Masiosare, domingo 22 de noviembre de 1998
El primer disparo pasó inadvertido, pero los siguientes consiguieron el efecto deseado.
La tormentosa asamblea sindical en la planta Ford de Cuautitlán se quedó quieta, en silencio por unos segundos, mientras José Guadalupe Uribe y un grupo de golpeadores de la CTM se abrían paso a tiros.
Fue la mañana cuando murió Cleto Nigmo Urbina. Ni siquiera estaba en la asamblea.
-Debió ser difícil obedecer la orden de disparar.
-No, no hubo órdenes. Se dieron las condiciones -cuenta Lupe Uribe, nueve años después. Me tuve que defender. Yo no quería pelear, pero pos así se dieron las cosas.
El ex cetemista habla mientras mastica un enorme bocado de huevos con tocino. ``Lo de Ford no fue nada, hubo otros movimientos que no salieron a la opinión pública. La verdad, tuve suerte de que no me tocara'', dice mientras se pasa el dedo índice por el cuello, como si fuera un cuchillo, para subrayar su afirmación.
A pesar de su tono, a Uribe no le gusta recordar el asunto. Menos ahora que, dice, es un pacífico hombre de negocios empeñado en olvidar el pasado.
Enumera sus logros. Cinco mil contratos colectivos firmados en todo el país. El control de 40 mil combis, microbuses y taxis en el estado de México. Líneas camioneras en otras cinco entidades. Una unión de crédito y una empresa para reconvertir a gas natural los motores de todo el transporte público de la República.
Sí. Lupe Uribe tiene razones para querer borrar sus días de golpeador.
Pero las cuentas pendientes se le aparecen a cada rato.
Diez días antes de la entrevista uno de sus hijos fue secuestrado. ``Lo bajaron del coche, le dijeron muchas cosas y le tiraron dos balazos. Por suerte no le pegaron''.
Endurece la mirada. ``Cabrones'', murmura.
El camino andado
El primer recuerdo que se tiene de Lupe Uribe entre los sindicalistas mexiquenses se remonta a 1974, cuando Wallace de la Mancha lo incorpora a uno de sus grupos de choque.
Antes de esa fecha poco se sabe de él. Algunos dicen que el acapulqueño vendía tacos, otros que fue trailero e incluso se le atribuye la propiedad de un negocio de lavado de autos, de un salón de fiestas y hasta del cabaret Veracruz.
Las versiones coinciden en un punto: desde el principio, Uribe se caracterizó por su fortaleza física y su falta de escrúpulos, cualidades que le permitieron encabezar -con el permiso del líder cetemista José Nepomuceno Soto González- la sección II de las Organizaciones Sindicales Fidel Velázquez, que eran protegidas por Gregorio Velázquez, hermano del ex sempiterno líder obrero.
Era 1980.
Libre para elegir método de trabajo, Lupe Uribe no quiso experimentar y aplicó lo aprendido durante sus primeros seis años de golpeador.
En 1987, por ejemplo, participó en el enfrentamiento por la titularidad del contrato en la empresa Babcock & Will Co., en Ecatepec, donde murieron dos personas y resultó herido de bala un colaborador de La Jornada.
Un año después negoció la liquidación de 780 trabajadores de Impresora y Editora Mexicana, propiedad de Santiago Roel, que se dedicaba a la maquila de revistas como Selecciones de Reader's Digest y Contenido.
No le fue mal. Por cada uno de los despedidos, Uribe ganó un millón de pesos de entonces, y se quedó con los tres camiones que se utilizaban para transporte de personal.
Fue en ese 1988 cuando ganó fama nacional.
Días antes de la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari, los grupos de choque de Alberto Juárez Blancas, la CROC, y Lupe Uribe en apoyo al líder del Sindicato de Músicos, Venus Rey, se enfrentaron en el lobby del Hotel Presidente.
Televisa trasmitió la golpiza en cadena nacional. Venus Rey fue encarcelado. A Uribe la libertad le duró muy poco.
Mes y medio después, en enero de 1989, ocurrió el incidente de Ford. La estrella del acapulqueño se apagó.
Cuando se le fincó proceso, Lupe era regidor del ayuntamiento de Villa Nicolás Romero, aunque nunca residió ahí.
Fue encarcelado en el penal de Cuautitlán donde compartió celdas con sus dos hijos, Raúl y Rafael, además de otros cuatro golpeadores. Acusados de homicidio, el grupo permaneció en prisión sólo dos años y nueve meses.
A partir de ese momento empezó el verdadero castigo para Uribe.
El apestado
Desde sus pininos como líder sindical, Lupe Uribe trató de acercarse a Fidel Velázquez, pero fue hasta que se hizo compadre de su jefe de ayudantes, Alfredo García, cuando consiguió su objetivo.
