La Jornada 30 de noviembre de 1998

El estado-nación que conocemos está en revisión: Juan Luis Cebrián

Renato Ravelo Asistimos a un auténtico cambio de civilización, provocado por la digitalización, el cual requiere darse cuenta de la necesidad de reformular las preguntas fundamentales en la economía, la política y la vida social. Para Juan Luis Cebrián, autor de La red, investigación realizada por encargo del Club de Roma, se trata, además, de un cambio vertiginoso, que implicará que ``el pacto y la negociación sustituirán a la antigua autoridad gubernamental''.

Esa nueva civilización, que ya se gestó, para Cebrián, elimina ciertas aparentes competencias, como la del satélite y el cable; no da mucho tiempo para pensar; tiende a un caos; abre diferentes y aparentes posibilidades a la democracia; requiere de lo que él llama ``la creación de una conciencia universal'', que supone que esa sociedad tendrá ``complejidad, interdependencia, imprevisión''. Mucha imprevisión, insiste Cebrián. Difícil hacer prospectiva, por el multiplicable avance tecnológico.

El libro apareció a principios de año en España y, para orgullo de su autor, sus críticos habituales ``por lo menos no han encontrado ninguna estupidez''. El polémico periodista, cofundador de El País, autor de La España que bosteza y Retrato de García Márquez, que escribe una novela sobre los años 60 y 70, época de la transición franquista, participa en la Feria Internacional del Libro en debates sobre el tema. Es por teléfono, una de las tecnologías que la investigación de Cebrián considera destinada a la sustitución, que se hace la entrevista. Util aún, la línea transporta una de sus preocupaciones: ``la ideología digital está en manos de personas que pretenden establecer el mundo en torno a los parámetros que se derivan de su pensa- miento primordialmente tecnológico''.

-En el libro mencionas que Bill Gates (el zar de la computación) fue mejor recibido en China que Bill Clinton. De Gates sorprende su juventud, su riqueza y, aparentemente, su falta de apuesta ideológica, que pareciera el signo de la red mundial...

-Creo que sí hay una apuesta ideológica de Gates. Me atrevería a decir que con connotaciones seudorreligiosas. Creo que hay una ideología digital, por así decirlo, que subyace, que quizás no está muy explícita. Otra cosa es que esa ideología nos satisfaga por completo o que esté codificada en la biblia de turno. La ideología digital es peligrosa, porque está establecida fundamentalmente por los tecnólogos. Acausan del abandono de los filósofos, de los políticos, de las nuevas tecnologías, por el temor a la dificultad que puede suponer su uso.

``La pobreza de los diccionarios de sinónimos y las gramáticas incorporadas a sistemas que se venden con las computadoras personales responde a una razón estrictamente técnica: la capacidad de memoria que el ingeniero destina no deja espacio para hacerlo mejor. Ahí hay una ideología subyacente, que agrede al uso del idioma, que es un sistema lógico y de pensamiento''.

Era de paradojas

En el libro de La red, Cebrián cita a Nathan Myrrvald, vicepresidente para tecnología de Microsoft: ``Dentro de 20 años, uno realizará en 30 segundos las tareas para las que hoy necesita 12 meses. Dentro de 40 años, llevará a cabo en 30 segundos aquello para lo que hoy necesita un millón de años''.

-Hablas de un caos, de un vacío de poder en el paso a la era digital y ejemplificas eso con escritores que quieren ser presidentes (en alusión a Vargas Llosa). Sin cierto heroísmo o fundamento ideológico. ¿De dónde vendrán los liderazgos políticos o es una cuestión caduca?

-No creo que estén caducos. Por usar una frase de Octavio Paz; las respuestas a nuestras preguntas estaban equivocadas. Lo que no quiere decir que las preguntas estuvieran equivocadas. También en algunos aspectos las preguntas están mal planteadas. Lo que tienen que hacer la izquierda y la derecha es tratar de plantear bien las preguntas para el siglo venidero. Estamos ante un problema planetario. Las nuevas tecnologías impulsan la globalización de una manera brutal. El cambio es muy rápido, no tenemos mucho tiempo para pensar la respuesta. Paradójicamente, un movimiento como el EZLN es considerado liberador nacional en el exterior, y esa percepción es muy diferente a la que -no solamente el gobierno- tiene en México. Y por Internet hay otros tantos ejemplos, como el del movimiento Tupac Amaru.

-¿Cuál sería la base para plantear nuevas preguntas?

-Qué duda cabe, por ejemplo, de que la crisis financiera que estamos viviendo tiene que ver con las nuevas tecnologías, que la economía financiera se ha convertido en economía virtual. Y eso no es ni bueno ni malo; lo cierto es que los países y las personas se empobrecen a la velocidad de la luz en este momento; no funcionan los sistemas de decisión que se habían inventado. En la política esto tiene otras derivaciones. El hecho de que en Estados Unidos haya un gobernador que antes era luchador de lucha libre plantea el problema del populismo y la influencia de los medios la opinión pública. Y esta misma opinión pública es cambiante.

``Tenemos que acoplarnos a un mundo que reclama un sistema de valores diferentes que no tienen que ver con los sistemas de valores de los filósofos y las élites intelectuales. Este hecho no significa que sean peores. Tampoco tenemos que aferrarnos a la idea de que el caos que se avecina es destructor, ya que puede ser muy constructivo en muchos casos''.

-Mientras que al intelectual o al político le tocaría una urgencia de adaptación, al ciudadano común parece que solamente le toca ser testigo. ¿Qué papel le da la tecnología al ciudadano común? ¿El de un usuario sorprendido, sorprendible?

-Creo que el ciudadano común puede tener un enorme protagonismo social. Lo que pasa es que lo primero que ofrecen estos medios es una gran posibilidad de darle más poder (se habla de votación digital, que eliminaría los sondeos de opinión), mayor participación al individuo o a la gente, pero al mismo tiempo generan monopolio en muy pocos centros de poder. Y se produce esa paradoja, junto a aquella tan conocida de que en el mundo global la fragmentación y los localismos están a la orden del día.

-¿Qué papel le das al Estado y a los medios de comunicación impresos en esa conciencia universal que se avecina? ¿Tienen todavía un papel que desempeñar?

-El Estado-nación, como lo conocemos, está en revisión. El papel que le atribuiría al Estado y a las organizaciones supranacionales e interestatales es el de dar acceso al mayor número de agentes posibles, el de ordenar las infraestructuras de tal manera que no se deje al mercado solamente la asignación de recursos, porque al final se concentrarían donde ya existen recursos y tecnología.

``En cuanto a los medios impresos: socializan mucho la realidad y pueden contribuir a esta ética universal o global, como queramos llamarla, siempre y cuando se acomoden a los tiempos y pierdan algunos de los tics chovinistas y nacionalistas, que normalmente son tan propios de los medios impresos''.