Luis Hernández Navarro
El retorno del zapatismo

Apostando una vez más a sincronizar su reloj con el calendario cívico, este 20 de noviembre, 88 aniversario de la Revolución Mexicana, los zapatistas de hoy retornaron al centro del escenario. No es que realmente se hubieran ido. Todo este tiempo han estado allí. Sólo que, como si se tratara de bailar danzón, dejaron de moverse un momento, pero permanecieron en la pista mientras la banda toca esa versión de Dios nunca muere en que se ha convertido la vida política nacional.

Su reaparición se produjo en dos pistas. En la estelar se encontraron y dialogaron, según el secretario de Gobernación, ``con un grupo muy pequeño de gente que no representa a la sociedad civil''. En la secundaria riñeron y conversaron con la Cocopa. El efecto de la escenografía quiso que en los medios se magnificara lo sucedido en el segundo escenario, y hasta que un ``espontáneo'' no convidado a la reunión, el gobierno federal, tratara de colarse en el encuentro convirtiendo en recaderos a los legisladores y engrandecer, horas después, su fracaso comunicativo. El ``pequeño grupo'' que durante dos días dialogó con los zapatistas estuvo formado por 3 mil delegados, representantes de 400 organizaciones sociales -muchas de ellas nacionales--, provenientes de 28 estados, que tuvieron que trasladarse con sus propios recursos miles de kilómetros, animados tan sólo por la recompensa de encontrarse con los rebeldes y discutir la organización de la consulta sobre derechos y cultura indígenas, y los caminos de la paz. Entre ellos se encontraba un buen número de dirigentes de organismos cívicos, líderes de movimientos de base, artistas y personalidades políticas.

El EZLN anunció en el encuentro que 5 mil delegados suyos recorrerán los municipios del país para organizar la consulta a la que convocaron. El que tal cantidad y variedad de personas se haya movilizado para dialogar con los delegados de una organización armada no puede ser menospreciado. La pretensión del secretario de Gobernación de presentar el evento como una versión de la película ``Querida, achiqué a la sociedad civil'', habla tanto de su desconocimiento de lo que la sociedad civil es como de su menosprecio por la ruta de la paz que surgió de la reunión. El que esos representantes hayan viajado a San Cristóbal a casi cinco años del levantamiento armado y dos años después de la suspensión del diálogo y de un largo silencio rebelde muestra una impresionante capacidad de convocatoria. El que los zapatistas hayan nombrado a 5 mil delegados por todo México evidencia que durante todo este tiempo, pese al cerco militar y la represión, lejos de haberse desgastado han crecido como fuerza política y formado un número muy notable de cuadros y activistas.

El encuentro entre el EZLN y la Cocopa tuvo dos momentos. En el primero, ambas comisiones midieron fuerzas y se señalaron fallas. La pulseada fue celebrada por la prensa. El cuero de elefante que los legisladores tuvieron hacia las críticas que el gobierno federal les endilgó a comienzos de este año se convirtió en piel de princesa ante la rudeza de los señalamientos zapatistas. En el segundo momento, con madurez, las partes supieron hacer a un lado su duelo verbal y pusieron las cartas sobre la mesa sobre el futuro del proceso de paz. Los zapatistas condicionan el diálogo con el gobierno al cumplimiento de cinco demandas mínimas, llaman a la Cocopa a colaborar con la consulta sobre derechos indígenas y a mantener su propuesta de reformas constitucionales, y rechazan que desempeñe funciones de mediación. La comisión legislativa insiste en mantener el diálogo directo con los rebeldes y en contar con canales estables de comunicación con ellos.

La situación de la Cocopa es, sin embargo, incómoda. Se encuentra atrapada entre el proyecto gubernamental de minimizar su papel y convertirla en un simple correo, y la exigencia zapatista de que mantenga la propuesta que ella misma elaboró y se sume a la consulta, a despecho de los proyectos de reformas constitucionales que sobre el tema han presentado sus partidos de origen. Con Cocopa, sin ella o contra ella, la consulta y la salida de los 5 mil delegados zapatistas será un hecho. Y de la consulta surgirá un mandato que los legisladores que la integran deberán escuchar, independientemente de su posición partidaria sobre el tema. Lo quiera o no el gobierno, el zapatismo regresó al centro de la vida política nacional. Y retornó para quedarse.