¿Qué tan cerca estuvo del nonagenario dirigente?
Quién sabe. Hasta antes del incidente en la Ford el mundo sindical daba por sentado que don Fidel le tenía muchas consideraciones, entre otras cosas porque Gregorio Velázquez prefería los métodos ``más discretos'' de Uribe.
Al salir de la cárcel todo cambió.
Wallace de la Mancha murió cuando Lupe estaba en prisión. Otro de sus socios, José Rosario Mendoza Miranda, renunció a la organización para refugiarse en la CROC. (Después se peleó con Juárez Blancas y fundó el Grupo Sindical Adolfo López Mateos).
Los escándalos de Ford y el Hotel Presidente habían tenido sus costos para la CTM. Había que ocultar a los militantes que brindaban servicios tan valiosos como la ``recuperación'' de sindicatos.
Por si fuera poco, el 6 de febrero de 1994, a las nueve de la mañana, el thunderbird en que viajaba su hijo mayor, Rafael, se estrelló en el periférico norte, por el rumbo de Santa Mónica.
``Fue un accidente muy raro'', recuerda un líder sindical. ``Qué casualidad que le dispensaron la autopsia y lo cremaron ese mismo día, a la una de la tarde''.
La versión oficial dice que fue un percance automovilístico. Extraoficialmente se supo que el auto tenía dos impactos de bala.
Meses después, Lupe Uribe anunció su separación de la CTM. Nada se supo de él durante algún tiempo.
Para el acapulqueño fueron días difíciles. ``Me aislé'', confiesa. ``Sufrí lo peor que le puede pasar a un ser humano''.
Un magnate del transporte
En 1991, cuando salió de la cárcel, Lupe Uribe fue recompensado.
Con apoyo de la CTM obtuvo un financiamiento bancario para comprar sus primeras unidades de transporte público, y posteriormente para fundar la Unión de Crédito del Transporte del Estado de México (algunos piensan que en realidad ese fue el pago por los servicios prestados en Ford).
Tres años después nació Organizaciones Sindicales (OS). A partir de ese momento se dedicó de lleno a su nueva actividad como líder de los transportistas del Estado de México.
Actualmente, cuentan funcionarios del gobierno mexiquense, el ex cetemista controla a 40 mil de las 73 mil unidades de transporte público que circulan en la entidad.
¿Cómo le hizo?
De la única forma que conoce, dice un líder independiente de microbuseros. ``A los concesionarios les dijo `vas a estar conmigo a güevo', y a los que se negaron les quemaron sus unidades''.
Uribe se defiende. ``El estar cerca de don Fidel me ayudó a conocer a fondo el esquema, vi donde había fallas y por qué nunca se ha podido consolidar la federación de transporte del país''.
-¿Cuál es el secreto?
-Debes tener comunicación con los empresarios, representación en las cooperativas, las asociaciones civiles, con todas las organizaciones. Pero lo más importante es ver esquemas que beneficien a todos.
El método, presume, le permite controlar parte del transporte público de Guerrero, Quintana Roo, Veracruz, Jalisco y algunas líneas del Distrito Federal.
Más que en los sindicatos, aquí reside el poder real del acapulqueño. En una ocasión, cuando Mario Ramón Beteta era gobernador del estado de México, Uribe y sus huestes bloquearon el periférico. La hilera de autos abarcó de Cuatro Caminos a Barranca del Muerto.
Y es que entre los sindicalistas mexiquenses, Uribe no es bien visto. Tanto así que al conformarse el Congreso Laboral del estado de México, las OS del acapulqueño no fueron invitadas.
Los fundadores tienen sus razones.
Hace ocho meses representantes de las OS visitaron los aproximadamente 400 locales del bazar Perinorte para ``invitarlos'' a firmar contratos colectivos con la agrupación.
Ofrecieron dos sopas: firma o cierre.
Ninguno se negó.
Más. El 20 de julio pasado, afuera de la Junta de Conciliación y Arbitraje en Toluca, un comando de golpeadores de las OS, encabezados por la hija del dirigente, Ruth, disparó contra el abogado de Rosario Mendoza.
No fue un pleito común. Rosario es -o era- socio de Uribe.
Prácticas como esas son comunes entre las agrupaciones sindicales mexiquenses. Incluso las OS formaron parte de la llamada Cuarteta Infernal, integrada además por la Federación Vanguardista, el Grupo Sindical Adolfo López Mateos y la Cocem.
Y aún así, a Uribe lo hicieron a un lado. ``Imagínate lo canijo que es'', bromea un asesor sindical.
