La Jornada 26 de noviembre de 1998

Perdido el timón, la comparecencia encalló y terminó en naufragio

Mireya Cuéllar y Ciro Pérez Silva Ť A José Angel Gurría la sangre se le agolpaba en el rostro, las piernas le temblaban, no escuchaba al presidente de la Cámara que lo conminaba a ``dirigirse con respeto'' a la legislatura, manoteaba... Todo dibujaba a un hombre que había perdido los estribos, que desesperado gritaba desde la tribuna: ``¡les he dado toda la información que necesitan! ¡Noooo se trata de venir aquí a hacer un circo...!''

``¡Que renuncie! ¡que renuncie! ¡que...!'', le gritaba a coro lo oposición mientras abandonaba el salón de sesiones. Los priístas insultaban a gritos a los que se retiraban -``¡pájaros puñalines!''-, los empujaban... La perredista Dolores Padierna pedía desde su curul rectificación de quorum, pero Gurría seguía hablando...

La diputada Padierna buscaba que alguna de las edecanes le diera un micrófono, para insistir en la rectificación de quorum y obligar a la presidencia a dar por concluida la sesión (por falta de diputados), pero en lugar del micrófono se topó frente a frente con la tlaxcalteca Martha Palafox, quien le recriminaba -todo a gritos-, y en el manoteo la empujó y enterró las uñas en las manos a la perredista.

En otro pasillo del salón , el famoso golpeador -que también es diputado- Víctor Flores, seguido del Bronx, avanzaba sobre los panistas que se retiraban del recinto, los empujaba con el cuerpo dispuesto al pleito callejero y les gritaba ``¡lárguense, maricones!'', mientras Gonzalo Morgado Huesca le hacía segunda con aquello de ``pájaros puñalines''.

Cuando acorralaban al panista Espiridión Sánchez López, el priísta Domingo Yorio -los dos son paisanos, de Veracruz- metió el brazo y lo sacó del ruedo... Espiridión había dado unos pasos hacia la salida, pero recordó que se quedaron unos documentos bajo su curul y cuando quiso regresar por ellos fue que se topó con el Bronx.

Y Gurría seguía hablando... les gritaba a los diputados: ``¡El tema es demasiado importante para provocar! ¡para generar un circo! ¡para dar pretexto a ofender al jefe del Ejecutivo! ¡La falta de cooperación de algunos partidos representados en esta Cámara es la principal razón por la cual todavía hoy no tenemos solución al Fobaproa!'' El desorden estaba en varios puntos del salón de sesiones... todo transcurría como una película alterada, donde las escenas pasan a toda velocidad.

Los reporteros no se aguantaron. Cuando la tlaxcalteca le manoteaba a Dolores Padierna y Espiridión Sánchez retaba a Jorge Estefan: ``¡vamos afuera para que me digas lo que quieras, pen... !'' estuvieron seguros de que la batalla campal había empezado y brincaron el corral de la ignominia, con sus grabadoras en mano... adelante Carlos Loret de Mola y atrás Víctor Suberza... la prensa en pleno les seguiría y atrás de ellos el equipo de seguridad.

Cuando Loret de Mola le puso la grabadora enfrente a la priísta tlaxcalteca, el priísta Marcelo Cervantes Huerta -de Zongolica, Veracruz- literalmente le brincó al cuello. Sus cinco dedos de la mano derecha se enterraban en la garganta del reportero. Casi instintivamente -porque no tenía claro si era un elemento de seguridad o un diputado el agresor-, otro reportero agarró por un costado a Cervantes Huerta y lo obligó a soltar a Loret de Mola.

Los reporteros acosaban al diputado: ``¿Cuál es su nombre?'' Lo obligaban a replegarse. Y apareció Víctor Flores, quien con su siempre fluido estilo de bravucón -tras él se colocó Cervantes- amenazó a un reportero: ``Te voy a romper la madre''.

