María Korossy y Angulo Villaseñor donaron sus colecciones al INAH
Renato Ravelo Ť María Korossy y el arquitecto Ignacio Angulo Villaseñor decidieron donar sus colecciones particulares arqueológicas al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Son 191 piezas que lo mismo habían sido conseguidas en el mercado de La Lagunilla en los años cuarenta, que directamente en zonas arqueológicas, antes incluso de que existiera la Ley de Conservación del Patrimonio Cultural.
María Teresa Franco, directora de la institución, ofreció un reconocimiento público a los donadores y habló acerca de los principales mitos sobre el registro de patrimonio cultural: que si el INAH lo va a quitar, que si es costoso. Se trata, dijo Franco, de hacer ``una socialización'' de la importancia del patrimonio, ya que los mejores custodios son los integrantes de la propia comunidad, de promover la firma de convenios binacionales y de hacer una importante difusión para la defensa patrimonial.
La de Korossy es una colección de cerca de 102 piezas que su padre juntó durante una docena de años, en tanto el arquitecto Angulo -ausente en la ceremonia- coleccionó por varias décadas su lote y ahora que por la edad sentía que podía correr algun riesgo ese patrimonio nacional, decidió darlo en resguardo al INAH.
En la ceremonia estuvieron presentes Joaquín García Bárcena, del Consejo de Arqueología; Miguel Angel Fernández, de museos del INAH; Alejandro Martínez Muriel, de Arqueología; Socorro Villarreal, de Asuntos Jurídicos, y Alejandro Valencia, contralor interno.
Se dijo que en la actualidad se tiene el registro de 800 colecciones con cerca de un millón de piezas. También que se desconoce el universo de las piezas no registradas, cuya posesión es un delito tipificado en la ley.
El INAH, sin embargo, no busca la persecución, aseguró Franco, ya que se trata de concientizar sobre el patrimonio cultural: no se pregunta, por ejemplo, la procedencia de las piezas, es decir, si son robadas, compradas o encontradas.