Prejuicios
Por más que quiera, a Guadalupe Uribe no se le pueden borrar las huellas de su pasado.
De espaldas a la ventana del restaurante su mirada no ve, vigila. Sus ojos se pasean de un lado a otro del salón, cuidan el andar de los meseros, registran la llegada de comensales.
Con los músculos del cuello tensos, cuando su interlocutor voltea a la izquierda hacia allá dirige su mirada. Persigue atento el desliz de la mano derecha sobre el mantel hasta que atrapa la taza de café, y en fracciones de segundo, como si de un peligroso descuido se tratara, regresa a la mano que se quedó bajo la mesa.
Un mesero tira una taza. Alguien acomoda su silla. Lupe Uribe reprime el impulso de saltar mientras detiene la mano que se dirige, por instinto, a la cintura.
-¿Anda armado, don Lupe?
- No, ¿para qué? Tengo oportunidad, pero das mala impresión, se nota mucho. Hay que levantarse y se dan cuenta luego luego. Mira -y se levanta de la mesa para mostrar la cintura.
-¿Tiene guardaespaldas?
-Antes de lo de Ford traía hasta 20, 30 gentes, pero ahora ya no. Llamas mucho la atención, eres un blanco fácil. He optado por andar con mi hijo o mi esposa, con nadie más. Me cuido solo.
-¿Lo han amenazado?
-Sí, cómo no, a cada rato.
-¿No le da miedo?
-No. Ya pasé por todo lo que debía haber pasado. Yo sé lo que es tener al Estado -no a un grupo de policías o delincuentillos- en contra mía. Ya no temo a nada, así como lo oyes, a nada.
De Lupe Uribe se cuenta que es millonario, que en su casa tiene una colección de motos Harley Davidson y que posee varios autos Mercedes Benz.
-¿Es cierto?
-Hijos de.... No vivo con lujos, lo que tengo me alcanza para echarme un café, relacionarme.
-¿De qué vive?
-Tengo unos cinco mil contratos colectivos y según la Ley Federal del Trabajo tengo participación de las cuotas sindicales. Soy honesto, yo no necesito andar robando ni pidiendo nada, me ha costado mucho trabajo. Es más, hasta la fecha trabajo en Ford, ¿sabías?
-¿Como empleado?
-No, soy el dirigente de transporte de Ford.
-Cómo da vueltas la vida.
Ya en confianza, Lupe Uribe presume que su familia ``es bien bonita, muy unida'', y hasta aconseja a sus compañeros dirigentes que sigan su ejemplo.
``Es un detalle de muchos líderes, son los primeros que faltan a la moral, no tienen principios, se dedican a enriquecerse, a tener dos, tres esposas y los hijos regados. Yo no sé qué ejemplo pueden dar a los demás''.
-¿Nunca le ha ganado la tentación?
-No, y tengo empresas donde trabajan hasta 500 mujeres, imagínate qué no hacen para estar cerca de su dirigente. Y hay quienes se aprovechan. Está mal, porque no debes revolver el trabajo con... Con lo demás.
Encarrerado, anuncia que enviará al Congreso (no aclara a cuál, porque confunde el CT con la Cámara de Diputados) una iniciativa para modificar la Ley Federal del Trabajo.
Su propuesta se basa en la experiencia personal. ``Que no se maneje un contrato colectivo a nivel local, porque muchos gobernadores lo han agarrado pa' su cuota de poder. Eso debe ser federal''.
-¿Que le falta al sindicalismo mexicano?
-Líderes que vean por las causas sociales, que abandonen las prácticas tradicionales. En todo el mundo las cosas están cambiando y aquí no veo que avancemos nada.
La idea de reconvertir los motores del transporte público mexiquense para que funcionen con gas natural no es nueva.
De hecho, el primer interesado fue el ex gobernador Mario Ramón Beteta con un grupo de inversionistas de Alemania, Estados Unidos, Canadá, Italia y México.
Lupe Uribe trató de colarse en ese grupo, pero no lo dejaron. Entonces, decidió buscar por su lado.
El negocio es establecer una red de estaciones de servicio -a las que se llamaría gasolaneras- que surtan el combustible a las unidades de transporte público del país, además de 20 talleres para reconvertir los motores.
Se trata de un proceso caro: entre mil 400 y 5 mil dólares por unidad. Actualmente existe una gasolanera con taller cerca del paradero de Cuatro Caminos, y otro conjunto más en Azcapotzalco.
La inversión estimada del proyecto es de 10 millones de dólares, y según Lupe Uribe él no tiene participación en el negocio.
Su papel, aclara, es el de orientar a los 40 mil concesionarios de transporte público que representa para que elijan la mejor opción entre los talleres y gasolaneras que se instalen en el valle de México. Nada más.
