Meter a la mujer en lodazales y que salga limpia
Angel Vargas Sólo basta echarle un vistazo al calendario para percatarse de la cantidad de nombres que a diario en él aparecen. Se trata de santos, de aquellas personas que tras su muerte alcanzaron tal rango divino por ofrecer en vida algo más allá de lo humano en la defensa y el desarrollo de la fe cristiana. Para los mexicanos son nuestros ``santitos'' seres celestiales que nos tienden la mano, sobre todo, cuando nos enfrentamos con alguna dificultad. Parece cosa de magia, y de hecho lo es, pero cada uno de ellos tiene una función en específico.
Son ellos también los que ocupan, de forma etérea y casi inadvertida -como debe ser según su condición- gran parte de la trama de la primera novela de María Amparo Escandón, Santitos, publicada en español por Plaza y Janés, que se ``ha convertido en todo un acontecimiento de la literatura latinoamericana'', según la editorial, pues ha sido adquirida para publi- carse en cerca de 40 países, lo cual implica su traducción a 13 idiomas.
Para ser ópera prima, podría decirse que es un libro con ``ángel'' o que trajo consigo la torta bajo el brazo -como reza el refrán-, ya que de forma paralela a su realización María Amparo escribió un guión para cine con la misma historia, el cual fue adquirido y posteriormente realizado por el cineasta mexicano Alejandro Springall, coproductor de Cronos y De tripas corazón. Rodado durante el verano del año pasado, el filme Santitos será el único representante nacional dentro del Festival Sundance, que se efectuará en enero próximo en Estados Unidos.
``Esto se lo debo a mis santitos'', contesta con tono juguetón la también catedrática de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), cuando se le pregunta a qué atribuye su éxito. Y en parte, tal afirmación no podría estar tan desapegada de la realidad, puesto que María Amparo Escandón se declara fiel creyente de San Judas Tadeo, el encargado de los casos desesperados. ``Como católica, creo en los santos, pero no con fanatismo'', apunta a manera de aclaración.
Empezó a escribir hace 25 años
Residente desde hace 14 años en Los Angeles, la escritora señala en entrevista que fue hace casi un cuarto de siglo cuando incursionó en el ámbito de la creación literaria, pero siempre con pequeñas narraciones o relatos, con ``pequeños cuentos que empezaba en la mañana y terminaba en la tarde'', y que no había trabajado en la novela por temor, por ``tratarse de un proyecto muy grande y ambicioso'', que la paralizaba.
Santitos cuenta la historia de una mujer (Esperanza Díaz) a la que ``se le aparece'' la imagen de San Judas Tadeo después de la muerte de su hija (Blanca), para indicarle que ésta en realidad no ha fallecido, por lo cual debe salir al mundo en su búsqueda. Encomendada a todos los santos de su devoción, la protagonista abandona su pueblo natal para desplazarse a la frontera y después a Estados Unidos, con el fin de diseccionar todos los prostíbulos a los que cree que su niña fue llevada: ``Ella al final se da cuenta de que anduvo en lugares terribles, pero finalmente sale invicta; y es la idea de esto, meter al personaje en los pantanos y en los lodazales más terribles y que salga limpia''.
En el transcurrir de la historia, la fe, la magia y lo fantástico en cuerpo de realidad se mezclan con el humor y, en ciertas ocasiones, con una aparente irreverencia, para estructurar un libro que, en palabras de su autora, pretende retratar esa parte exclusiva de lo mexicano que es encomendar el destino, y con ello la vida, a entidades superiores.
Al mismo tiempo, añade, buscaba hacer una historia universal, como lo es la pérdida de un hijo o la perseverancia de la protagonista, ``porque en cualquier parte del mundo existen personas a las que no se les puede detener con nada cuando están en una misión espiritual''.
-Pese a que sólo los mencionas, ¿por qué los santos aparecen como los protagonistas?
-Creo que los mexicanos, incluso antes de la llegada de los españoles, siempre hemos tenido esa necesidad de recurrir a los seres de las alturas, llámense dioses o santos. Lo que resulta muy interesante es que ambos tienen su función: el santito de la lluvia, el que ayuda a encontrar novio, el de los casos desesperados...
``Yo creo que los mexicanos siempre vivimos deseosos de que sucedan cosas. Y ese deseo y esa esperanza que tenemos son los que nos hacen seguir hacia adelante. Es decir, nos pegan por todos lados y siempre tenemos la esperanza de que algo sobrenatural nos va a echar la mano. Mientras que el estadunidense se enrolla las mangas y se pone a trabajar, nosotros esperamos que haya un cambio en el destino''.
-En el libro mezclas humor con religiosidad y esperanza, ¿no resultará de esto una situación difícil de asimilar?
-Como te decía, yo quería hacer una novela infinitamente mexicana, y así somos los mexicanos: en medio de la tragedia nos reímos. Es netamente mexicano que estemos pasando las peores amarguras y al mismo tiempo nos estemos riendo, aunque sea de nuestra propia tragedia. La vida no es toda tragedia ni toda alegría, siempre hay de todo, existe esa dualidad, y eso lo quise retratar.
Admiradora de la literatura de Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges y Juan Rulfo, María Amparo descarta que su novela se ubique dentro del llamado realismo mágico: ``Siento que se trata más de una realidad mágica que de un realismo mágico, porque es algo que se encuentra en las calles, en los periódicos. Todos los días vemos vírgenes que se nos aparecen en el Metro, y esas cosas son muy reales. Salimos a la calle y vivimos en un mundo surrealista, donde todo lo que es extraordinario lo vemos como ordinario, como normal, ni siquiera nos lo cuestionamos, y es esa realidad mágica la que quise plasmar''.
(Santitos será presentada este martes 24, a las 19 horas, en el Museo Nacional de Culturas Populares --avenida Hidalgo 289, centro de Coyoacán-- por Elena Poniatowska, Germán Dehesa y su autora).