Los cumpleaños son, en esencia, pretexto para el recuento, razón para el momento, motivo para la definición del porvenir.
Carlos Fuentes ha pedido, con motivo de su cumpleaños: ``Estar vivo, nada más'', expresando que el mayor de los privilegios es el de preservar la vida, ya que de ello se deriva todo lo demás.
Personaje sin lugar a dudas excepcional, desde la cuna que lo sorprende enmedio del mundo de la diplomacia que su padre ejercía a nombre de nuestro país, Fuentes decidió que su vocación estaba en hacer de las ideas su razón de ser.
Decisión nada fácil ya que ello lo obligó a renunciar al cómodo espacio de las certidumbres, al que sin duda hubiera podido acceder, para enfrentarse con su opuesto, las incertidumbres, que son las que alimentan la búsqueda y la producción de los impulsos que se convierten luego en imágenes y en sensaciones, en estética y en ética, en ideas y en paradigmas.
Como todos quienes se arriesgan a hablar desde el fondo de sus convicciones, teniendo un compromiso casi reverencial sólo con ellas, Fuentes no siempre ha sido comprendido, ni apreciado, aunque ha tenido el privilegio de sobrevivir a las reacciones del corto plazo, donde la inmediatez descalifica, para llegar a la región más transparente que surge cuando el tiempo y la consistencia dan la perspectiva que permite ver la luz que enceguece en la cercanía.
Su vastedad personal, que se prueba con la magnitud física de su obra, no se detiene ahí, ha sido vasto en la generosidad con la que se relaciona, en la plenitud con la que aborda los asuntos, en la intensidad para vivir y para soñar. La intensidad es condición de la creatividad, y Fuentes no es la excepción.
Entre las muchas lecciones que la admirable vida de Carlos Fuentes nos entrega está la de que sólo siendo se trasciende. En la permanente búsqueda que los seres humanos tenemos por encontrar las razones para trascender, la lección de quienes lo han logrado es que sólo se puede aspirar a ello si se es capaz de ser.
Ser y trascender forman parte de un binomio indisoluble que se inicia justamente con lo que Fuentes pidió para su aniversario: estar vivo.
Se puede trascender desde el espacio de la intelectualidad, pero también se puede desde el espacio simple y llano de la paternidad, o de la cotidiana tarea que se haya elegido para sobrevivir; se puede trascender publicando libros que serán leídos por muchos, pero también enseñando valores y principios que serán seguidos por quienes nos son cercanos.
El claro mensaje de las vidas ejemplares como la de Carlos Fuentes, y que quienes le queremos nos regocijamos en celebrar, está en que han tenido muy claro que su privilegio mayor ha sido el de vivir; el de estar dispuestos a recibir con ilusión cada día, conscientes de que el mañana sólo les pertenecerá en la medida que están dispuestos a enfrentar con plenitud y valor el día de hoy.
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