Para cumplir con su responsabilidad, este año viajó a Italia, Canadá, Estados Unidos y Argentina para asesorarse.
Pero los viajes no lo ilustraron sobre la mejor manera de resolver el conflicto con los industriales del gas, que se oponen al esquema propuesto por él. De hecho, ya hicieron una contrapropuesta: financiar el costo de conversión para captar clientes cautivos.
Lupe Uribe está confiado en ganar el pleito, e incluso dice que está a punto de arrancar con su programa. ``Ya verán'', advierte.
La Loba aúlla. Es su cumpleaños. Trepada a una mesa y con el puño derecho en alto, Guadalupe Buendía Torres arenga:
-¡La Loba es...!
-¡Cuuuleeera! -responden los 500 invitados a la comilona.
Es el 12 de diciembre de 1997. El sol brilla para ella desde muy temprano. Sus ahijados -100 choferes de microbuses- la despertaron para cantarle las mañanitas, y al mediodía, en peregrinación, llegaron 300 bicitaxistas para entregarle regalos.
- ¡La Loba es...! -vuelve el aullido.
El presidente municipal Carlos Cornejo Torres responde a todo pulmón. Con él gritan los regidores de PRI, PAN y PRD, los funcionarios del ayuntamiento, los ex presidentes municipales.
Guadalupe ríe... y con razón. Apenas seis meses antes pisó la cárcel por tercera vez en su vida y de nueva cuenta salió libre sin problemas.
Brinda por el nuevo ayuntamiento: su primo hermano es el presidente municipal; ella, la responsable del agua potable; su esposo, el tesorero; su hermana trabaja en el DIF, y otros 300 conocidos están en la nómina.
Un buen día para La Loba. Barbacoa, whisky y cervezas para demostrar quién tiene el poder en Chimalhuacán.
su larga cola
En las terregosas calles de este municipio se parafrasea un dicho popular: La Loba no era arisca, la hicieron.
En 1982 algunos comuneros se apoderaron de las tierras que, en Xochiaca, eran la herencia de María Eulalia Guadalupe Buendía Torres, entonces una pacífica ama de casa.
La mujer protestó por el despojo y como represalia fue encarcelada. ``Le voltearon la tortilla'', cuenta un funcionario del ayuntamiento. ``Cornejo Torres, el que ahora es alcalde, la visitaba cada semana en la cárcel''.
Al salir, Guadalupe reunió a un grupo de personas que atravesó por el mismo trance y organizó la recuperación de sus tierras. Y se siguió de largo.
``Se convirtió en el terror de ejidatarios y comuneros'', cuenta un médico de San Agustín. ``A todos nos mandó decir: si no me venden les invado sus tierras, y la verdad es que yo preferí no meterme en líos''.
El procedimiento dio resultado. En poco tiempo La Loba reunió suficientes hectáreas para satisfacer las necesidades del crecimiento de la mancha urbana.
También corrió con suerte.
En 1985 el PRI municipal se dividió con la imposición de José Corona como candidato a alcalde. Guadalupe se alió con los inconformes y durante tres años se dedicó a sabotear las obras del impugnado alcalde.
(Por cierto que en esa fecha el PAN reclamó la victoria en las urnas. No se la reconocieron pero a cambio se quedó con las direcciones de Policía, Licencias y la Tesorería. Fue, digamos, la primera concertacesión y, paradoja del destino, Carlos Cornejo Torres era entonces panista).
Para los priístas la alianza con la lideresa de colonos fue un tiro por la culata, porque nadie pudo controlarla.
En marzo de 1987 un grupo de vecinos se apoderó de las oficinas del sistema municipal de agua como protesta por el racionamiento del líquido.
Al frente de cien golpeadores de la Organización de Pueblos y Colonias (OPC), fundada por ella, La Loba lanzó un par de bombas molotov contra los inconformes.
``Varios se quemaron, no le importó que hubiera mujeres y niños entre nosotros'', recuerda Emerenciana Martínez, quien ese día ``nomás iba de mirona para ver que pasaba''.
El incidente hizo famosa a Guadalupe.
Un año después Alejandro Arley Angeles, representante de la Comisión Reguladora del Suelo del Estado de México (Cresem), solicitó el desalojo de los terrenos invadidos por la OPC.
Error. La Loba se presentó en sus oficinas y, a golpes, lo convenció de que revocara sus instrucciones. Años después, Arley Angeles fue subprocurador de Justicia y el incidente con la lideresa priísta le dejó un amargo sabor de boca: la denuncia que presentó, la TEX/II/1566/88, nunca prosperó.
