Leonardo Páez Ť Que no le digan, que no le cuenten. Lo que tiene en la lona a la fiesta brava de México es la enorme falta de respeto, antes que al público y a la profesión, al toro de lidia con edad (4 años cumplidos), trapío (la presencia correspondiente a esa edad) y las astas íntegras; es decir, con una dignidad animal en plenitud de facultades, sin un peso excesivo (470 a 500 kilos) y con la bravura o el genio suficientes para poder incluso matar, requisitos sine qua non cuando se quiere que las cosas estén medio parejas. Esas cualidades son tradicionales en las reses de la ganadería hidalguense de HUICHAPAN, por lo que de nuevo el primer actor de la corrida volverá a ser el toro. Se presentan los matadores MANOLO MEJIA y RAFAEL ORTEGA, dos de los toreros mexicanos más completos (dominadores de los tres tercios) y repite el albaceteño MANUEL CABALLERO. Las mal llamadas figuras ¿no le salen a estos toros? No, ellas prefieren el toro de la ilusión, el bobito de entra y sal, para garantizar la amenidad pseudoartística, no la emoción.