Como si el salón no fuera un polvorín, el presidente de la mesa directiva le quitaba la palabra a Gurría tan sólo para exhortarlo ``a que se dirija con respeto a los ciudadanos diputados''... Pero Gurría no escuchaba. Le ganaba la cólera, felicitaba a Miguel Alonso Raya por saber hacer cuentas, levantaba la mirada al pleno pero ya no veía a sus interlocutores...

Y todavía más, Juan Cruz Martínez, que hacía de presidente de la Cámara, otorgó la palabra al priísta Guillermo Barnés tan sólo para expresar ``complacencia'' por la presencia de Gurría y recriminar a la oposición el espectáculo ``circense''.

-Vamos a pedir a los ciudadanos diputados y a los medios de comunicación abandonen el recinto para poder seguir con la sesión -decía todo confundido Juan Cruz, quien, aunque ya le había dado la palabra al priísta, intentó en ese momento suspender la sesión no sólo por la riña que se vivía en el salón sino por que era evidente la falta de quorum.

Pero Rafael Oceguera -que estaba junto a Arturo Núñez y Fidel Herrera, quienes de pie seguían la sesión haciendo como que no se daban cuenta que a su lado Víctor Flores y los periodistas tenían un altercado- se lo impidió: ``No procede. Está un orador en el uso de la palabra''.

Barnés volvió a usar el micrófono -la prensa seguía en su pleito con los priístas-, para decirle a una ausente oposición ``que a nadie representa'', ``que tienen prestada una curul'' y que ``no saben siquiera cómo preguntar y menos aún cómo hacer una simple operación aritmética''.

Y para dar lecciones de cómo se hace una pregunta a un secretario de Estado, el ex oficial mayor de la Secretaría de Hacienda dijo meloso: ``Señor secretario, le pregunto a usted respetuosamente, ¿considera usted el cálculo de 640 mil millones de pesos un saldo más o menos apegado a la realidad? ¿Le parece un saldo razonable, señor secretario?

De nada le valieron al diputado Barnés sus lecciones respecto a cómo dirigirse a un secretario de Estado. Tampoco sus críticas a los diputados ``que no saben usar un simple lápiz para una operación aritmética tan sencilla''. Gurría tampoco le respondió, y evidenció que el diputado tampoco sabe usar el lápiz. Pero con tono de quererlo tranquilizar le dijo: ``El cálculo que hace usted muy probablemente se acerque al monto del saldo hoy vigente... entre los 670 mil millones del diputado Raya y los 640 mil suyos... la cifra que usted menciona es la más cercana a la realidad''.

¿A cuánto ascienden al día de hoy los pasivos del Fobaproa? Esa fue la única pregunta que los diputados realmente querían que les respondiera el secretario de Hacienda, y su negativa el detonante de la azarosa jornada que se vivió ayer en la Cámara de Diputados. Una, dos, tres, nueve veces, y en todos los tonos, le preguntaron los diputados a Gurría esa cifra.

Pablo Gómez le puso sobre el atril -``nada más prestada''- una calculadora para que hiciera sus cuentas si es que no tenía los datos a la mano, pese a que la interrogante fue publicada y enviada con 48 horas de anticipación al funcionario.

Pero el secretario de Hacienda hacía como que no escuchaba la pregunta, respondía otras cosas, ofrecía fórmulas ``sencillas'' para que los diputados hicieran sus cuentas. Jugaba al gato y al ratón: ``...al mes de febrero era de 552 mil millones de pesos el saldo de Fobaproa, aplicando la tasa promedio por los meses que han transcurrido hasta ahora, de manera que no se trata de ningún misterio... no necesitamos la calculadora del diputado Gómez para poder llegar a la cifra y por otro lado no sería la calculadora más apropiada''.

Así que cuando Marcelo Ebrard fue a la tribuna, le obsequió un lápiz y le espetó: ``¿Cuánto debemos?''