Más. El 30 de mayo de 1990, Buendía encabezó un mitin en el Palacio Municipal, donde despachaba Susano González Castro, para reclamar la dotación de servicios a los predios invadidos.
El presidente municipal se negó a recibirlos. La Loba tiró a patadas la puerta de su oficina, encaró al alcalde y luego ``le plantó dos cachetadotas que le dejaron roja la cara'', cuenta Emerenciana.
González Castro también presentó una denuncia, la TEX/II/2173/90 por lesiones y ultrajes. No pasó nada.
¿Por qué tanta impunidad?
Tal vez porque Guadalupe y sus huestes son útiles soldados del PRI.
La Loba es especialista en el robo de urnas, oficio que el 11 de noviembre de 1990 costó una golpiza a la reportera Julieta Medina, quien descubrió una de las brigadas de mapaches... o en este caso, de lobeznas, porque la agresión la protagonizaron mujeres.
Panistas y perredistas tienen prohibida la entrada a sus colonias: La Loba I y II, Nueva Guadalupe y Nueva Margarita (se llama así en honor de su comadre Margarita Preisser). Además, los eventos que organizan estos partidos en cualquier otro sitio de Chimalhuacán son frecuentemente saboteados por los golpeadores de la OPC.
Hasta sus compañeros de partido se las ven negras. Durante 10 años Antorcha Campesina disputó con la OPC -a balazos incluso- el control de las colonias de la parte baja del municipio, hasta que el año pasado acordaron dividirse el pastel.
Ahora es un antorchista, Jesús Tolentino Román Bojórquez, quien preside el PRI municipal.
Los pendientes de La Loba rebasan con mucho las 300 averiguaciones previas acumuladas en su contra.
Buendía ha estado tres veces más en prisión.
Primero en 1982. Diez años después, cuando estuvo involucrada en el homicidio de un jugador de futbol. Y por último el 29 de mayo pasado, cuando se reactivó una denuncia presentada en 1993.
Esa vez, La Loba permaneció sólo 72 horas tras las rejas.
El orgullo de su nepotismo
Andrea y María Guadalupe son dos leones de piedra que resguardan la entrada al Palacio Municipal de Chimalhuacán.
Los nombres de las estatuas ya no asombran a nadie. En todo caso, bromea el dirigente local perredista, Ignacio Córdoba, serían dos más de los conocidos de La Loba que trabajen en el ayuntamiento.
Y es que la manada controla los puestos estratégicos de la administración.
Carlos Cornejo Torres, su primo hermano, es presidente municipal. Salomón Herrera Buendía, su hijo, es el secretario del Ayuntamiento.
José Adelaido Herrera, su esposo, es el tesorero, pero quien lleva las cuentas y asigna el presupuesto es su cuñada, Cristina Buendía.
Celia, otra hermana, reparte las despensas y desayunos del DIF municipal.
La Loba es directora del Organismo Descentralizado de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (Odapas), donde su hijo menor, Hugo Herrera, es subdirector.
El 19 de abril el contralor interno, Dámaso Constantino González, presentó una queja ante la Contraloría estatal, pero no le hicieron caso.
Por el contrario, el incidente enojó tanto a La Loba que Constantino estuvo a punto de perder su empleo. El contralor decidió ya no moverle. ``Tú sabes cómo están aquí las cosas'', dice por toda explicación.
Las acusaciones de nepotismo le tienen sin cuidado al presidente municipal. ``En el municipio viven muchas personas con el apellido Buendía'', dice con fastidio. ``En todo caso, si existen delitos tendrá que aplicarse la ley''.
El alcalde está muy seguro porque cuenta con el respaldo de todo el Cabildo, los regidores de oposición incluidos.
El poder del agua
En Chimalhuacán el agua es clave para el control político. Por algo La Loba hizo que la nombraran directora del organismo que la administra. Y por algo el barrio de Xochiaca, donde ella vive, es el único que siempre tiene el líquido.
El resto de los mortales debe hacer largas filas en las oficinas de Odapas, desde las seis de la mañana, para solicitar una pipa.
Pocos tienen éxito a la primera, porque Odapas sólo cuenta con dos unidades, muchas veces descompuestas. Así, los sedientos vecinos sólo tienen dos opciones:
O esperan por lo menos una semana para que el ayuntamiento les atienda, o de plano contratan -por 300 pesos- el servicio de alguna de las pipas particulares que, claro, pertenecen a la OPC.
Civilidad política
Solícito, Dionisio Díaz Guevara casi arrebata la carpeta del presidente municipal.
``Permíteme, Carlos'', dice mientras libera al alcalde para que pueda comerse una garnacha.
