La Jornada 22 de noviembre de 1998

El Estado debe rescatar la obra pública de Barragán: arquitectos

Adriana Malvido /II y última Un coro de voces se levanta con el décimo aniversario de la muerte de Luis Barragán, y entre ellas, se escucha a los arquitectos Mario Schjetnan y Teodoro González de León. Hablan de la arquitectura en el terreno del arte, de las huellas más profundas que dejó el artista mexicano en el contexto de la cultura universal, de su persona, de su filosofía y del conflicto actual con la Barragán Foundation de Suiza, y demandan a una sola voz: ``El Estado debe rescatar y restaurar la obra pública de Luis Barragán en México''.

La voz de Mario Schjetnan:

``Estamos peleando con Suiza qué obra podemos reproducir fotográficamente, mientras que el original está en un estado de deterioro lamentable; es una contradicción.

``Se fueron el archivo y los derechos de autor de Luis Barragán a Suiza, lo que refleja nuestra incapacidad para valorar nuestro propio patrimonio contemporáneo. El que sigue es Juan O'Gorman.

``Tuve la suerte de vivir una gran amistad con Luis Barragán, desde que toqué su puerta como estudiante de la carrera hasta su muerte. Ha sido uno de los grandes personajes que he conocido en mi vida, un hombre de una sensibilidad extraordinaria, rodeado por el arte, permeado de él hasta los poros. Desde que llegabas a su casa había una abanico de hojas de nísperos en la entrada. Cada uno de sus movimientos era una acción estética. Decía que siempre había que estar rodeado de belleza. Tuve largas pláticas con él; una de ellas, convertida en entrevista, fue premiada por la Sociedad Americana de Arquitectos del Paisaje.

``Me invitó como testigo de su último testamento, en el cual, por supuesto, le pregunté si estaba seguro de lo que estaba haciendo, sobre todo lo relacionado con Raúl Ferrera. El nunca entendió el legado que le dejó Barragán; pensó que le había dejado una patente de corso para explotar su obra, una marca, y no un legado con enormes posibilidades en la cultura universal.

``En una ocasión la BBC de Londres nos comunicó su proyecto de realizar un documental sobre los 13 más grandes artistas del siglo XX. Estaban Picasso, Braque... y Luis Barragán. Ferrera les dijo que acababa de registrar toda la obra y que tenían que pagar derechos de autor. Ahí me dí cuenta de la complejidad del asunto. Me preocupé muchísimo. Yo tenía pactado un libro con la MIT Press, Ferrera me dijo que cobrara 50 mil dólares, una cantidad absurda. Me negué. Se trataba de difundir la obra y no de especular con ella.

``Por eso, si Federica Zanco, de Suiza, está planteando de igual manera el manejo de los derechos autorales, pienso que es inaceptable, y no podemos aceptar como mexicanos, como arquitectos, como intelectuales, que una obra que es patrimonio de la humanidad, se plantee como una marca. La labor de cualquier fundación cultural es la contraria... de colaboración, de análisis, de valoración de una obra.

``Luis Barragán tenía una filosofía profunda, cuya raíz era el amor a México. El encontró la esencia del entorno, del paisaje del lugar. En El Pedregal no usó mucho color; usó la piedra y usó las plataformas de los jardines. En cambio en el altiplano de Atizapan, que es la sabana mexicana, con base en acáceas y cactáceas encuentra un color crema en la tierra; entonces surge el color en sus muros. Fíjate en la luz que se tamiza a través de los eucaliptos en el Paseo de los Gigantes, donde diseña un muro que en realidad es una pantalla, simplemente para captar la luz en la rama.

``La de Barragán es una esencia, y un conocimiento tan increíblemente profundo del lugar que muy pocos arquitectos han tenido. Yo diría que son tres: Frank Lloyd Wright, que descubrió la arquitectura de la pradera y del desierto en Estados Unidos; Alvar Aalto, que descubrió la arquitectura de los bosques finlandeses y la luz de los nórdicos, y Luis Barragán. Son tres iconos de este siglo.

``Barragán vino a recordarle a los arquitectos que la arquitectura era arte y que debía trascender lo funcional para entrar en el orden de lo espiritual. Tendemos a idealizarlo; también era un hombre de negocios, promotor de terrenos, pero siempre privilegió la parte artística, lo espiritual.

