Arnoldo Kraus
Confrontando al sida * (primera parte)

Una buena forma de leer el libro Hacer frente al sida. Prioridades de la acción pública ante una epidemia mundial, es empezando por el final. Así lo hice y de igual manera inicio estas líneas: concluyendo. Viajar por el texto es recorrer un doble camino. El que muestra las maravillas del conocimiento humano y el que salpica el dolor de las miserias de nuestra especie.

Ignoro si fue o no difícil escoger los nombres de los seis capítulos que conforman el libro, pero de lo que sí estoy seguro, es que el título del último ensayo era fundamental. Lessons from the past, opportunities for the future, resume no el desgaste de los autores ni de los epidemiólogos e investigadores dedicados al sida. Sintetiza, más bien, la esperanza de modificar el curso de la enfermedad, a pesar de las adversidades que demuestran las distancias de la condición humana desenmascaradas por la epidemia.

Con el sida se advierte la capacidad que puede tener una enfermedad, si no para poner en juego la estabilidad mundial, sí al menos, para señalar que los costos humanos y económicos de una patología crónica difieren poco de una guerra de baja intensidad. El número de muertos por sida, el número de infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) -llamémosles heridos- y la inconcebible cifra de potenciales contagios, han hecho de la viremia una batalla de casi dos décadas sin visos claros de mejoría.

Importa, pero no importa, que la epidemia haya decrecido en el primer mundo. Importa, pero no importa, que los enfermos ricos puedan pagar mil o más dólares cada mes para su tratamiento, cuando los pobres no tienen siquiera recursos para afrontar las infecciones agregadas. Y también preocupa, aunque parezcan historias lejanas, que mientras que en los países educados la estigmatización ha disminuido, en las naciones en vías de desarrollo la intolerancia religiosa y la incultura sigan siendo aliados del VIH.

No hay duda de que en el milenio que fenece las caras buenas y malas de la globalización no pueden, no deben olvidarse: ¿es realmente muy lejano el sida de Africa? O son, como cuenta el libro, ¿pocas las noches y pocos los kilómetros que recorren los traileros por el mundo? En ese sentido, es válido afirmar que el sida acorta y prolonga las distancias a su antojo. Y en ese mismo tamiz, recupero un graffiti inscrito en una pared de alguna isla caribeña; ``people discriminate, Aids does not''.

En el último capítulo dicen los autores, ``... hemos aprendido mucho en las últimas dos décadas. Hay razones suficientes para ser optimistas al confrontar la epidemia. Sabemos que el VIH no se disemina fácilmente y que puede prevenirse a través de cambios en la conducta''. Renglones adelante se lee: ``la experiencia ha demostrado que la participación activa de los gobiernos es crucial para vencer el sida. Sólo los gobiernos cuentan con los medios y capacidad para financiar el bienestar público necesario para monitorizar y controlar la enfermedad''.

Después, se explica que los recursos financieros son escasos, pues mientras que en los países pobres el gasto anual en salud per cápita es de sólo 16 dólares al año y en los ricos de 2 mil 300, los autores aseveran que, por lo anterior, ``... la experiencia ha demostrado que habilitar a las personas que practican conductas de alto riesgo a protegerse a ellos mismos y a otros, puede ser extraordinariamente efectivo''.

Sensu strictum, el juicio es ineludible: gobiernos, individuos y prevención conforman un trinomio que debe confrontar otro más real: el de la pobreza, el de las conductas de riesgo no siempre penetrables; el de la incultura, la estigmatización, el menosprecio a la mujer y los decimonónicos atavismos religiosos. Acorde con el texto, la solución y la cura son informar y educar.

Otra forma de leer el libro es haciéndolo a través de sus ilustraciones. Los médicos, como los niños, podemos en ocasiones hacer caso omiso de las palabras escritas, pero no de las figuras o de las tablas. No en balde, al igual que en Alicia en el país de las maravillas, nuestros libros de estadística y de anatomía llevan inscrita la pregunta ``¿para qué sirve un libro sin ilustraciones?''.

Las figuras, las tablas y los recuadros de Confronting Aids. Public Priorities in a Global Epidemic son apabullantes. Sintetizan el saber y el no saber acerca del sida. Resumen los logros y los atrasos producidos por la enfermedad. Dibujan y desdibujan las múltiples caras del ser humano. Desglosan logros y tropiezos e ilustran lo que se pudo hacer y lo que no se hizo.

Los mapas del libro son fiel reflejo de nuestra especie. Algunas partes de Africa y el Este asiático están copadas por enfermos de sida o portadores del virus. Millones y millones de seres se encuentran bajo el acecho de la enfermedad. Enumerarlos es una labor epidemiológica cuya lectura permite reinterpretar la realidad: mientras que el virus es único, la condición humana es cada vez más proteica. Mientras que en los países del primer mundo la epidemia ha menguado como emblema de civilización, educación y dinero, en los pobres, el mal sigue avanzando.

* Texto leído el viernes 13 de noviembre en la Secretaría de Salud, durante la presentación del libro Confronting Aids. Public Priorities in a Global Epidemic. Edición del Banco Mundial (1997).