La escena nada tendría de particular si no fuera por un detalle: el acomedido es regidor del PRD.
En Chimalhuacán la civilidad política llega a extremos... inusuales.
Al mediodía del martes 10 de noviembre el presidente del PRD, Alberto Rojas, se apersonó en la Casa de la Cultura para saludar al alcalde que presidía una reunión. Durante la larga espera, presume que en Chimalhuacán el sol azteca es la fuerza política mayoritaria.
-¿Y por qué no han hecho nada contra el cacicazgo de La Loba?
-Sí lo tenemos planeado, pero a partir del próximo año. Ahora lo importante es el trabajo interno.
La administración de Cornejo Torres y su prima hermana concluye el 31 de diciembre de 1999.
Quién manda aquí
¿Quién manda en Chimalhuacán?
A finales de agosto se realizó la primera reunión de Municipios Saludables del estado de México. La organizó el director de Salud, Gonzalo López Luna, militante panista.
Originalmente el presidente municipal inauguraría el evento, pero cuando salía de su oficina se encontró con La Loba que le reclamó su participación ``en un acto del PAN''.
Después de 10 minutos de gritos y regaños, el presidente municipal mandó decir que siempre no podría inaugurar el evento.
Carlos Cornejo se defiende: ``En Chimalhuacán el máximo órgano de gobierno es el Cabildo y doña Guadalupe no forma parte del mismo''.
-Entonces no tiene poder.
-Mire, hay algunas cosas que se heredan... Que yo sepa ninguno de los miembros de la familia Buendía ha cometido una violación a la ley.
-¿Entonces La Loba no manda aquí?
-Hasta ahorita a mí no me ha dicho lo que tengo que hacer -y se vuelve a Díaz Guevara, quien permanece atento a la plática -¿A ti te manda Guadalupe?
El perredista no contesta. Sonríe nervioso.
Nadie está a salvo
¿Alguien podrá frenar a La Loba?
Sólo Dios, afirman sus vecinos de la calle Xochiaca de las Flores. Entre ellos, Guadalupe tiene fama de bruja, y por ello -dicen- es que en noviembre de 1996 demolió la capilla de Santa Juanita de Los Lagos.
Ahora, para granjearse el favor divino, todos los domingos regala cuantiosas limosnas a la parroquia del barrio.
Ese gesto no protegió a su familia. A Guadalupe, capaz de reunir 500 golpeadores en unas cuantas horas, le secuestraron a su hijo Hugo Herrera.
Ya nadie está a salvo.
El rescate fue de 650 mil pesos. Desde que fue liberado su hijo, el 15 de octubre pasado, Guadalupe Buendía prácticamente no sale de su casa, donde mandó instalar un circuito cerrado de televisión.
Lo que no pudieron sus adversarios políticos lo consiguió la delincuencia.
Ahora, dicen, La Loba tiene miedo.
Aquella tarde, mientras con la mano derecha empuña un cuchillo y blande un garrote en la izquierda, Guillermina de la Torre sabe que el encuentro es definitivo.
Al frente de 600 pepenadores, a la viuda del Rey de la Basura no le tiemblan las corvas y sin más asesta los primeros golpes a quienes disputan el control del imperio.
La escena ocurre a mediados de 1987 en la colonia Renovación, Iztapalapa. El corazón del reino que fundó Rafael Gutiérrez Moreno.
Del pleito, Guillermina sale muy lastimada, recuerdan hoy algunos ex colaboradores. ``Pero valió la pena. Ya nadie se metió con ella''.
Once años después la lección sigue vigente.
La heredera mantiene el control del tiradero de Santa Catarina, el único a cielo abierto que existe en el DF (están prohibidos desde hace cinco años) y que junto con la planta de reciclamiento de esa zona generan, extraoficialmente, ganancias de 40 millones de pesos al año.
La basura de ocho delegaciones políticas se tira en este lugar, igual que la generada en una veintena de municipios conurbados.
Cuando se requiere, Guillermina es capaz de movilizar en tres horas hasta mil 500 pepenadores armados con palos y varillas, dispuestos a todo.
Por eso, los funcionarios que atienden asuntos relacionados con su negocio la tratan con pinzas. Hasta ahora, el gobierno perredista no ha logrado reducir en un solo centímetro su territorio.
¿Miedo o sólo precaución?
``Ni una ni otra cosa'', afirma un funcionario de la Secretaría de Obras. ``Lo que pasa es que Cuauhtémoc (Cárdenas) nos puso para resolver problemas, no para crearlos''.
Los misterios de la basura
La historia es conocida.
Durante más de 30 años Rafael Gutiérrez Moreno fue dueño de vidas y hogares en los tiraderos del Distrito Federal, un verdadero imperio que consolidó con la vieja fórmula de represión y consenso.