``¡Repíteselo, díselo en inglés, a ver si así entiende!'', coreaba la oposición en el salón de sesiones.

Era la primera ronda de preguntas y cada vez que Gurría tomaba la palabra, la oposición le gritaba ``¡Fobaproa! ¡Fobaproa! ¡Fobaproa!...'' El funcionario se veía obligado a hablar entre los gritos. El panista Eduardo Mendoza Ayala sacaba su cartera del bolso y la mostraba vacía al secretario, ``para que se dé cuenta de lo mal que está el pueblo de México''.

No lo dejaban hablar. ``¿Cuánto? ¡Fobaproa!'' Y empezaron a aparecer los carteles: ``¿Cuánto?'' ``How much, Mr. Gurría?'' ``How much, Mr. Robaproa?'', se leía entre la bancada del PRD.

Con espontánea sincronía el coro ``¡Que renuncie! ¡Que renuncie! ¡Que renuncie!'' lo persiguió como una maldición hecha eco toda la sesión. Empezó el PRD pero una muy festiva bancada panista lo siguió. Baldemar Tudón se balanceaba efusivo en su asiento, Rubén Mendoza Ayala lo disfrutaba, Margarita Pérez Gavilán, gustosa se sumó a todos los coros...

-Orden, señor presidente -gritaba América Soto, la única priísta que intentaba responder a las burlas de la oposición. El Bronx del PRI, ajeno a la escena, se sumía en las curules. ``Presidente inúúúútil'', vociferaba la priísta poblana. Ni siquiera la burbuja del PRI se atrevía a presentar una moción de orden.

Y cuando el priísta Manuel Cárdenas fue a la tribuna -el representante del tricolor que participó en la primera ronda-, los gritos fueron para él: ``¡Palero! ¡Palero!''

Desesperada porque la bancada priísta no se daba por enterada del enfrentamiento entre Gurría y la oposición, América Soto también consiguió sus pancartas: ``La propuesta del PRD en el DF es endeudamiento y aumento de impuestos. ¡Hipócritas!'' Se paseó con ella por la parte frontal del salón y fue hasta la curul de Pablo Gómez a ponérsela en la cara. ``Pásale para acá'', se burlaron de ella Angélica de la Peña y Laura Castillo.

``Pájaro nalgón'', rezaba otra de las pancartas perredistas. Y no era claro si el insulto era para el diputado Cárdenas, que estaba en tribuna, o para el secretario. La presidencia tuvo que solicitar que ese cartel fuera retirado.

¿A qué hora inició el naufragio? ¿Alguien supo? Lo cierto es que Gurría no pudo enderezar la nave. Más bien la acabó de hundir cuando expresó que la pregunta era ``con la intención de poner en mis labios una cifra... son afanes protagónicos... así que ¡les he dado toda la información que ustedes necesitan! ¡Nooo venimos aquí a hacer un circo!'' Y señaló a Marcelo Ebrard y a Pablo Gómez como centros del espectáculo. Al perredista le agradeció además su ``capacidad histriónica''.

Camino de la puerta de salida, la oposición vetaba a Gurría: la negociación del paquete económico será en la Cámara de Diputados. Más le vale al gobierno ir preparando a los diputados del PRI, sentenció Carlos Medina Plascencia.

Fue una declaración de guerra, interpretaba Porfirio Muñoz Ledo: ``no debe haber ninguna negociación hasta que se le destituya''.

El fuego no se apagó en San Lázaro. No conforme con el incendio de San Lázaro, Gurría avivó la hoguera. Se fue hasta sus oficinas de Palacio Nacional para volver a entablar una disputa con Pablo Gómez -esta vez a distancia-. ``Es una falta de respeto a una institución política, una actitud facciosa... antes que priísta es un funcionario'', le respondió Pablo Gómez desde la avenida Congreso de la Unión, cuando ya había caído la noche.

¿Terminó el naufragio?