Julio Boltvinik
Paquete dogmático y recesivo

Mientras Martín Werner declaró que las propuestas económicas del gobierno ``no son infalibles'', y expresó la disposición de Hacienda a ``aceptar planteamientos para modificar las iniciativas de ley de ingresos y presupuesto de egresos'', pero a condición de que ``se busque consolidar el crecimiento de la economía'', Tomás Ruiz preguntó: qué quieren decir con esta frase enigmática ante un paquete abiertamente recesivo, al advertir que ``no debe incurrirse en un mayor déficit público'' (La Jornada, 26/II/98). ``Consolidar el crecimiento'', o ``hacer planteamientos serios'' o no quedarse en los ``buenos deseos'', como ha venido insistiendo Zedillo, significa en la práctica proponer políticas que respeten los dogmas, particularmente el de mantener bajo el déficit y el de preservar el control de la inflación como el objetivo principal de la política económica.

En efecto, en los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) se señala que, de no haberse recortado el gasto público en 1998 ante a la caída en los precios internacionales del petróleo, el ``aumento en el déficit fiscal hubiese provocado tasas de interés más elevadas, presiones adicionales sobre el peso y, consecuentemente, sobre la inflación, menor inversión productiva, y menor crecimiento económico y creación de empleos'' (p. 3). Es decir, el déficit como el origen de todos los males. Sabemos todos, sin embargo, que las tasas de interés se fueron abruptamente para arriba a partir de las presiones especulativas derivadas de la desconfianza a los mercados emergentes, pero también de un peso que estaba ya sobrevaluado. Sabemos que para retener las inversiones especulativas en el país resulta necesario ofrecer tasas de intereses muy altas, particularmente a los extranjeros que enfrentan la incertidumbre del tipo de cambio en periodos turbulentos, lo que instrumenta el Banco de México a través de los ``cortos''. Estos factores, sin embargo, se hacen a un lado en el discurso oficial ante el terror al déficit.

Ante un escenario mundial recesivo, es correcto prever que los precios del petróleo se mantengan bajos, pero no es tan claro que continúen ``las restricciones de financiamiento externo hacia las economías emergentes'' (CGPE, p. 7). Frente a tal escenario, la reacción pública es fortalecer el impulso recesivo con una política centrada en aumentos a los ingresos públicos para evitar el aumento en el déficit. Los aumentos a los precios de las gasolinas, la eliminación del subsidio a la tortilla (que no se menciona en los CGPE), el impuesto telefónico, el aumento a las tasas del ISR en los altos rangos de ingreso, la intención de que los gobiernos estatales implementen un impuesto a las ventas finales de 2 por ciento, todos ellos implican que el fisco captará recursos adicionales de las personas y empresas para compensar la menor captación de ingresos de agentes externos ante la caída del precios del petróleo, y para financiar los gastos comprometidos, como los derivados de las reformas de la seguridad social y lo que eufemísticamente se llama ``programa de alivio a deudores y de saneamiento financiero'' previstos. Esto es complementado con una política de control salarial, que hace que los salarios aumenten menos que la inflación. La postura gubernamental en materia de aumentos a los salarios mínimos: 13 por ciento, cuando la inflación oficialmente esperada como cierre para 1998 será de 17.8 (37 por ciento más alta que el 13 por ciento ofrecido), augura lo que ocurrirá en los demás aspectos salariales (salarios públicos, línea para las negociaciones contractuales, etc.). Con ello se comprime la demanda de los particulares y se agudiza la tendencia a la recesión. Ante la recesión mundial, la política pública, en vez de proteger el nivel de vida de la población actuando anticíclicamente, refuerza el daño a las personas en acciones procíclicas. En una declaración digna de un ritual religioso, los CGPE sostienen que el ``eje de la estrategia económica para 1999'' es el ``estricto compromiso gubernamental de mantener sanas las finanzas públicas'' (p. 9), añadiendo en otro lado que ``el objetivo primordial del programa monetario... será coadyuvar a la consecución'' de la tasa de inflación de 13 por ciento. En pocas palabras, un paquete dogmático y recesivo en el que, lamentablemente, cuestiones positivas como el alza a las tasas del ISR para ingresar millonarios se pierden en la incongruencia del todo. El Poder Legislativo tiene la palabra. Veremos si esta vez actúa independientemente y es capaz de llegar un paquete alternativo propio.

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