continúa a 88 años de distancia. Frente a la injusticia, frente al privilegio de unos cuantos, el pueblo de México respondió con su derecho de defensa, con el derecho de dignificar su condición social. Por lo mismo, la Revolución está inspirada en nuestras propias necesidades.

En nuestro México contemporáneo debe recordarse que la unidad nacional constituye un acuerdo esencial para continuar en la vida democrática. Son tiempos de reflexión, de analizar a profundidad la vigencia de nuestro movimiento armado. Frente a los riesgos y desafíos de una vida más plena y democrática, frente al rescate de los verdaderos valores que caracterizan a los mexicanos, es imperativo volver los ojos a quienes pugnaron por darnos la sociedad actual. La relación de fuerzas políticas de la actualidad debe basarse en la convivencia democrática.

La Revolución nos exige convocar nuevamente el espíritu de unidad que siempre nos ha caracterizado, desterrando el clima de encono, hostigamiento y enfrentamiento que se aprecia por parte de algunos sectores que han radicalizado sus posiciones.

En la vida democrática presente, la ciudadanía exige una convivencia pacífica y el respeto a nuestro marco de derecho. Ahí radica el camino para el progreso nacional. Este es el legado revolucionario de 1910, pero que en el México de hoy se sintetiza por la democracia y el estado de derecho que debemos defender.

*Senador de la República