A mediados de los sesenta conoció a Guillermina de la Torre, quien en ese entonces era secretaria en la Jefatura de Limpia de la delegación Iztapalapa.
``Se casaron casi de inmediato'', cuenta un viejo colaborador. ``A Rafael le llenó el ojo. Imagínese; bonita, rubia, inteligente y entrona''.
La novia tenía 16 años. El marido, más de 30.
Quienes conocieron el matrimonio dicen que Guillermina nunca vivió en los tiraderos, pero desempeñó bien el papel de primera dama de los pepenadores.
``El día de Reyes repartía los juguetes y el 10 de mayo los regalos para las madres. Muchas mujeres la buscaban para que intercediera ante Rafael y resolviera problemas de sus maridos; en el gremio se sabía que era la única que ponía en su lugar al cacique'', recuerda una investigadora.
Al Rey de la Basura lo mató una amante despechada el 19 de marzo de 1987. Dos días después, Guillermina y sus hijos -Cuauhtémoc, Norma y Rafael- se presentaron en las oficinas de la Unión de Pepenadores y empezaron a despachar.
Tras el madruguete, la viuda convenció a la mayor parte de los capitanes que formaban el gabinete de su marido, y a los que no se alinearon los desterró de Iztapalapa.
Fueron peces chicos. La batalla más grande la enfrentó contra José Valdés y Pablo Téllez, los dos líderes más importantes en el gremio después de Rafael. De hecho, el pleito de la colonia Renovación se libró contra las huestes de Valdés.
Guillermina ganó la batalla campal, pero perdió el control absoluto del reino. El Departamento del Distrito Federal obligó a los tres líderes a firmar la paz y dividirse el control de los tiraderos.
Pablo y José se quedaron con los basureros de Santa Fe y Prados de la Montaña, al poniente de la capital, pero fueron reubicados en 1993, cuando por decreto se cerraron los tiraderos a cielo abierto.
A partir de ese momento empezaron a perder el control de los pepenadores. Actualmente su influencia se limita a las plantas de reciclamiento del Bordo Poniente y San Juan de Aragón.
En cambio, para Guillermina soplaron otros vientos. El gobierno capitalino le permitió mantener en operación el tiradero de Santa Catarina. Durante la regencia de Manuel Aguilera, el DDF le construyó y concesionó una planta de reciclamiento en esa zona que comenzó operaciones en 1996... dos años después del plazo establecido.
A diferencia de sus antiguos adversarios, el control dentro de su feudo es total. Ni una lata se levanta sin su consentimiento. A Santa Catarina nadie que no sea pepenador puede entrar. Ni las autoridades siquiera.
``No se conoce bien a bien lo que sucede adentro'', comenta el investigador Héctor Castillo Bertier. ``Las referencias son de segunda o tercera mano... En los controles de acceso hay gente armada para garantizar que entren sólo los que tengan credencial de la Unión''.
Sin embargo, lo que se sabe refleja el poder de Guillermina.
Como en los tiempos del Rey de la Basura, los pepenadores sólo pueden vender lo que recolectan a la Unión o las empresas que ésta designe.
Tienen prohibido conservar los restos de fierro que encuentren, pues este material debe entregarse a la organización (antes el material prohibido era el oro, que se entregaba al Rey).
Los pepenadores no pueden hablar con extraños. Cuando se sospecha que alguno infringe esta regla, ``Guillermina en persona va con los golpeadores para echarlos de su casa y expulsarlos del tiradero'', coinciden dos investigadoras que la conocen desde los primeros días de su mandato.
Para controlar su feudo, la lideresa se apoya en sus hijos: Cuauhtémoc se encarga de las relaciones políticas, de manera que presidió el Frente Juvenil Revolucionario del Distrito Federal y fue asambleísta en la legislatura pasada.
Rafael es el responsable del proceso de producción. El decide a qué precio se compra o se vende el producto de la pepena, y también mantiene la disciplina entre los agremiados.
Quienes lo conocen dicen que es de carácter violento: en la boda de su hermana se peleó a golpes, y como llevaba la peor parte sacó la pistola para convencer al rival de que se dejara vencer.
Norma, la única hermana, mantiene las relaciones sociales con las familias de los pepenadores. Es comadre de decenas de ellos.
Guillermina supervisa todo. Hasta se da el lujo de imponer la ley a su manera. ``Cuando se entera que a alguna mujer la golpeó su marido, de inmediato manda a sus guaruras para que le den una lección'', cuentan las investigadoras. ``No sabemos si sirve de algo, pero al menos las esposas la quieren mucho''.
La fuerza del PRI
Viernes 18 de abril de 1997.