``El nunca hizo una diferenciación entre arquitectura y paisaje. Nunca sabía uno dónde comenzaba uno y terminaba el otro. Fue el primer gran arquitecto paisajista de México.

La azotea de su casa es uno de los grandes objetos artísticos del siglo, como hablar de una de las grandes obras de De Chirico. Kenneth Frampton, probablemente el historiador de arquitectura más importante de hoy, habla del Paseo de los Gigantes y la fuente El Bebedero como uno de los grandes iconos del siglo XX.

``La desgracia es que toda su obra pública esté tan deteriorada. Arquitectos, profesores, estudiantes de todo el mundo quieren ver el Pedregal de Barragán, que ya no exite, o Las Arboledas, que está lleno de graffiti.

``Yo propondría que el Estado, a través del CNCA, rescate la obra pública de Luis Barragán. La Fundación de Arquitectura Tapatía y la Casa-Museo Barragán han hecho una labor extraordinaria. La fundación de Federica Zanco debe actuar académicamente, tomar en cuenta cómo funcionan otros archivos: el de Le Corbusier o el de Gropius, que están en Harvard; el de Frederick Law Olmstead (creador del Central Park de Nueva York, entre otros parques de Estados Unidos), que está en Boston, cuyo fin es la difusión y hacer accesible la obra de los artistas.

``Hay que aprender a cuidar el patrimonio contemporáneo. El que sigue es Juan O'Gorman, a quien están revalorando en Japón, y están organizando una gran exposición. Es momento de integrar el archivo, las obras y atender escuelas extraordinarias de O'Gorman que están en plena ruina''.

La voz de Teodoro González de León:

``Con Barragán nos pasó lo mismo que nos ha sucedido con bibliotecas enteras y muchas otras cosas. La más olvidada de las artes en ese sentido es la arquitectura; de ella se acuerdan cuando se está cayendo el edificio o cuando ya lo tiraron; entonces sí vienen las reacciones y las autoridades para salvarlo.

``Por eso, lo que pasó no me extraña, por más lamentable que sea. Lo que me asombra y me irrita es que alguien pueda comprar los derechos de un nombre; eso es aterrador; nos habla de un mundo donde todo se mercadea.

``Por otro lado, pienso que el archivo está en buenas manos. Ralf Fehlbaum es tal vez el mejor coleccionista de arquitectura que existe en el mundo. Deben ser gentes civilizadas si pusieron sus ojos en Barragán, y creo que se podrá llegar a un acuerdo con ellos, pero tendría que ser al más alto nivel, quizá a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, porque eso de tener que pedirles permiso para hacer una exposición aquí o en otro país es muy triste.

``Para mí hay tres obras clave en la historia de la arquitectura mexicana moderna: una es la casa de Juan O'Gorman donde vivió Diego Rivera, porque es el primer punto del movimiento internacional en México y uno de los ejemplos más notables de esa época en todo el mundo; otra es la casa de Luis Barragán, donde hay una revaloración de la tradición en pleno lenguaje moderno, y la tercera es El eco, de Mathias Goeritz, otro planteamiento dentro de la abstracción moderna. Son obras capitales, espacios prodigiosos. Ya se salvó la primera, la segunda está en muy buenas manos, a la tercera hay que rescatarla.

``Entre las aportaciones fundamentales de Luis Barragán está el rescate del muro con un lenguaje abstracto moderno. Hay nostalgia en su obra, pero una nostalgia traducida al movimiento abstracto moderno. Eso lo hace un artista totalmente contemporáneo.

``Barragán es un joyero. Si usted ve, nunca hizo edificios grandes. En la casa habitación, en una fuente, un rincón, se movía a su escala. O no quería o no podía cambiar de escala, eso nunca lo sabremos, pero eso no lo devalúa en lo absoluto. Morandi, como pintor, nunca pasó de un pequeño bodegón, pero en cada bodegón de ese pintor hay toda una profundidad metafísica. No se necesita hacer grandes obras para ser buen arquitecto.

``Barragán ya pertenece al mundo''.