La Jornada 27 de noviembre de 1998

Si se hubieran cumplido los acuerdos de San Andrés ya habría paz, afirma

Angeles Mariscal, corresponsal, Tuxtla Gutiérrez, Chis., 27 de noviembre Ť El senador priísta Pablo Salazar Mendiguchía responsabilizó al grupo político que detenta el poder en Chiapas de ahondar las diferencias que mantienen peligrosamente polarizada a la entidad y de llevar a cabo ``una cruzada nacional'' que incluye acallar a las voces disidentes y buscar la posibilidad de una salida policiaca o militar al conflicto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Al responder públicamente a las acusaciones que formuló en su contra el Consejo Político Estatal del PRI chiapaneco, Salazar Mendiguchía sostuvo que se trata de una campaña de linchamiento, que en principio era para expulsarlo, impulsada por el gobierno de Roberto Albores Guillén, con el respaldo de sectores del aparato gubernamental, para intentar que cambie su posición política en el Senado, golpear al Grupo Galileo, inhibir su participación en la Cocopa y frenar su trabajo político en la entidad.

En ese sentido reiteró que si el gobierno hubiera dado cabal cumplimiento a los acuerdos de San Andrés, es posible que la paz estuviera ya firmada.

Al dar lectura a un escrito titulado Chiapas: tiempo de canallas, dejó claro que pese a las acusaciones y agresiones de que es objeto seguirá con su postura, con sus actividades públicas y privadas en la entidad, ya que ``ni la política ni el gobierno del estado son propiedad de los dirigentes del partido o de los gobernantes en turno''.

De entrada, advierte que para él la tarea de los legisladores federales y locales ``no tiene como propósito servir a los individuos o complacer a los gobernantes en turno, sino garantizar una efectiva división y equilibrio de poderes''.

Precisa luego que su participación en la redacción y aprobación colectiva de la iniciativa de la Cocopa ``es una de las razones por las que la dirigencia del PRI guarda tanto encono en mi contra''.

Salazar Mendiguchía señala que el PRI como tal no tiene una política definida de tratamiento al conflicto en Chiapas y que fueron las partes las que pidieron a la Cocopa redactar la propuesta de ley indígena, y ésta aceptó bajo el acuerdo explícito de que sea la redacción definitiva de este proyecto legislativo.

``¿Decir la verdad va contra los principios del partido?'', se pregunta, y dice luego que ``el cumplimiento cabal de su palabra, por parte del gobierno federal, nos hubiera ahorrado mucho tiempo y enormes sacrificios. Los resultados están a la vista. Si otra hubiera sido la actitud gubernamental es posible que la paz estuviera ya firmada''.

Reitera que de manera abierta ha manifestado su desacuerdo con lo que ha considerado decisiones erróneas de los gobiernos federal y estatal ante el conflicto chiapaneco, como ha sido el caso de la masacre de Acteal. ``¿Indignarse ante la brutalidad y denunciar la violación de derechos humanos es contrario a los intereses del partido? ¿Que no han leído los dirigentes del PRI de Chiapas los docu- mentos básicos?''

El legislador chiapaneco expone, asimismo, que han existido reacciones en su contra por dar a conocer cifras no oficiales sobre la marginación y la pobreza en Chiapas y que la directiva del PRI, en lugar de debatir y ofrecer datos, se ocupó de descalificarlo personalmente.

Más adelante, señala que la decisión de expulsarlo del partido y de lincharlo públicamente no parte sólo de los ``obsequiosos dirigentes locales del PRI''.

Es el resultado, dice, ``de una alianza cuyo eje político pasa por la casa de gobierno del estado y por otras instancias federales. Tiene que ver con una combinación de intereses en los que están en juego procesos sucesorios -locales y nacionales-, cotos de poder político y económicos y planes políticos de corte autoritario''.

Sobre esto último resalta que una de sus más recientes iniciativas fue el intento de impedir a toda costa la realización del encuentro entre el EZLN y la sociedad civil.

Insiste en que todas las acciones emprendidas en su contra, la exclusión de candidatos a diputados locales de las fórmulas recientemente registradas por el PRI, los despidos recientes de funcionarios, el cierre de espacios periodísticos y el anuncio de que existe un complot en contra del gobernador sustituto, ``no sólo son producto del tremendo delirio que puede generar en los seres humanos la embriaguez de poder, sino que forman parte de una vasta operación política, una `gran cruzada' nacional, cuyo propósito es mantener el control férreo para conservar el poder a toda costa, incluyendo por supuesto la posibilidad de una salida policiaca o militar al conflicto armado que existe en Chiapas''.

Advierte también que la sociedad chiapaneca vive profundamente dividida y peligrosamente polarizada, y el gobierno estatal de Albores Guillén ha desarrollado un papel destacado para ahondar más las diferencias, con acciones como la disolución de municipios autónomos y la destitución y castigo a los ayuntamientos opositores, y está ahora dedicado a combatir a quienes desde dentro del gobierno y el PRI piensan diferente o representan algo distinto a su proyecto. En suma, el gobernador ``se ha dedicado con esmero a atizar la hoguera de los rencores sociales''.

De nada le han servido al gobierno de Chiapas las encuestas y campañas publicitarias onerosas para intentar la legitimación de su proyecto, porque los mismos ciudadanos se han encargado de negar en las urnas electorales, en los medios de comunicación y en la calle el apoyo unánime del que se ufanaba, acota.

Al final, resalta que Chiapas necesita un gobierno que una y reconcilie, que sea tolerante de las diferencias, con un sistema político con reglas claras que ofrezcan igualdad de participación y brinden oportunidades a todos los actores.

Sin embargo, ``los dirigentes del PRI y los gobernantes de Chiapas exigen guardar silencio, piden obediencia y reclaman actuar con impunidad'', y ``entre el dilema de ser fiel al mandato popular o sujetarme a las órdenes del poder, no tengo la menor duda. Les informo que voy a seguir con mis actividades, que lo voy a hacer por el mismo camino que decidí recorrer desde el primer día en que fui investido con el cargo de senador de la República''.

Señala, asimismo, que en ese intento de lincharlo hay dos cosas que lo reconfortan: una es la solidaridad de compañeros de partido, dirigentes políticos y sociales y ciudadanos en general, y la otra, saber que, ``en tiempo de canallas, son acusados de traidores y desleales quienes se comprometen con la verdad, la paz y la justicia''.

En la sesión de preguntas y respuestas, cuando se le inquirió si seguirá militando en el PRI, dijo que tiene una lucha que va a seguir dando dentro del partido, con el Grupo Galileo.

-¿Quiere ser gobernador?

-¿Conocen algún político que participe en el nivel de responsabilidad que yo tengo y que no tenga esa aspiración? Si lo conocen, preséntenmelo. Yo estoy dispuesto a trabajar en la construcción de una gran alianza con todos aquellos grupos, organizaciones sociales y partidos, incluso no del PRI, para poner un cerco y detener esta pretensión autoritaria en Chiapas.