El candidato del PRI a jefe de Gobierno, Alfredo del Mazo, visita la colonia Renovación. Colgada de su brazo, Guillermina de la Torre recorre la calle Purísima, la misma donde diez años antes arrancó su cacicazgo.
Mil 500 pepenadores gritan y hacen valla, mientras en sus cartulinas se presenta un trozo de la ``filosofía'' de estas tierras: ``Alfredo Del Mazo, a la oposición dale un madrazo''. Entusiasmada, la lideresa dice a su candidato que esa ``es la fuerza del priísmo''.
Tres meses después, Del Mazo perdió las elecciones.
Guillermina minimizó el incidente. ``Llegue quien llegue tendrá que ajustarse'', declaró poco después de los comicios.
¿Bravata?
Quién sabe. Lo cierto es que, casi un año después de la administración perredista, el control de Santa Catarina sigue tan férreo como en los días tricolores.
Y la lideresa quiere expander el negocio. Hace dos meses los habitantes de Tlayapaca, en Alvaro Obregón, se acercaron a Guillermina para pedirle apoyo en el litigio de su predio.
En Tlayapaca vivían los seguidores de José Valdés y Pablo Téllez, antes de su reubicación.
Más. Cuando vivía el Rey de la Basura, los choferes y macheteros de la sección uno del Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF) tenían prohibido tocar los desechos que recolectaban. Los camiones se descargaban íntegros en los tiraderos.
A partir de 1987 empezaron a meter mano en la basura, pero de manera marginal, pues la influencia de Guillermina en el gobierno era mucha.
Pero tras la derrota del 6 de julio se eliminaron las restricciones. Ahora la mayor parte de las ganancias que genera la basura se quedan en la sección uno: aproximadamente 250 millones de pesos al año que se distribuyen entre choferes, macheteros y líderes.
Con tal poder adquisitivo se podría pensar que los caciques de la basura no están en Santa Catarina. Pero dentro del gobierno perredista se piensa de otra manera.
Según un funcionario de la Secretaría de Obras, ``con el sindicato sí se puede negociar''.
Así el tamaño del reto. ¿Podrá el gobierno capitalino romper con liderazgos como el de Guillermina de la Torre?
El investigador Castillo Berthier dice: ``El poder de los caciques no se termina por decreto''.
Todos los días se generan en el Distrito Federal 11 mil toneladas de basura, las cuales se depositan en el tiradero de Santa Catarina y las plantas recicladoras de San Juan de Aragón, Bordo Poniente y Santa Catarina.
De éstas, sólo 800 toneladas logran reciclarse y generan ganancias extraoficiales de 450 millones de pesos al año.
De este dinero, 250 millones se reparten entre los macheteros, choferes, sobrestantes y líderes de la sección uno del SUTGDF.
El resto se queda en las tres organizaciones de pepenadores que manejan las plantas recicladoras. Guillermina de la Torre se lleva la mejor tajada; sus competidores, Pablo Téllez y José Valdés ganan entre 1.5 y 2 millones de pesos al mes.
De ese dinero ni un solo centavo llega al Gobierno del Distrito Federal que -por el contrario- invierte mil 300 millones de pesos al año en la recolección, transporte, tratamiento, reciclado y disposición final de la basura.
Los líderes, a su vez, no gastan un solo centavo en ese proceso.
En el caso de la sección uno, la membresía tiene sus privilegios.
Por ejemplo, algunos choferes que recolectan desechos en colonias como Las Lomas, San Angel o Del Valle ganan hasta 50 mil pesos libres cada mes, porque entre los desperdicios abundan elementos de gran valor en el mercado del reciclaje.
Esta es, de hecho, la razón principal del porqué en esas zonas el servicio de limpia es impecable: un día que no trabajen representa a los choferes perder dinero.
Por el contrario, los habitantes de las delegaciones pobres difícilmente tendrán este beneficio. La basura que generan es, literalmente, basura.
Otros privilegiados son los choferes a quienes los líderes arrendaron alguna de las fincas que existen en la ciudad de México.
Se llama fincas a los negocios que generan basura de buena calidad, como hoteles, restaurantes y algunas empresas, y cuya concesión para atenderlos se vende al mejor postor.
Y es que 80 % de la basura que generan es reciclable. Oro molido para los trabajadores del servicio de limpia.
Tal es el nivel de ganancia que generan los desperdicios capitalinos, que algunos choferes pagan, de su bolsillo, a cuadrillas de trabajadores, el mantenimiento de las unidades y hasta se dan el lujo de prestar sus propios camiones para cumplir con el servicio.
Todo, con tal de no perder un día de basura. (Alberto Nájar)