Bárbara Jacobs
Una magia posible

Un impulso me lleva a empezar estas líneas con el recuerdo de Italo Calvino de un cuento de Kafka en el que, una noche de invierno en tiempos de guerra, el narrador sale en busca de carbón con un cubo que balancea, vacío, en la fría oscuridad. ``En una narración un objeto es siempre un objeto mágico'', observa Calvino.

Tal vez para que la sucesión de acontecimientos encadenados que me propongo narrar resultara mágica, o por lo menos fascinante, yo necesitaría contar con el desenlace, es decir, saber si Adolfo Bioy Casares se curó de las complicaciones que le acarreó una cirugía de espalda mal hecha en Buenos Aires. Por otra parte, quizás al registrar la sucesión de acontecimientos encadenados que sigue o que siguen más bien lo que propiciaré será impedir que el desenlace deseado o esperado según la sucesión de acontecimientos encadenados que narraré se cristalice. Navaja de doble filo.

Lo cierto es que debido a una casualidad materializada en un pasaje a Buenos Aires, en días pasados existió la posibilidad de que Bioy Casares recibiera un tratamiento que corregiría el daño del que fue víctima. Resulta que releo Las propuestas de Calvino para el próximo milenio a la vez que me entero del aparentemente fortuito viaje que hizo Beatrice T. a Buenos Aires el mes pasado, y me resulta inevitable intentar aplicar lo que sugiere Calvino para hacer fascinante la sucesión de acontecimientos encadenados que sucedieron a Beatrice, de acuerdo a la relación que hizo de ellos a su amiga y ex colaboradora Patricia J. en México.

El agente de viajes informó a su cliente Beatrice, diseñadora letona en México, que ella había acumulado suficientes millas de vuelo para ganarse un pasaje gratis a, por ejemplo, París o Buenos Aires. Beatrice no conocía Buenos Aires, de modo que fue a donde eligió viajar. Se comunicó por larga distancia con Nadia, bonaerense a la que había conocido en México como prima de un ex colaborador suyo de nombre Oscar, ex colaborador que, casualmente, había sustituido a Patricia J. como asistente de Beatrice en diseño. Nadia recibiría a Beatrice en calidad de anfitriona. Antes de partir, Beatrice pregunta a su amiga y ex colaboradora Patricia a quién conoce en Buenos Aires. Patricia le da las señas de los J. y del ex esposo de María Inés S. y padre de sus triates quien, por cierto, también se llama Oscar y quien, a Patricia le consta, sería el único que podría dar a Beatrice las señas de María Inés, a la cual le ha perdido la pista. Patricia había conocido a los J. y a María Inés en México, sin que entre ellos se conocieran, cuando unos y otra trabajaron, exiliados, cerca de ella en la capital mexicana casi veinte años atrás. Académicos, periodistas, escritores, editores.

No bien aterrizó Beatrice en Buenos Aires, llamó a los J., quienes, entusiastas, hospitalarios, de inmediato la invitaron a visitarlos. Otro tanto ocurrió con María Inés, a quien, sin embargo, Beatrice visitaría primero. Alertada por Oscar, ex esposo de María Inés, al que Beatrice transmitió los saludos de Patricia, Beatrice sabía que María Inés se encontraba inválida tras un accidente que le había deshecho una pierna. Y como Nadia, la anfitriona de Beatrice, era especialista en la aplicación de una teoría psicológica en el tratamiento y la cura de males físicos, Beatrice había decidido visitar antes que a otros a María Inés para, tras conocerla y darle los saludos de su amiga común Patricia, proponerle una consulta con Nadia.

Cuando conoció a los J., tras darles los saludos de su amiga común Patricia, Beatrice les contó de su visita a María Inés y de la propuesta que le había hecho de consultar a Nadia. Buenos académicos, los J. pidieron a Beatrice detalles de la especialidad de Nadia. Apenas los expuso Beatrice, los J. exclamaron que Nadia y su tratamiento serían la salvación de Bioy Casares, válidos, validobles.

¿Habrán conocido y conectado los J. a Nadia con Bioy Casares? ¿Habrá Nadia conocido y curado a Bioy Casares? La sucesión de acontecimientos encadenados en este caso aquí se interrumpe para mí, de modo que retomo la relectura de las Propuestas de Calvino con el afán de encontrar más elementos que aplicar a una sucesión de acontecimientos encadenados para hacerla o hacerlos fascinantes; o cómo hacer fascinante la narración de una sucesión de acontecimientos encadenados que se interrumpe cuando se cumple la vigencia de un pasaje gratis que cristalizó las horas de vuelo de un viajero fortuitamente a Buenos Aires.

Preguntaría a Calvino, en esta burda aplicación de su propuesta, ¿cuál sería el objeto mágico que habría cargado de fuerza especial la sucesión de acontecimientos encadenados que la forman: el pasaje, la escritura? Pues en sus Propuestas, en otro lado anota: ``La escritura, modelo de todo proceso de la realidad, única realidad conocible, única realidad tout court.'' Pero, si no el desenlace, ¿qué es la sucesión de acontecimientos encadenados aquí escrita? ¿Y todo pendiente del objeto pasaje, de su calidad mágica y fortuita? ¿O lo fascinante está en el suspenso?

Riga, México, Buenos Aires, el vuelo de una magia posible para Bioy Casares, ¿desencadenado por el eje Beatrice-Patricia, ninguna de las cuales conoce a Bioy Casares, coautor de la Antología de la Literatura Fantástica?