La Jornada 24 de noviembre de 1998

PLANTON EN LA IBERO POR ALZA DE COLEGIATURAS

Salvador Guerrero Chiprés Ť Encendieron velas, como la imagen de San Ignacio de Loyola que está colocada en la explanada central del inmueble de Santa Fe: prepositi societatis. Se sentaron en flor de loto y permanecieron callados durante más de quince minutos, como una forma de protesta por el aumento de las colegiaturas en el anticipo del año en que la Universidad Iberoamericana comienza a experimentar ``problemas de operación''.

Más de 800 estudiantes de la UIA firmaron una carta en la cual exigen ``explicaciones'' por el aumento de inscripciones, colegiaturas y servicios agregados que proporciona esa casa de estudios.

Una semana después de que se notificó a los 10 mil estudiantes que se elevaría 18 por ciento las tarifas para el ciclo primavera 1999 -lo cual significa que la inscripción costará 7 mil 590 pesos y las colegiaturas mensuales más de 4 mil pesos-, la comunidad estudiantil fue convocada para que a las 13:00 expresaran su desacuerdo ``ante las últimas decisiones del senado universitario, (que) sin previa consulta al cuerpo estudiantil o a sus representantes, acordó'', según consigna la carta dirigida al rector Enrique González Torres.

La concentración comenzó con cinco minutos de retraso. Desde varios grupos se pidió el silencio con la onomatopeya universal que lo significa. Como una ola que regresa, todos se sentaron. Veladoras y velas fueron encendidas. A los diez minutos algunos de ellos comenzaron a gritar la contagiosa expresión: ``¡no-al-aumen-to-no-al-aumen-to!''. Se levantó Adrián López Castañares, estudiante de comunicación, y les recordó que la idea era ofrecer una demostración organizada de carácter simbólico. Que no interrumpieran el silencio. Lo avalaron con un aplauso y estuvieron callados diez minutos más. De entre ellos decenas de estudiantes levantaron hojas escritas rápida y rudimentariamente sobre papel y con pluma con el mensaje de oposición al aumento. Quienes desde el primer piso del edifico adjunto alzan la voz o se ríen son reconvenidos por quienes siguen la protesta.

Algunos se acercan a la reunión y permanecieron parados: ``para qué protestan si no van a bajar las colegiaturas'', ``es una excusa para no entrar a clase'', ``si no pueden, pues que se vayan a la UNAM''. Otros saben que podrían no continuar en la escuela. Algunos asistentes más a la protesta son esperados por choferes, e incluso custodiados por guardaespaldas, frecuentemente visibles en el estacionamiento de la UIA, del cual no hay garantía de acceso a cajón, aunque se pague el abono cuyo costo se elevó 33 por ciento para llegar a 800 pesos por el semestre ``que es de cuatro meses'', explican Iván García y una joven que prefiere no dar su nombre.

Atentado al gasto familiar

Marimar Oliver cuenta que tres hermanos estudian en la universidad, por lo tanto, su familia tendrá que pagar, por inscripción, 24 mil pesos de 19 mil que derogaban.

Muchos protestan porque a fin de cuentas ``ya estábamos presionados por los aumentos de todo. Para empezar con lo de la gasolina, y yo tengo que venir desde el sur de la ciudad porque sé además de la alta calidad de la enseñanza aquí''.

El jueves 12 de noviembre el senado universitario aprobó los aumentos. El rector había venido explicando en sesiones privadas y públicas, como la de la semana pasada cuando conmemoró el 55 aniversario de la UIA, que esta institución privada -inspirada y dirigida por los jesuitas- carece de subsidio y ha visto reducirse el número de sus alumnos.

Los estudiantes aclararon en un comunicado que ``es pertinente decir que nuestro desacuerdo no reside en el actual aumento de tarifas, sino en el porcentaje y en la forma en que se llegó a un acuerdo sobre tal.''

Las inconformidades previstas

La protesta se veía venir. Ocurrieron actos semejantes en 1995 cuando aumentaron las cuotas 13 por ciento, en 1996 cuando el incremento fue de 22 por ciento. Hasta el periódico elaborado por los estudiantes, La Buhardilla, consigna en su nota principal la expectativa de la protesta de este lunes.

Según los informes de la rectoría, en el periodo primavera de 1997 se inscribieron mil 232 alumnos, al año siguiente la cantidad se redujo a 991, y en el actual periodo de inscripciones a la primavera de 1999 se espera la continuidad de esta tendencia, a juzgar por la propia preocupación que el rector ha expresado.