Cada vez con mayor frecuencia, el Presidente pierde la compostura ante la ciudadanía, ya sea porque la gente no entiende que ya su país -no el de usted, lector, y el mío, sino el de él- va muy bien y viento en popa, o bien porque la sociedad civil no acepta los principios de la economía light que le enseñaron, la cual no tiene un sólo punto de contacto con la realidad, cuyos resultados lo comprueban el no cumplirse una sola de las metas de política que Zedillo planteó para su gobierno. Ahora, él ha volcado su ira sobre López Obrador y el PRD, porque en la defensa del país el PAN no cuenta.
No pertenezco al PRD ni a ningún otro partido y a López Obrador no lo conozco personalmente, pero esto no me impide reconocer que tanto el partido como su líder han realizado una labor muy positiva al descobijar las trampas de la fe neoliberal hechas en el Fobaproa, tanto por los banqueros como sus cómplices en el gobierno. Esta es un gran esfuerzo que demanda un valor civil excepcional por la responsabilidad que adquiere este verdadero líder político, informarle al pueblo sobre ese gran atraco, el más grande que hemos sufrido en este siglo.
Mi defensa del PRD y de su líder es la de un miembro de la sociedad civil, agradecido por la información recibida de ellos sobre el monto del atraco, sobre quiénes son los bribones que se beneficiaron con ello y, quiénes fueron sus cómplices en un gobierno, que se supone, debe servirle al pueblo y no engañarlo; decirle la verdad y no pretender timarlo como lo hacen siempre, usando un tremendismo digno de mejor causa. A veces nos amenazan con el derrumbe de la economía si no les hacemos caso; con la quiebra financiera, si no aceptamos el único camino, que es el de ellos, etcétera.
Quizá lo que pueda criticarse a la actitud de López Obrador es que no profundizara más en su crítica para demostrarles que no existe en la realidad el infierno que nos prometen por no amoldarse a los caprichos de un Presidente, cuyo fuerte no es la economía. Si el sistema bancario no puede seguir funcionando bajo condiciones técnicas y de honestidad aceptables, se le interviene, lo cual facilitaría su limpieza, y después se vende a gente más responsable y más honesta, y a los culpables del sector público y privado se les castiga -como merecen- por el daño causando a la sociedad.
Otra amenaza es el derrumbe de la economía y del tipo de cambio. Lo más probable es que esto no ocurra, pero al arreglarse la situación de los bancos, se corregiría; tal vez no lo sepan, pues sólo se enteran de lo que pasa en Estados Unidos -su alma mater-, pero cuando ganaron los gobiernos socialistas en Europa, el tipo de cambio se estabilizó o mejoró y aumentó la actividad económica. Esto ocurrió porque ya nadie cree ni a nadie inspira confianza el modelito neoliberal. A este modelo sólo lo aplauden los burócratas y los bufones de las cámaras empresariales, ni siquiera los empresarios.
La amenaza de que no habrá crédito es falsa, porque crédito nunca ha habido desde que se privatizó la banca; los banqueros salinistas sólo se lo dieron entre ellos. El sistema financiero como debe ser, en México no existe y en cuanto a que bajaran las tasas de interés, ¿quién la subió?; a las tasas de interés bancario actual, ya ni las casas de citas son rentables. El único negocio próspero desde la era salinista es el narcotráfico. Sólo ellos podrían pagar esas tasas, pero no necesitan crédito, pueden darlo; al menos, para financiar campañas políticas.
La defensa que montó el gobierno es, francamente, risible; los pajes de palacio sacan un desplegado pretendiendo descalificar tanto al PRD, como a su líder, López Obrador. A este jocoso desplegado le siguieron varios de los que se sintieron afectados, pero que eran iguales al que salió de palacio (ya ni las formas cuentan). Esto confirma que pedirles a los empresarios originalidad e imaginación es una falta de respeto.
El resultado de esta descalificación es patético, porque contribuye al descrédito del gobierno, y de los que se beneficiaron con el Fobaproa no puede esperarse más; defienden sus intereses en peligro. En cuanto a los burócratas, no se explica uno por qué se arriesgan tanto en la defensa de intereses que no son suyos, en cuya defensa dan la espalda a los intereses del pueblo, que se presume, deben defender, ¿o forman ya parte de ese grupo?
Si López Obrador tiene defectos, cosa que no dudo, sería un líder de lujo para el PRI que continúa su larga agonía aquejado del mal terminal de no tener metas ni imaginación para buscar otras, ni tampoco la inteligencia para saber que siendo un partido indispensable, continúa en la misma rutina y mediocridad; su líder es francamente patético, no sabe uno si así es, o es el resultado de una disciplina castrense frente al Presidente que lo nombró.
En cuanto al PAN, de hecho, no le toca el regaño presidencial. Según el gobierno, es un partido constructivo y colaborador disciplinado, aunque su precio a veces sea alto. Su líder sufre de una confusión política permanente: a veces le da asco votar con el PRI y luego lo identifica como el defensor de los intereses de los afectados por la explicación hecha por el PRD. No es ya Acción Nacional el partido liberal de Gómez Morín o peleador, como lo fue el del senador Conchello, quienes siempre defendieron los intereses de los mexicanos. Hoy, se conforma con ser el perrito faldero del PRI, y para esto no necesita un líder inteligente, está bien con el que tiene.